Los jardines aportan salud y forman parte esencial de nuestra conexión con la naturaleza, sobre todo cuando vivimos en zonas urbanas. A menudo encontramos en ellos múltiples plantas de ornamento, como rosas, lavanda o geranios, entre otras. Estas resultan muy populares, ya que sirven para armonizar espacios con sus colores y aromas, así como para usos terapéuticos de relajación.
Además, un jardín también puede convertirse en huerto y proporcionar alimentos frescos y sanos como tomates, calabacitas o calabacines, pepinos, etc. Esto promueve una dieta equilibrada y contribuye a la seguridad alimentaria.
Sin embargo, cuidar las plantas puede presentar retos y desafíos. Por ello resulta importante conocer las características de cada una de ellas: cuánta agua necesitan, qué tipo de suelo o sustrato es mejor y, sobre todo, cómo protegerlas de ciertas plagas y enfermedades.
En la jardinería, es crucial encontrar métodos económicos, sostenibles y fáciles de aplicar para el cuidado de las plantas. El ácido acetilsalicílico, comercialmente conocido como aspirina, se ha utilizado con éxito para protegerlas. Pero, ¿cómo funciona?
En este artículo explicaremos qué evidencia científica existe sobre el uso de este compuesto en algunas plantas y los resultados obtenidos de manera rigurosa en laboratorios alrededor del mundo.
¿Por qué el ASA ayuda a cuidar las plantas?
Como decíamos, la aspirina es el nombre comercial que la compañía Bayer asignó al ácido acetilsalicílico (ASA). Se trata de un derivado del ácido salicílico, una hormona vegetal. Esta hormona es producida naturalmente por las plantas como respuesta de defensa ante enfermedades. Actúa como un metabolito secundario esencial para las plantas, ofreciéndoles varios beneficios importantes. Ayuda a fortalecer su sistema inmunológico, mejorando su resistencia frente a condiciones adversas y promoviendo un crecimiento saludable.
El uso de ASA en el cuidado de plantas de jardín es sorprendente y ha sido aplicado por investigadores como sustituto del ácido salicílico, sin presentar ningún riesgo de fitotoxicidad y con efectos benéficos similares.
Al rescate de las flores
Las plantas de los huertos brindan alimento, colores, aroma y relajación. También podemos expresar nuestro cariño a alguien especial regalándole flores del jardín. Pero, lamentablemente, se marchitan con el paso de los días, ya sea debido a que han sido cortadas o por el fin de su ciclo natural, a través de un proceso de muerte celular conocido como senescencia.
El ASA retarda la senescencia de las plantas, debido a que activa respuestas antioxidantes que reducen el estrés oxidativo. Es decir, disminuye las sustancias oxidantes que dañan la flor. Como resultado de su aplicación, se ha logrado incrementar el tiempo de vida de las flores, con casos de éxito entre los que destaca el girasol.
Por lo tanto, si buscamos prolongar la vida de flores ya cortadas, podemos moler una aspirina, disolver 0,1 gramos en un litro de agua y usar esta solución para sumergirlas o como agua de riego.
Metabolitos secundarios para evitar plagas
Los fitoquímicos en las plantas son los responsables de algunos aromas, colores y de propiedades atribuidas que pueden ser medicinales. Además, sirven como protección contra herbívoros, atraen polinizadores y mejoran la adaptación ambiental.
Entre estos, se incluyen aceites esenciales (lavanda, romero), alcaloides (belladona, dedalera), terpenos aromáticos (eucalipto, lavanda), glicoalcaloides defensivos (tomate, papa), así como compuestos fenólicos y flavonoides (antioxidantes que caracterizan a la manzanilla).
Se ha observado que la aplicación de ASA en diferentes etapas de crecimiento vegetal puede modificar el contenido de estos fitoquímicos. Su utilización, en el momento adecuado, puede hacer la diferencia en el cuidado de las plantas.
Por ejemplo, para mejorar la calidad de variedades con flores, podemos rociar una solución de ASA disuelta en agua cerca de su etapa de floración. En cambio, si se queremos proteger la planta frente algunas plagas, elevando el contenido de sus metabolitos secundarios, deberemos aplicarla de manera periódica en cantidades adecuadas y sin abusar de su uso, ya que podría generar efectos adversos.
Un estímulo frente a condiciones climáticas adversas
Las plantas son organismos que no pueden moverse y, por lo tanto, deben adaptarse a las condiciones de su entorno. Esto les puede causar estrés. Si no son capaces de integrarse al medio, su destino no será otro que secarse y morir.
Otro de los beneficios, muy estudiado y documentado, que el uso de ASA aporta a las plantas es la repuesta favorable a condiciones adversas.
El agua es el principal aliado que permite a las plantas realizar funciones vitales como la fotosíntesis y mantener la turgencia de las células. La falta de agua provoca marchitamiento, hojas amarillentas, crecimiento lento y menos flores.
Y es aquí donde entra de nuevo en juego el ácido acetilsalicílico. El ASA puede ayudar a las plantas a sobrellevar mejor los efectos negativos del estrés hídrico (sequía) al regular el cierre de los estomas, las “puertas” de las plantas. Así reduce la pérdida de agua por evapotranspiración y, por lo tanto, evita la deshidratación.
Por ejemplo, puede aumentar del contenido del aminoácido prolina en plantas de cebada, mejorando su rendimiento de grano bajo condiciones de estrés hídrico. En consecuencia, la aplicación de compuestos protectores exógenos (como el ASA) puede ser un método para disminuir los daños por sequía en las plantas.
Además, investigadores del Jardín Botánico de West Perth, en Australia, demostraron que el ASA ayuda a resistir mejor el calor y frío en plantas de tomate y frijol, ya que reduce su transpiración.
Más y mejores frutos
Si deseamos producir alimentos en nuestro huerto, seguramente nos interesará obtener un buen rendimiento del cultivo. El uso de ASA puede ayudar también en esta tarea.
Se ha incrementado el rendimiento de la calabacita o calabacín cuando se aplicó ASA, dando como resultado un fruto más pesado. Además, la utilización de ASA en maíz dio lugar a una mejor asimilación de nutrientes, como nitrógeno, fósforo y potasio, lo que proporciona un grano de mayor calidad.
Un uso poco conocido el ácido acetilsalicílico consiste en su aplicación para retardar la maduración de los frutos climatéricos. Con este nombre se define a aquellos frutos que tienen un patrón respiratorio y de producción de etileno durante su etapa temprana de maduración.
Un ejemplo es el kiwi. Se ha demostrado que el ASA disminuye la producción de etileno, la hormona responsable de la maduración de estos frutos. Por su parte, en la cereza, la aplicación del compuesto mejoró las propiedades antioxidantes y los sólidos solubles del fruto (azúcares y vitaminas, entre otros), proporcionado un fruto con mayor textura y sabor. Así que, disolver una aspirina en un litro de agua y rociar un poco sobre estas frutas puede ayudar a mejorar su calidad y mantenerlas mayor tiempo en el anaquel.
Es importante mencionar que el uso de ácido acetilsalicílico en agricultura continúa en investigación y desarrollo. Por lo tanto, la efectividad puede variar según las especies de plantas y las condiciones específicas de su entorno. También es importante no abusar de la aspirina en las plantas, ya que el uso excesivo podría generar efectos negativos.
Joel de Jesús Barba Franco, Estudiante de doctorado, Universidad de Guadalajara
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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