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Exigencia o Excelencia: ¿cuál es la diferencia para liderar mejor?

Exigencia o Excelencia: ¿cuál es la diferencia para liderar mejor?

Por Daniel Colombo | “Nosotros no vemos las cosas como son, las vemos como somos nosotros”, dice el Talmud, un libro esencial del judaísmo. Y es así: todos tenemos filtros basados en las propias percepciones y consideraciones que impiden ver la realidad de las cosas.

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Las experiencias de vida, las expectativas, los juicios y las interpretaciones suelen interponerse en la visión que tenemos, ya que somos seres interpretativos por naturaleza.

Hay una distinción importante dentro del mundo empresarial por el que muchas personas siguen siendo jefes cuando se llaman “líderes” a sí mismos: exigencia versus excelencia.

En el contexto del trabajo, la exigencia es un atributo valorado ya que se dice que ser exigente (al igual que ser obsesivo, por ejemplo) es positivo. El ser exigente con uno mismo es algo que se escucha en el mundo laboral. La idea es que todo esté en su justa medida.

Para empezar a entender, quizás esta idea traiga luz sobre el tema:

Exigencia: foco en el resultado puro. Hacer las cosas como sea, incluso con un enorme desgaste físico, mental y emocional que, por lo general, tiene consecuencias en la salud y las relaciones de las personas. Mantener una tensión extrema aún en cosas mínimas, y vivir en la sensación de que nunca se llega a tiempo y la prisa y la urgencia (o, mejor dicho, emergencia) domina todo.

Excelencia: foco en el camino, que nos lleva al resultado. Desde esta perspectiva, la mirada está puesta en el proceso que hacemos como profesionales y equipos para lograr los objetivos. Se aprende, se observa y se dirige ágilmente hacia el logro. Excelencia también es sinónimo de una calidad superior que se obtiene al hacer las cosas con dedicación, espero y poniendo todo de parte de cada uno de los involucrados.

Podría decirse que, en términos de productividad personal y profesional, la exigencia es desgastante de los recursos, y la excelencia es un dínamo de energía y potenciador inagotable de las habilidades y talentos.

• Rasgos:

Para empezar a distinguir entre la exigencia y la excelencia, podemos enfocarnos en comportamientos que tienen las personas en cada forma de accionar:

Algunas ideas:

. El exigente busca la perfección. El excelente se enfoca en mejorar permanentemente.

. Alguien exigente genera tensión, ansiedad, frustración y decepción por querer controlar todo. La excelencia, en cambio, desarrolla la responsabilidad personal y el compromiso con los objetivos a lograr.

. Una persona exigente vive los errores como fallos, y suele ser muy duro consigo y con los demás; por eso suele generar miedo al error. En la excelencia, se lo interpreta como aprendizaje continuo.

. Desde el universo emocional, la exigencia genera desconfianza, miedo, ansiedad, temor a represalias o a ser juzgado o denostado; mientras que el enfoque en la excelencia promueve la empatía, la confianza y el saber que se cuenta con los recursos internos para sobrellevar situaciones.

Cómo dejar de ser exigentes y pasar a ser excelentes

  1. Actuar como si. Preguntarte “¿Cómo serían las cosas si…” puede ser un buen punto de partida. Empezar a confiar y a delegar tareas. Quizás debas supervisar más al principio, aunque esa entrega del poder sin querer estar controlando todo, te ayudará a adquirir flexibilidad y disposición al cambio y a la transformación. Es un proceso paulatino.
  2. Reconocer los logros. En la exigencia el foco está puesto en el error (al igual que hacen las personas perfeccionistas: se fijan sólo en el error). Comparte, felicita, aplica el salario emocional con tu equipo.
  3. Practica el feedback y feedforward. En un entorno exigente no existe la retroalimentación: sólo hay críticas, por lo general, destructivas, sin considerar el universo emocional de los demás. En la excelencia, el feedback enriquece a todos, y el feedforward plantea escenarios de futuro compartido como forma de estimular el crecimiento.
  4. Modifica tu modelo mental de lenguaje. La persona exigente vive descalificándose y haciendo lo mismo con los demás con expresiones como “soy un desastre”, “esta posición te queda grande”, “siempre cometes los mismos fallos”. En la excelencia se busca el aspecto positivo. “sé que puedes hacerlo mejor”, “necesitamos corregir para lograr un resultado de mejor calidad”.

Aplicar la distinción de exigencia versus excelencia te conducirá a entrenarte como un líder más asertivo, cercano y colaborativo. Puedes empezar ahora mismo con tu auto liderazgo en cualquier actividad que realices: el momento de mejorar siempre es ahora.

Foto: Shutterstock

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