Todos en algún momento hemos soñado con las fiestas fabulosas que nos muestran en las películas o en las redes sociales, un ejemplo claro de ello es el Fyre Fest, un festival que prometía ser uno de los más impresionantes jamás realizados, compitiendo con Coachella, Ultra o Tomorrowland. Te contamos la historia del Fyre Fest, la fiesta que lo tenía todo, pero que terminó convirtiéndose en la peor experiencia…
Las modelos más influyentes de las redes, comida gourmet, grandes estadías de lujo y artistas de gran renombre mundial, eran solo parte de lo que los organizadores del Fyre Fest prometieron a las miles de personas que pagaron entre 1.000 hasta 50.000 dólares para tener la oportunidad de entrar al evento. Todo se resumía a una experiencia inolvidable que se realizaría en una isla privada en las Bahamas, bajo la organización del rapero Ja Rule y el empresario Billy McFarland.
Este festival se realizaría con la finalidad de promocionar una aplicación llamada Fyre App, la cual serviría para contratar de forma directa a diversos artistas, algo así como una especie de Uber, solo que el producto sería un cantante, un atleta e incluso actores.
Sin embargo, lo que los organizadores “olvidaron” mencionar a los presentes, era que todo sería una estafa, una fiesta sin estancias de lujo, ni comida de calidad y mucho menos modelos famosas. Desde su fecha de inauguración, el 28 de abril de 2017, los presentes se dieron cuenta que estaban llegando probablemente a la peor de sus pesadillas.
Un engaño desde el comienzo
Kendall Jenner, Bella Hadid y Emily Ratajkowski, fueron algunas de las influencers que comenzaron a hacer publicidad del festival, publicando videos en sus redes sociales en una grandiosa fiesta en una isla paradisíaca, con música de grandes artistas y un ambiente sin igual; además, en el anuncio del festival se informó que la locación era el Cayo Norman, una isla perteneciente a Carlos Lehder Rivas, capo del Cartel de Medellín y aliado directo del narcotraficante Pablo Escobar.
Miles de personas no tardaron en comprar las entradas, debido al revuelo que causó la idea de ir a una fiesta en una isla que tuviese relación con Escobar; pero, una de las cláusulas del contrato de arrendamiento estipulaba que precisamente no debía mencionarse dicha relación, por motivos de seguridad y privacidad, por lo que el contrato quedó cancelado de inmediato, resultando que McFarland no contara con el lugar ni con el financiamiento, a pocos días de la inauguración.
Después de varias negociaciones, el gobierno de las Bahamas concedió un permiso para utilizar el espacio de una pequeña isla llamada Roker Point, pero continuaron utilizando la publicidad hecha previamente, con una modificación en el mapa, para que pareciese que no había ningún cambio.
Mientras esto ocurría, McFarland se propuso a buscar otras maneras de conseguir el dinero necesario para resolver todo a tiempo, obteniendo un préstamo de 4 millones de dólares, para un evento que, de acuerdo con los asesores consultados por él, no alcanzaría para cubrir todos los gastos estipulados.
La pesadilla…
Sin informar a todas las personas que ya habían adquirido su entrada, los organizadores empezaron a desmejorar las condiciones de lo que ya se había prometido, desde la comida preparada por chefs de lujo, hasta las villas con aire acondicionado que darían refugio a los visitantes VIP. Aparte, faltando pocos días para Fyre, el mismo McFarland envió un correo informando que no se manejaría efectivo en el evento; en este sentido, recomendó depositar entre 300 y 500 dólares, por cada día que estarían en la isla.
Cuando los primeros visitantes llegaron a la isla, se encontraron con una sorpresa no tan agradable… Las maravillosas tiendas de campaña valoradas en 100 mil dólares, eran en realidad unas carpas FEMA para refugiados; la comida gourmet se resumía a simples sándwiches con queso y una especie de ensalada; y la música fue inexistente, pues los artistas que supuestamente estaban confirmados negaron su participación en el festival.
A partir de este momento, todo se volvió una especie de Hunger Games: los presentes luchaban por conseguir una carpa vacía, colchones que no estuviesen mojados por la lluvia y la búsqueda del equipaje era una osadía terrible. Durante los pocos días que estuvieron atrapados en la isla, todos vivieron una auténtica pesadilla, días largos llenos de dudas y miedo, noches muy frías donde algunos ni siquiera tenían dónde descansar.
Gracias a las publicaciones en las redes sociales de los asistentes al evento, donde denunciaban la estafa que estaban viviendo, las autoridades pudieron dirigirse al lugar para iniciar labores de rescate y poner tras las rejas a McFarland.
Una vez que todo estuvo bajo control, en el mes de mayo del mismo año, tanto Ja Rule como McFarland fueron demandados 100 millones de dólares, por daños físicos, mentales y económicos a todos los involucrados con el Fyre Fest. Sin embargo, estos cargos solo fueron imputados a McFarland, quien luego de pagar una fianza fue puesto en libertad.
Posteriormente en el año 2018, se le acusa nuevamente de un fraude electrónico, esta vez ofreciendo entradas a diferentes eventos privados a un bajo costo. Luego de que las personas que recibían esta oferta reportaran a las autoridades lo que ocurría, se confirmó la responsabilidad de McFarland. Actualmente cumple una condena de seis años de prisión desde octubre de 2018 con una deuda de 26 millones de dólares.
En febrero de 2019, el rapero Ja Rule anunció en una entrevista para el portal TMZ, que planea culminar el proyecto de Fyre App, con el nombre de Icon, incluyendo un festival musical que cumpla con lo prometido en el pasado; además, declaró que no ha visto los documentales lanzados por las plataformas digitales Netflix y Hulu, donde se habla crudamente de lo sucedido con el Fyre Fest.
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