Seguro que muchos se han preguntado alguna vez la razón de la extraña distribución de las letras en los teclados que hemos utilizado siempre. La explicación se remonta al siglo XIX, cuando se empezaban a comercializar las primeras máquinas de escribir.
El inventor del teclado Qwerty es el estadounidense Christopher Latham Sholes (1819 – 1890). Se inició en el oficio de la imprenta, trabajó como editor de algunos periódicos y llegó a ocupar un cargo público en Milwaukee pero su verdadera afición era la mecánica a la que dedicaba sus ratos libres.
Después de inventar y patentar una máquina de numerar encontró una revista especializada donde se describía el funcionamiento de una máquina de escribir inglesa. Sholes aplicó el funcionamiento de su máquina de numerar a la idea de la máquina inglesa y en 1867 creó una nueva máquina de escribir, la primera que tendría éxito en Estados Unidos.
Ni Sholes ni sus socios, Glidden y Soule, tenían los recursos económicos suficientes para comercializar su invento así que le vendieron los derechos a la empresa E. Remington & Sons en 1873. El éxito de la máquina venía dado por su tamaño y porque se escribía mucho más rápido con ella que a mano.
A pesar de ello presentaba un problema: una vez se alcanzaba cierta velocidad tecleando las varillas que imprimían los caracteres chocaban unas con otras y se atascaban ralentizando el ritmo de escritura.
En este problema reside el origen del teclado Qwerty. En la máquina original las letras estaban colocadas por orden alfabético, Sholes las redistribuyó separando las parejas o grupos de letras que suelen ir juntos en la escritura inglesa.
La idea fue elaborada con la ayuda de James Densmore. Con la técnica de mecanografía más usual para este teclado, en posición de descanso, cuatro dedos de cada mano se colocan sobre la fila central de letras, F y J tienen un distintivo al tacto para reconocerlas y teclear sin necesidad de mirar hacia el teclado.
En 1874, Remington sacaba a la venta la nueva máquina de escribir con el teclado que se convertiría en el Estándar hasta nuestros días, el Qwerty. La máquina se hizo pronto muy popular, sobretodo en aquellos gremios donde la velocidad de escritura era realmente importante. Cuando aparecen los primeros ordenadores para sustituir la máquina mecánica las oficinas no quieren perder el tiempo reacostumbrándose a otro tipo de teclado, por eso desde un principio los ordenadores han sido diseñados con Qwerty. Era lo más rentable para todos.
La fidelidad a este primer modelo de teclado alcanza también la tecla «Shift”. El primer teclado tan solo escribía en mayúsculas, la Remington nº 2 incorporaba la tecla Shift (to shift: desplazar), esta tecla movía el carro de las varillas y se imprimía con la minúscula. Con los nuevos modelos de máquinas de escribir, este desplazamiento ya no era necesario pero se ha respetado el nombre de la tecla para indicar el cambio de mayúsculas a minúsculas.
La ergonomía de Qwerty es la característica más dudosa o criticada del invento. La distribución de las letras obliga a trabajar mucho más a la mano izquierda que a la derecha, lo cual supone un desequilibrio y un esfuerzo añadido para los diestros.
Además, también se critica el hecho de que una de las filas de letras que más trabaja es la superior, cuando la fila central es mucho más cómoda. Algunos sacan de estas características una ventaja ya que al usar mayormente la mano izquierda, la derecha queda libre para utilizar el ratón del ordenador.
Cuando aparecieron las máquinas de escribir electrónicas en 1930 y, más tarde, las computadoras las voces que criticaban la falta de velocidad de Qwerty se fueron acallando. Nunca se llegó a demostrar que hubiera otro teclado superior al original. A pesar de ello, todavía hay algunos especialistas que ponen en duda la eficiencia del teclado y han llegado a hablar del fenómeno Qwerty como una falla de mercado.
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Fuente: maestrosdelweb.com
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