Un grito en la oscuridad: ¿Qué ocurrió en Jodyalí?
En la fría noche del 25 al 26 de febrero de 1992, el pequeño pueblo de Jodyalí (Khojaly), ubicado en la región de Nagorno-Karabaj, se convirtió en el escenario de una de las tragedias más sangrientas del siglo XX. Lo que comenzó como un asedio por parte de fuerzas armenias y el 366º Regimiento Motorizado del Ejército Soviético, terminó en una masacre que dejó cicatrices imborrables en la memoria de Azerbaiyán y del mundo entero.
Jodyalí, hogar de aproximadamente 7.000 personas, era un enclave estratégico con el único aeropuerto de la región y una ubicación clave entre Khankendi y Agdam. Sin embargo, su importancia geopolítica lo convirtió en un objetivo mortal. Desde finales de 1991, la ciudad estaba bajo un bloqueo total, sin acceso a suministros básicos como electricidad, gas o agua. Los habitantes vivían bajo constante bombardeo, refugiándose en sótanos mientras esperaban lo inevitable.
El preludio del horror: La ofensiva armenia
La ofensiva comenzó en la noche del 25 de febrero, cuando las fuerzas armenias lanzaron un ataque coordinado desde tres direcciones. Los defensores locales, apenas 160 hombres armados ligeramente, no pudieron resistir el embate. Para los civiles, la única opción era huir. En medio del caos, cientos intentaron escapar hacia Agdam, pero lo que encontraron en su camino fue aún más aterrador.
Los testimonios describen cómo columnas de refugiados fueron emboscadas y atacadas sin piedad. Según Human Rights Watch, los civiles fueron blanco deliberado mientras intentaban cruzar campos helados y bosques oscuros. Muchos murieron congelados; otros fueron capturados o asesinados brutalmente. La magnitud del sufrimiento humano es difícil de comprender: familias enteras fueron aniquiladas, niños quedaron huérfanos y cientos desaparecieron para siempre.
Números que hablan: Las víctimas de Jodyalí
La masacre dejó un saldo devastador: 613 muertos, entre ellos 106 mujeres y 63 niños. Además, 487 personas resultaron heridas y 1.275 fueron tomadas como rehenes. De estos últimos, el destino de 150 sigue siendo desconocido hasta el día de hoy. Ocho familias completas fueron exterminadas; 25 niños perdieron a ambos padres y otros 130 quedaron con solo uno.
Pero los números no cuentan toda la historia. Las atrocidades cometidas esa noche van más allá de lo imaginable. Sobrevivientes relatan actos inhumanos: cuerpos mutilados, ojos arrancados y mujeres embarazadas asesinadas con una crueldad indescriptible. Estas acciones no solo violaron las leyes internacionales sobre conflictos armados; también dejaron una herida profunda en la conciencia colectiva.
El contexto histórico: Una guerra que marcó generaciones
La masacre de Jodyalí fue un punto culminante en el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno-Karabaj. Este enfrentamiento comenzó en los últimos años de la Unión Soviética y rápidamente escaló a una guerra total tras su colapso. Ambas partes sufrieron pogromos y desplazamientos masivos; sin embargo, Jodyalí se convirtió en un símbolo del sufrimiento azerí debido a la magnitud del ataque contra civiles indefensos.
Aunque Armenia justificó su ofensiva como una respuesta estratégica al uso militar de Jodyalí por parte de Azerbaiyán, los métodos empleados esa noche han sido condenados internacionalmente. Organizaciones como Human Rights Watch han calificado los hechos como crímenes contra la humanidad. Sin embargo, las narrativas sobre lo ocurrido varían según las fuentes, reflejando la complejidad política y emocional del conflicto.
Búsqueda de justicia: ¿Un crimen olvidado?
A pesar del paso del tiempo, las heridas de Jodyalí siguen abiertas para los sobrevivientes y sus familias. Cada año, el 26 de febrero se conmemora como un día de duelo nacional en Azerbaiyán. Sin embargo, el reconocimiento internacional ha sido limitado. Algunos países han clasificado los hechos como genocidio; otros evitan tomar una postura clara debido a las tensiones geopolíticas en la región.
Azerbaiyán continúa luchando por justicia para las víctimas. En foros internacionales como las Naciones Unidas y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, se han presentado pruebas y testimonios que documentan las atrocidades. Sin embargo, muchos perpetradores siguen impunes, protegidos por un sistema global que a menudo prioriza intereses políticos sobre derechos humanos.
Jodyalí hoy: Un recordatorio sombrío
Décadas después, Jodyalí sigue siendo un recordatorio sombrío de los horrores que pueden surgir cuando las tensiones étnicas y políticas se descontrolan. Para Azerbaiyán, es un símbolo nacional de resistencia y dolor; para el mundo, debería ser una lección sobre la importancia de prevenir futuros genocidios.
Cada historia tiene dos caras; cada tragedia deja preguntas sin respuesta. Pero lo que ocurrió en Jodyalí no debe ser olvidado ni minimizado. Es nuestra responsabilidad colectiva recordar a las víctimas y trabajar hacia un futuro donde tales atrocidades no vuelvan a repetirse.
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