El gesto de dar o estrechar las manos en señal de saludo o acuerdo posee siglos de historia.
Cuando en la Grecia post-homérica dos desconocidos se encontraban en el camino, procedían a enseñar sus dagas. Si ninguna de las dos personas mostraba señales de querer pelear, ambos desconocidos procedían a guardar sus armas y agarraban fuertemente la muñeca derecha del contrario, para asegurarse de que ninguno de los dos podría apuñalar al otro a traición. Una vez comprobadas las buenas intenciones, ambas personas podían proseguir su camino o comerciar entre ellos.
Se tiene constancia también de una costumbre similar, que se remonta a Babilonia. Hace aproximadamente unos 4.000 años, el monarca babilonio debía realizar un acto de sumisión ante la deidad Marduk durante la festividad de año nuevo.
El acto consistía precisamente en estrechar la mano de la estatua que representaba a Marduk para simbolizar que el poder de la divinidad se traspasaba al rey babilonio.
Cuando los asirios invadieron Babilonia continuaron realizando este gesto y lo extendieron entre por Oriente Próximo como gesto de respeto.
Grecia y Babilonia no fueron los únicos lugares en los que se acostumbraba a estrechar las manos, algunos jeroglíficos egipcios que se conservan en la actualidad ilustran pactos entre hombres y deidades que, solemnemente, aprietan sus manos en señal de acuerdo.
Con información de Saberia / Imagen: Shutterstock
--
--