El suero de la verdad, conocido científicamente como Tiopentato de sodio, era utilizado como un anestésico a principios del siglo XX, eso hasta que se descubrió que también tenía otro uso: Hacer que las personas dieran respuestas ciertas, sin lugar a mentiras o inhibiciones.
Si bien su efectividad no ha sido comprobada al 100%, el suero de la verdad si ha sido utilizado en investigaciones policiales y con prisioneros de guerra, pero no se le considera infalible ni confiable.
El Tiopentato de sodio nació como un anestésico que, si bien lograba calmar en algo el dolor, no dejaba inconsciente a las personas. Al quedar en un estado de semi conciencia, los médicos se dieron cuenta que daban respuestas inmediatas y sin censura a una serie de preguntas.
Justamente, lo que hace esta droga es remover las inhibiciones y paredes que todos levantamos de forma casi inconsciente. Los siquiatras lo usaron en soldados que volvían traumatizados de la guerra, pero tenían miedo de contar sus experiencias. Así, obtenían la información necesaria para ayudarles.
La voz salió de los consultorios médicos y llegó a los detectives, que vieron en el Tiopentato de sodio un remedio mágico para conseguir confesiones criminales. Incluso, algunos gobiernos lo utilizaron para averiguar secretos en prisioneros de guerra.
Pese a su uso, el suero de la verdad nunca fue considerado como una prueba legal. Las confesiones obtenidas no podían utilizarse como pruebas, pero sí eran útiles para ayudar a las investigaciones.
¿Funciona realmente el suero de la verdad?
La respuesta es sí y no. Al eliminar las inhibiciones, la persona comienza a relatar una cantidad impresionante de hechos. Pero muchos de ellos son salidos de la fantasía que puede provocar un barbitúrico, por lo que es difícil extraer que secciones son ciertas o cuales corresponden a delirios.
Si alguien se niega a decir algo, es mucho más probable sacarle la verdad cuando está bajo el efecto del Tiopentato de sodio, pero también que exagere hechos o, simplemente, construya una historia ficticia.
Con información de: ojocientifico.com | Foto: Inyectadora – Shutterstock
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