El 20 de septiembre del año 451, en las llanuras del noreste de Francia, una coalición romana encabezada por el general Flavio Aecio y el rey visigodo Teodorico I contra la alianza de los hunos comandada por su rey Atila, lucharon en la Batalla de Châlons, también conocida como la batalla de los Campos Cataláunicos, una de las más grandes batallas del mundo antiguo, y una de las últimas victorias importantes del Imperio Romano de Occidente.
Antecedentes a la batalla
El nombre de Atila había llegado a todos los rincones de Europa. Algunos pueblos bárbaros enviaban emisarios con propuestas de alianza, mientras otros buscaban apoyo en el decadente Imperio romano de Occidente. La cristiandad se había extendido por gran parte del continente; tanto el Imperio romano de Oriente como el de Occidente, habían abandonado sus antiguos cultos, al igual que diversos pueblos bárbaros que se habían romanizado y abrazado el cristianismo.
Las noticias de los saqueos y la destrucción que había sufrido el Imperio de Oriente a manos de Atila habían llegado a Occidente. Existía el temor a que los hunos se dirigieran al Imperio de Occidente. No obstante, el emperador de Occidente, Valentiniano III, había entablado negociaciones con Atila para destruir entre ambos el Reino visigodo de Tolosa, en la Galia.
Precisamente, esos mismos visigodos eran los que décadas atrás se habían visto obligados a cruzar el Danubio por culpa de la presión huna, habían derrotado a los romanos en Adrianópolis, habían vagado durante años asolando los Balcanes, habían saqueado Roma en el 410, y ahora ocupaban parte de la Galia. El emperador trataba por tanto de aliarse con los hunos antes de que los visigodos supusieran una amenaza para el imperio.
Aunque las supuestas intenciones de Atila eran las de ayudar a los romanos y de expulsar a los visigodos de la Galia, las auténticas eran apoderarse de los territorios del Imperio de Occidente.
Cuando sus huestes se pusieron en marcha hacia la Galia, Aecio hizo gala de su habilidad diplomática consiguiendo una alianza con los visigodos, sus antiguos enemigos, para luchar conjuntamente contra Atila. Mientras tanto, los hunos habían llegado al norte de la Galia y habían comenzado a saquearla. Ciudades como Metz, Reims o Amiens fueron devastadas, y un ejército confederado de romanos, visigodos y un pequeño número de francos, alanos y otros pueblos emprendió camino al norte, dispuesto a enfrentarse a Atila.
El Imperio romano era entonces una sombra de lo que había sido. Corrupto y ajado tras siglos de existencia, agonizaba ante avalanchas de invasores que no podía frenar. Sin embargo, el general Flavio Aecio hizo frente a los ejércitos hunos.
El enfrentamiento
El lugar donde tuvo lugar la batalla fue en algún descampado en la margen izquierda del río Marne, cerca de la ciudad de Châlons-en-Champagne, en el Norte francés, aunque se desconoce la ubicación exacta.
Los dos ejércitos se desplegaron en campo abierto. En los Campos Cataláunicos, que dan nombre a la ciudad de Châlons (Chatalan) y a la Champaña (Champs), Atila y Flavio Aecio, se batieron con sus ejércitos en la que fue una de las batallas más sangrientas hasta aquella fecha.
El ejército confederado romano fue el primero en desplegarse en el campo de batalla. Aecio dispuso a sus romanos en el ala izquierda, sobre una pequeña colina que dominaba el terreno, y situó a los visigodos con su rey Teodorico en el ala derecha. Entre ambos contingentes se colocaron los alanos, para dificultar una posible retirada de estos. Atila llegó a la llanura cuando el ejército confederado romano ya había tomado posiciones.
Pocos datos han trascendido sobre lo que ocurrió a continuación. Se sabe que Atila y su horda huna se situaron en el centro de su ejército, que los ostrogodos hicieron lo propio a su izquierda, frente a los visigodos de Teodorico, y que el resto de pueblos bárbaros se desplegaron a la derecha. Probablemente la intención del rey huno era atacar a los alanos con tal energía que abandonasen el combate. Con la huida de los alanos, el ejército de Aecio quedaría partido en dos, lo que facilitaría rodearlo y destruirlo.
La batalla se prolongó durante horas. Los ostrogodos lucharon ferozmente contra los visigodos, aunque las tropas de Teodorico consiguieron rechazarlos una y otra vez, mientras que los hunos causaban muchas bajas a los alanos. A pesar del temor de Aecio de una deserción masiva alana, tal hecho no se produjo. Los alanos resistieron las constantes acometidas de los jinetes hunos, aunque no pudieron evitar ir cediendo terreno poco a poco. Sobre la colina, los soldados romanos resistían sin demasiada dificultad frente a los descoordinados bárbaros que se lanzaban contra ellos. Sin embargo la mayor presión la estaba ejerciendo Atila en el centro del ejército confederado romano, sobre los alanos, cuyas filas comenzaron a romperse. En ese momento Atila localizó a Teodorico, el rey visigodo, combatiendo en primera fila contra los ostrogodos y lo mató, lo que fue un duro golpe para la moral visigoda.
Sin embargo, la muerte de Teodorico no causó una desbandada visigoda. Su hijo, Turismundo, fue nombrado rey en mitad del combate. Los visigodos contraatacaron con renovadas energías contra los ostrogodos, que fueron rechazados nuevamente. En ese momento la batalla cambió de rumbo. Atila, que había estado a punto de lograr la retirada alana y una posible desbandada visigoda, sufrió la retirada ostrogoda y la resistencia de los alanos y visigodos, que no cedieron a los embates de sus fuerzas. Llegado este momento, Turismundo reorganizó sus filas y ordenó atacar a los hunos. Atila reorganizó sus mermadas fuerzas y huyó del campo de batalla a su campamento, dispuesto a incinerarse antes de dejarse capturar.
El desenlace
Aecio, Turismundo y Atila abandonaron el campo de batalla de Châlons-en-Champagne dejando tras de sí unos veinte o treinta mil cadáveres.
La batalla adquirió una reputación de carnicería. «Cadavera vero innumera», decían los romanos, traducido como: «Verdaderamente innumerables cantidad de cuerpos!»
Châlons fue relevante por varias razones: fue el primer conflicto importante que implicó grandes alianzas de ambos lados, la lucha de una manera coordinada. Algunos historiadores sostienen que Châlons fue una batalla épica porque el destino de la civilización occidental dependía de su resultado.
En última instancia, demostró que Atila era vulnerable, deshizo su reputación como un conquistador invencible, y se detuvo el avance de los hunos en Europa Occidental. También marcó una de las últimas grandes victorias del Imperio Romano de Occidente.
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