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La ira: ¿La controlamos, la entrenamos o solo la reprimimos?

La ira: ¿La controlamos, la entrenamos o solo la reprimimos?

Imposible negar que nos hemos enojado más de un par de veces y por razones tan  diversas, como personas en el mundo. Te mostramos algunas herramientas para que diferencies si sabes controlar tu ira o solo la reprimes.

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Emociones… es ese concepto abstracto e intangible que, pese a su carácter inmaterial ha sido objeto de estudio en aras de darle explicación a ese burbujeo (muchas veces, sin freno) de sensaciones positivas y negativas que nos afecta en mayor o menor medida según cada situación.

Las emociones han estado con el ser humano –específicamente el Homo sapiens- desde que desarrolló un grado de consciencia suficiente para crear del instinto la emoción más primitiva de todas: el miedo.

Gracias a ella nuestros antepasados pudieron sobrevivir y asegurar su evolución hasta nuestros días. Esta, siendo la primera emoción negativa, fue secundada por otra que también tuvo su mérito en el hecho de la supervivencia… la ira.

La ira les proveía de una alerta automática frente a posibles daños e inyectaba adrenalina, tensión muscular y aumento en el ritmo cardíaco como preparativo para atacar si era necesario, o la resistencia para huir en el peor de los casos.

El estudio del profesor de neurociencia cognitiva de la Universidad de Aalto en Finlandia, Lauri Nummenmaa, en cinco experimentos sucesivos con una muestra de 703 personas localizó en qué lugar de su cuerpo percibía qué emociones, concluyendo que los mapas de ira y miedo son muy parecidos entre sí.-

Historia de las emociones

A fines de simplificar su comprensión se englobará en el término “mente” a todos los procesos mentales del cerebro.

Diversos compendios de títulos de estudios, científicos e investigaciones abordan el tema de las emociones, podemos nombrar algunos de los más importantes en orden cronológico:

Charles Darwin  (1872): publicó el libro La expresión de las emociones en el hombre y los animales. Los simios y los humanos expresan sus emociones a través de las expresiones faciales – (Boyes, 2007).

Paul Ekman y sus asistentes elaboraron un atlas de emociones faciales y consideraron seis emociones universales: sorpresa, ira, tristeza, asco, miedo, y felicidad – (Pinel, 2007).

Daniel Goleman, en su libro Inteligencia Emocional, usa como referencia las emociones relatadas por Ekman, las agrupa en familias y suma dos más: amor y vergüenza – (Goleman, 1995).

Eduard Punset en su libro Universo de emociones retoma las emociones de Ekman y agrega otras: ansiedad, emociones sociales y emociones estéticas, agrupándolas en universos y congrega más de 300 variaciones – (Punset, Bisquerra & Gea, 2017).

Entonces ¿Qué son las emociones?

Sabemos que son importantes, y si bien suelen ser subestimadas, las emociones son potenciadores o perjudicadores de nuestra salud mental –e incluso de la física en ocasiones-; por lo que es importante saber que son el resultado de cambios y adaptaciones propiciados por nosotros como especie para sernos de utilidad en nuestro desarrollo.

Se conocen seis como las emociones básicas y sus combinaciones pueden producir hasta 300 sentimientos derivados distintos y complejos. Estas son la alegría, el asco, la ira, el miedo, la sorpresa, y la tristeza.

Imagen: Las emociones básicas y sus derivados, agrupados en un gráfico circular – PsiMédica.-

La ira, ese fuerte indeseado

Es aquella presente en situaciones mayormente negativas, especialmente cuando surgen situaciones de conflicto, difíciles o frustrantes con los demás o con nosotros mismos; esta puede oscilar entre un simple enfado hasta el profundo odio.

Se pueden diferenciar tres respuestas al estímulo dentro de la ira:

La primera “es una respuesta corporal, en la que nuestro cuerpo se activa para la defensa o el ataque. Nuestro ritmo cardíaco aumenta al igual que nuestra respiración se acelera, nuestros músculos se tensan y el flujo sanguíneo se dispara preparándonos para actuar ante una amenaza percibida”. Según la apreciación de la psicóloga general sanitaria, Sara Montejano, fundadora del portal PsicoGlobal.

Asimismo, la segunda respuesta es “cognitiva, es decir, depende de nuestra manera de interpretar las situaciones. Cuando estamos inmersos en una situación, esta por sí sola no tiene ningún valor emocional, es la valoración personal que hacemos de ella la que le confiere un significado”.

Igualmente, la Dra. Montejano identifica una tercera y posterior reacción. “Tiene que ver con la gestión conductual en estas situaciones. La conducta en estas circunstancias está orientada para defendernos de aquello que se interpone en nuestro camino y para ello se genera una energía interna que mueve a la «destrucción del obstáculo» y hace énfasis en la diferenciación entre ira y agresividad puesto que esta última, es una acción tomada en respuesta a la primera según la conducta aprendida del sujeto.

Imagen: Representación de la «ira» como emoción básica en la película de Disney/Pixar, ‘Inside Out’.-

¿Cómo convivir con la ira?

El primer paso es entendiendo que no es nuestra enemiga, al contrario, si sabemos canalizarla y aprovecharla, ella nos brindará ayuda en ciertos aspectos.

Nos da energía. Nos da fuerza para acometer acciones que normalmente nos costarían más, y nos da coraje para resolver conflictos. También nos brinda firmeza para defendernos, sin retroceder ante las injusticias e inteligencia para buscar alternativas en pro de lograr nuestro cometido que se ha visto frustrado o cancelado.

Consejos para manejar la ira

Sabiendo de sus propiedades, es vital procurar hacerla nuestra aliada:

Encontrar la causa del enojo y expresarla de manera adecuada: identificar lo que nos molesta para luego hablar sobre ello de manera eficiente y directa.

Entrenar la empatía: ponerse en el lugar del otro para evaluar el panorama desde otra perspectiva.

Practicar el respeto como arte: nos molestamos cuando percibimos una falta de respeto hacia nosotros, pero, así como exigimos debemos brindarlo.

No sucumbir al resentimiento: no dejemos problemas de ira sin resolver de nuestro pasado, puesto que estos pueden ser detonantes de pequeños inconvenientes en el presente.

Recurrir a la relajación: bien sea por respiración, meditación, caminar, escuchar música, escribir o cantar, debemos distraer nuestro enfoque de lo que nos molesta.

Imponer distancia: si pese a todo aún sientes ira aumentando, lo mejor es cortar; bien sea saliendo del lugar, contando hasta 10 o quedándote en silencio dando por terminada la discusión, mientras buscas la calma para zanjar el asunto.

Imagen: Un buen consejo de sabiduría popular y científicamente comprobado para el manejo de la ira, es el hecho de respirar profundo y contar del 1 al 10 para lograr un mejor enfoque.-

Ya lo decía Elsa en su canción más emblemática de Frozen, “Mirando a la distancia, pequeño todo es”, una buena analogía de la ira, sus causas, sus consecuencias y, por último, su superación.

Y tú, ¿ya evaluaste qué te produce ira?

Con la información de Psicoactiva / Psicoglobal / Urbantecno / Foto; Shutterstock

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