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Lady Day, la dama que cantaba blues

Lady Day, la dama que cantaba blues

Eleanora Fagan Gough, conocida como Billie Holiday y apodada Lady Day fue una cantante estadounidense de jazz, nacida en Filadelfia, el 7 de abril de 1915. Junto con Sarah Vaughan y Ella Fitzgerald, está considerada entre las más importantes e influyentes voces femeninas del jazz. Frank Sinatra la consideraba «su mayor influencia» e «incuestionablemente la influencia más importante en el canto popular estadounidense de los últimos veinte años».

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El tema “Strange Fruit” fue considerado como la mejor canción del Siglo XX, por la revista “Time” en 1999.

El valor artístico de Billie Holiday reside en su capacidad interpretativa, en su dominio del swing y en la adaptación de sus cualidades vocales al contenido de la canción. Billie Holiday transmite a sus canciones una intensidad inigualable que, en muchos casos, es fruto de una traslación de sus vivencias personales a las letras cantadas.

Esta personalización de lo cantado hace que su estilo esté muy vinculado a intérpretes clásicos de blues como Bessie Smith o Ma Rainey; también está clara su deuda, confirmada por ella misma, con Louis Armstrong (en su autobiografía dejó escrito: «Siempre quise el gran sonido de Bessie y el sentimiento de Pops») y, desde luego, con quien sería su principal acompañante: el saxofonista tenor y clarinetista Lester Young.

La historia de su vida fue cuesta abajo a partir de 1950. Cantó en Chicago con Miles Davis y se reencontró con Lester Young en Philadelphia. Norman Granz la contrató para su sello discográfico y también la incluyó en las giras del JATP y en 1953, viajó por primera vez a Europa.

A su regreso, ingresó voluntariamente en una clínica para intentar rehacer su vida y tuvo una efímera recuperación que aprovechó para reaparecer en un capitulo televiso dedicada a las «Siete Artes» de la CBS titulada «The Sound of Jazz». El memorable y estremecedor «Fine and Mellow» que cantó acompañada de Lester Young puede considerarse un hito en la historia del jazz.

Fue arrestada por posesión de heroína y estuvo ocho meses en prisión. Su tarjeta para trabajar en los clubs de Nueva York fue revocada, lo que imposibilitó que trabajara en clubes durante los últimos doce años de su vida. Posteriormente fue víctima de una estafa sobre sus ganancias y murió con tan solo $0.70 en el banco y $750 en efectivo.

Al final de mayo de 1959 fue hospitalizada por dolor en el hígado y problemas de corazón. Fue condenada a arresto domiciliario el 12 de julio por posesión de narcóticos; en 1959, la adicción a los narcóticos era considerada un crimen. Billie Holiday permaneció bajo la custodia policial hasta su muerte por cirrosis hepática el 17 de julio de 1959 a la edad de 44 años. Billie Holiday fue enterrada en el cementerio Saint Raymond en el Bronx de Nueva York.

Su muerte pareció una cruel burla del destino; moribunda e inconsciente en la cama del hospital, la policía intentó esposarla acusada de consumir heroína mientras agonizaba.

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