Menú
El papel de los vicepresidentes de EE. UU.: ¿qué le espera a J. D. Vance en los próximos cuatro años?

El papel de los vicepresidentes de EE. UU.: ¿qué le espera a J. D. Vance en los próximos cuatro años?

Los vicepresidentes en Estados Unidos cumplen funciones muy limitadas, por eso su importancia depende más de su liderazgo. Si J. D. Vance aprovecha su momento, podría convertirse en sucesor de Trump.

El pasado 24 de enero, el Senado de Estados Unidos confirmó a Pete Hegseth como secretario de Defensa tras un proceso difícil, marcado por acusaciones de agresión sexual y otras controversias personales y políticas. La nominación, considerada la más polémica de Donald Trump, se estancó en una votación empatada: 50 votos a favor y 50 en contra. ¿Cómo se resolvió el desempate?

CULTURIZANDO EN WHASTAPP

Formalmente, el vicepresidente de Estados Unidos ejerce como presidente del Senado, pero este rol suele limitarse a funciones ceremoniales. Hay algunas excepciones como los casos de empates en las votaciones, que son poco frecuentes, pero decisivos para la administración.

Actualmente, los republicanos cuentan con 53 senadores frente a 47 demócratas, pero casos polémicos como el de Hegseth exponen divisiones internas de la bancada. Las senadoras Lisa Murkowski y Susan Collins, conocidas por su independencia, se unieron al bloque opositor. A ellas se sumó el exlíder republicano del Senado, Mitch McConnell, quien, al votar en contra, dejó claro que no es un aliado incondicional de Trump, consolidando su ya creciente impopularidad entre los seguidores del movimiento MAGA (Make America Great Again).

En este contexto, el vicepresidente J. D. Vance desempató la votación a favor de Hegseth, un movimiento crucial para la administración Trump en sus primeros días. Es probable que Vance deba seguir desempeñando este papel en futuros casos igualmente importantes, como nominaciones a la Corte Suprema o proyectos de ley sensibles. Aunque solo puede votar en casos de empate, esto lo posiciona como una figura clave en el Gobierno.

Sin embargo, su relevancia trasciende lo meramente formal: J. D. Vance representa, nada menos, que el futuro del Partido Republicano.

El héroe del trumpismo

Inicialmente crítico de Trump, Vance se ha convertido en un aliado fundamental y en un héroe del trumpismo. Está comprometido con la agenda del presidente mientras mantiene su formación intelectual conservadora, profundamente influida por la tradición católica, religión a la que se convirtió hace algunos años. Con este perfil, Vance logra aglutinar tanto a los herederos más tradicionales de Ronald Reagan como a los fervientes militantes del MAGA.

Aunque no todos los vicepresidentes se proyectan como sucesores, Vance tiene un escenario sumamente favorable. Trump no podrá aspirar a un tercer mandato y dejará la Casa Blanca con 82 años, lo que exige un relevo generacional en el liderazgo del partido. A sus 40 años, Vance está apenas comenzando su carrera política, pero lo hace desde la cima, a un paso de la presidencia en el país más poderoso del mundo.

La trayectoria de Vance es excepcional, considerando los desafíos que enfrentó en su infancia y adolescencia, descritos en su libro de memorias, Hillbilly, una elegía rural. Con críticos y defensores, es un best seller que generó una discusión nacional y fue adaptado posteriormente en una película de Netflix, lo que le permitió alcanzar la fama antes de ingresar al Senado por el estado de Ohio.

En sus páginas, Vance narra los dramas familiares de su infancia, como la adicción de su madre y el abandono de su padre. Mezclando autobiografía y análisis social, el libro conectó con los lectores al retratar no solo las vivencias de su familia, sino también la crisis cultural que afecta a regiones como los Apalaches y los estados del “cinturón de óxido” en Estados Unidos.

Su formación educativa

Además de su juventud, J. D. Vance ha demostrado una inteligencia destacada que lo llevó a estudiar Derecho en la prestigiosa Universidad de Yale, a pesar de haber tenido una educación escolar precaria. Este talento quedó en evidencia durante su debate con Tim Walz, compañero de fórmula de Kamala Harris, en el que expuso una suficiencia argumentativa superior a la de su jefe.

Esa capacidad será un activo clave para Trump durante los próximos cuatro años, ya que el vicepresidente también actúa como asesor presidencial. Además, está por verse cuáles serán los temas que el presidente le asignará para liderar, una tarea tradicional de la vicepresidencia.

Por ejemplo, a Kamala Harris su responsabilidad en política migratoria pudo haberle costado la elección de 2024 debido a la crisis en la frontera sur. En contraste, Al Gore, vicepresidente durante el gobierno de Bill Clinton, logró proyectarse como un referente global gracias a su rol en temas de cambio climático. Si Trump pretende posicionar a Vance como su sucesor, deberá encomendarle asuntos estratégicos donde pueda destacar y obtener resultados positivos.

En definitiva, como vicepresidente, J. D. Vance tendrá un papel crucial en un Senado dividido, en la Casa Blanca como asesor y en la implementación de los temas que el presidente decida asignarle. Su desempeño en estas áreas será determinante para consolidarse como el futuro líder del Partido Republicano.

Se espera que durante estos cuatro años Vance crezca políticamente mientras el octogenario Trump cede protagonismo. Sin embargo, algo similar se había dicho ya de la relación entre Kamala Harris y Joe Biden: el nuevo vicepresidente deberá aprender de los errores de su predecesora para evitar repetir su historia.

Cristian Rojas González, Profesor de teoría política, Universidad de La Sabana

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

--

--


Lo que más gusta

Lo más destacado