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La vida extravagante de Heliogábalo

La vida extravagante de Heliogábalo

El emperador romano de procedencia siria Vario Avito Basiano (205-222), coronado a los catorce años con el nombre de Marco Aurelio Antonio, aunque más conocido con el sobrenombre de Heliogábalo, tuvo una vida ciertamente extravagante.

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Desde su primer día en Roma no dejó de asombrar a sus súbditos. Entró en la metrópoli subido a un lujoso carro tirado por mujeres desnudas. Era tan afeminado que se vestía frecuentemente con ropas femeninas y simulaba que se casaba con gladiadores.

Según los relatos (la mayoría de los cuales nos han llegado gracias a que el propio emperador dispuso que un cronista legase para la posteridad el detalle de sus festines y andanzas), sus banquetes no solo eran pantagruélicos, sino a cada uno más extravagante. A uno de ellos, por ejemplo, invitó a ocho jorobados, ocho cojos, ocho gordos, ocho esqueléticos, ocho enfermos de gota, ocho sordos, ocho negros y ocho albinos.

Durante los banquetes se complacía en gastar continuas bromas (de diferente gusto) a los invitados. Por ejemplo, a la hora de los postres, cuando ya todo el mundo se hallaba bastante ‘afectado’ por la bebida, el emperador mandaba cerrar todas las salidas del comedor y hacía soltar una manada de fieras salvajes a las que previamente había hecho arrancar los dientes y las garras (claro que tal extremo lo desconocían los aterrados comensales).

En cuanto al lujo y derroche de su vida, quepa decir que se jactaba de no haber bebido nunca dos veces en el mismo vaso (se entiende que todos ellos eran de oro y plata).

Por Ángel Daniel Fernández @andafero

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