Por Michel Rodriguez | El Bora nace con una clara intención: mostrar al mundo una nueva era en Maserati, el nombre Bora, siguiendo la tradición de llamar a sus carros con nombre de vientos, nace del viento Bora, una corriente de viento que surca por los cielos a más de 100km/h por el Adriático y el Mar Negro. Pero el Bora, al representar una nueva era, da muestras de ser viento de cambio en Maserati: mucha tecnología y seguridad, pero con estilo, eso hacía al Bora especial, pero ese viento duraría poco por malas decisiones de la casa matriz del fabricante y sólo se produciría por 7 años. En estas líneas contaré por qué duró tan poco un automóvil tan importante en la historia de Maserati, el por qué el Maserati Bora no pasó de ser un efímero viento de cambio.
Antes y después
Para entender el plan del Bora, “Mostrar una nueva era en Maserati” hay que entender a Maserati en un ante y un después de 1968. Antes de 1968 Maserati era un nombre pesadísimo en el ámbito automotriz, un gigante del automovilismo que se civilizaba con el Maserati 3500 GT, su primer carro de producción en masa o el Quattroporte, el primer sedán de lujo de la marca, automóviles finamente esculpidos, ¡bellísimos! Pero su gran problema era su obsolescencia en términos técnicos, a saber: El Maserati 5000GT fue un exclusivo carro del que se hicieron solo 36 unidades a 14.000US$ como precio de venta en su momento, que en moneda de hoy serían casi 130.000, un automóvil de alta alcurnia, en cuyo diseño se involucró el Shah de Persia, es decir, un automóvil super exclusivo y caro, pero que tenía frenos de tambor en las ruedas traseras, eso es algo que se esperaba de un Chevrolet o un Ford o un Austin, no de un carro de alto perfil.
A partir de 1968 la cosa cambia porque Citroën compra Maserati y eso beneficia a la marca italiana porque ahora si hay dinero para crear cosas nuevas, que antes no se podía porque el dinero no alcanzaba para hacer mucho. Así que ésta nueva etapa debía representar el cambio más radical en la historia de la firma.
El Tipo 117
El Bora pretende ser una herramienta comunicacional que muestra un nuevo discurso, en Citroën se confía en las capacidades técnicas de Maserati, de hecho, ellos hicieron el motor del Citroën SM, así que para el proyecto Tipo 117 que es el nombre de fábrica del Bora, Citroën dió libertad creativa a Maserati pero con 3 elementos que debían estar en el nuevo automóvil y que no eran negociables: 1) Seguridad. 2) Comodidad, y en eso Citroën era maniática y 3) Aerodinámica.
Giulio Alfieri, la mente brillante de la ingeniería de Maserati inició el proyecto en octubre de 1968, justo despues de que ambas firmas estuvieran unidas y aquí es en donde comienza la magia del Bora:
El chasis es una estructura tubular de acero, a la cual se soldaba el piso, a ése mismo chasis se suman el primer sistema de suspensión independiente en las 4 ruedas en la historia de Maserati y un sistema de frenos de disco en las 4 ruedas que resultaba también innovador en la historia de la marca. Cumpliendo palabra en el ámbito de seguridad, a esa estructura se incorporan innovadores sistemas hidráulicos que controlaban la dirección, la suspensión y los frenos del automóvil, sistemas que quizás para muchos dentro de Maserati eran “hechicería” y no en un sentido peyorativo, pero era algo jamás visto en los talleres de Maserati.
En cuanto al motor, no hay mucho que inventar, se usa el mismo motor V8 de 4.7lts y 310hp, el mismo del Maserati México y el Ghibli, es la misma solución mecánica que ha resultado confiable, pero lo revolucionario es su ubicación porque este es el primer Maserati con motor central en la historia de la marca, otro punto para el Bora. Este motor luego evolucionaría y pasaría de tener 4.7lts y 310hp a tener 4.9lts de cilindrada y 320hp., con una caja ZF manual de 5 velocidades, el Bora alcanzaba y superaba los 280km/h.
Además de las soluciones radicales en el ámbito técnico, está su diseño, tan estilizado y bajo, de hecho bastante pegado al suelo, su coeficiente de arrastre es de 0.30 lo que lo hace uno de los más bajos y de paso es una creación que no implicó estudio de aerodinámica alguno. El creador de ésta joya es el Sr. Giorgetto Giugiaro, el mejor diseñador automotríz del siglo según un consenso de 133 periodistas de 32 países; de paso, el automóvil es el primer gran proyecto del estudio de diseño Ital Design que Giugiaro había recién fundado. De nuevo, punto para el Bora.
En este mismo aspecto estético se destaca el uso del acero pulido, que se usa para crear el techo del automóvil y los rines, que le dan una apariencia que inspira clase, estilo y seriedad, además de aires futuristas. No se puede dejar de mencionar el juego del acero pulido con diversas combinaciones de cromo que juega además con colores atractivos de la época como el rojo, el azul celeste metalizado o el dorado, bastante atractivos en un automóvil de apariencia futurista.
Dado que el motor es de posición central, su acceso se da por la apertura de adelante hacia atrás de un panel que abarca desde la mitad del automóvil hacia atrás, un panel que con un vidrio trasero enorme, acompañado de otras 2 piezas de vidrio laterales, dan una visibilidad desde el habitáculo y hacia el vano motor, que para ser visualizado, debe levantarse una tapa forrada en fina tela y materiales aislantes de calor y sonido.
El interior es otra exquisitez, en donde predomina la piel de bufalo con combinaciones en telas variadas, destaca un bellísimo y para la época completo tablero, con una consola central que separa los 2 asientos, en esa consola hay una “persiana” que cubre el cenicero y encendedor de cigarros, algo que jamás faltaba en un automóvil italiano. Un detalle curioso es que el radio está colocado en el extremo izquierdo del tablero, tan al extremo, como para quedar entre el volante y la puerta del conductor.
Adentro hay también elementos revolucionarios como el hecho de que la pedalera y el volante sean de posición variable, tanto en altura como en profundidad, también movidos por los sistemas hidráulicos que Citroën aportaba, lo mismo sucede con el apoya cabezas, que podía variar en altura y por si fuera poco, se equipaba con aire acondicionado, algo que poco se veía en un super deportivo, para no decir que el Bora era el super deportivo mejor equipado del momento.
Pero el Bora más que un super deportivo es un Gran Turismo con líneas de super deportivo, porque a diferencia de los Ferrari o Lamborghini de la época, el Bora era por sus dimensiones, un automóvil controlable a alta y baja velocidad.
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