Cuando tiene hambre y necesita un aporte extra de energía, la hembra del calamar sureño cola de botella (Sepiadarium austrinum) no lo duda: ingiere parte del semen que eyacula su pareja. Es la conclusión a la que han llegado Bob Wong y sus colegas de la Universidad de Monach (Australia) en un estudio que publica Biology Letters. Se trata de la primera vez que se observa este comportamiento en un cefalópodo.
El semen eyaculado por esta especie contiene nutrientes que ayudan al esperma a sobrevivir, lo que también lo convierte en un posible alimento en caso de que la hembra necesite energía durante el acto sexual. Según los investigadores, esto explicaría también por qué los machos prefieren aparearse con hembras más grandes: es el único modo de reducir el consumo de su eyaculado al mínimo y tener más oportunidades de que sus espermatozoides fertilicen los óvulos y perpetuar así sus genes en su descendencia.
Durante la cópula, la hembra almacena el esperma que le lanza el macho en «paquetes» (espermatóforos) en una bolsa externa situada bajo su cavidad bucal. Las hembras emplean sus tentáculos para intentar poner rápidamente los óvulos sobre los espermatóforos, ya que tienen tres semanas para la fertilización antes de que comiencen a degradarse.
Pero algunos de esos espermatóforos son devorados por la hembra para contribuir al desarrollo de más óvulos. Cuanto más pequeña es la hembra, menos esperma usa para la fecundación. «Los machos que copulan con hembras pequeñas pagan un alto precio, porque estas necesitan ingerir más semen», concluyen los autores, que aseguran que si un macho decide entregarle su semen a una de estas hembras está facilitando que el siguiente macho que se cruce en su camino tenga más éxito reproductivo.
«El esperma que no participa en la ‘carrera’ para fertilizar óvulos, porque acaba en el digestivo de la hembra, no sirve de nada», aclaran los autores, que explican así por qué los calamares sureños prefieren aparearse a las hembras más voluminosas y «orondas».
Fuente: muy interesante
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