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La leyenda de las gatas carey, ¿la conoces?

La leyenda de las gatas carey, ¿la conoces?

Transmitidas de generación en generación, y normalmente sin ninguna base que las sustente, las leyendas han estado entre nosotros desde hace miles de años… Añadiendo un ingrediente fundamental y, hasta cierto punto, mágico a nuestra herencia en lo que a tradiciones se refiere. Entre este amplio repertorio de increíbles historias, existe una referente a una raza particular de felinos: la leyenda de las gatas carey, ¿la conoces?

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Cuenta una antigua leyenda que hace varios siglos el Sol, ya cansado de sentirse solo en el firmamento, le suplicó a la Luna que intercambiara lugares con él para poder así asentarse de sus deberes al menos un rato.

El Sol deseaba con desesperación ser libre y bajar a la Tierra aunque fuera unas horas… Moría de ganas de ver todo lo que había en aquel peculiar mundo que desde tan lejos cuidaba con su calidez.

Ante aquella genuina súplica, la noble Luna accedió… Así, el día del solsticio de verano, casi a mitad del mes de junio y cuando el Sol estaba en su punto más brillante, la Luna se acercó lenta y disimuladamente, cubriéndolo poco a poco para que él pudiera huir sin que los humanos fueran sorprendidos por una oscuridad repentina.

El Sol no cabía en sí mismo de la emoción que sentía, ¡por fin su sueño se había hecho realidad! Pero… ¡necesitaba pasar desapercibido! Nadie podía saber quién era en realidad, por lo que decidió convertirse en aquello que él consideraba perfecto; era un ser rápido, discreto, elegante y noble, con una capacidad de intuición inigualable y un corazón puro: una gata negra.

Aunque el Sol estaba disfrutando increíblemente de aquella experiencia, más pronto que tarde la perezosa Luna se sintió cansada y aburrida, por lo que —sin avisarle al Sol— se fue apartando del lugar que debía cubrir.

Al darse cuenta, el Sol dejó el cuerpo de aquella gata a gran velocidad, para poder llegar a tiempo a su lugar de siempre en el firmamento, sin que nadie sospechara que lo había abandonado… Pero, al hacerlo de manera tan abrupta, dejó en aquella huésped parte de él: cientos de brillantes y dorados rayos de Sol se quedaron dentro de la gata negra.

Desde aquel momento, todos los gatos que nacieran de la gata negra que había tenido la dicha de ayudar al Sol, llevarían en su pelaje los dorados rayos como recuerdo y serían llamadas gatas carey… Serían tan únicas que jamás habría dos con el mismo patrón y, además, tendrían el don de atraer la buena suerte y la energía brillante y positiva del Sol.

¿Conocías la leyenda de las gatas carey?

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