En un cuaderno de apuntes del arquitecto francés Villard de Honnecourt, de 1250, aparece un artilugio parecido a un gato elevador: se accionaba a mano y se transportaba con facilidad. Pero el más parecido al actual empezó a emplearse en Flandes, en 1840. Como ahora, se utilizaba para enderezar los carruajes que hubieran perdido alguna rueda, algo de lo más habitual en aquella época.
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