Dentro de la mitología griega, Hermes es conocido como el dios mensajero, protector de los comerciantes y los ladrones. El ingenio de la deidad lo hizo responsable de grandes hurtos, como el del ganado de Apolo en el día de su nacimiento.
El nacimiento y primera fechoría de Hermes
Uno de los muchos hijos de Zeus, rey del Olimpo, fue Hermes. En una de sus aventuras, el dios del rayo engendró junto a Maya, hija del titán Atlas, a Hermes, quien se convertiría en el dios de los mensajeros, comerciantes y ladrones.
Maya lo dio a luz en una cueva en el monte Cilene, allí en su cuna, recubrió a Hermes con mantas para protegerlo. El bebé no tardó en demostrar su ingenio y logró zafarse de las mantas, huyó de la cueva y se dispuso a recorrer el mundo.
En un instante llegó a Tesalia, donde el dios Apolo tenía su rebaño con vacas, bueyes, terneros, toros y ovejas. Hermes hizo uso de su ingenio para robar el ganado, atando ramas en sus colas. De regreso a la cueva, hizo que los animales caminaran en reversa para confundir con sus huellas.
Negocio con Apolo
Cuando regresaron a la cueva, Hermes se topó con una tortuga a la que asesinó. Sacrificó a una parte del rebaño que robó y con sus tripas y el caparazón del animal creó la lira. El resto del ganado de Apolo sería ofrecido en un banquete a los dioses en el Olimpo.
Gracias al don de la ocularidad, con el cual podía ver todo, Apolo no tardó en descubrir que Hermes fue el responsable del hurto. El dios de la luz lo llevó ante Zeus para enfrentarlo a un juicio. El rey del Olimpo le exigió al bebé que regresase al resto de los animales a Apolo.
Cuando los dioses fueron a la cueva en donde se escondía al ganado, Apolo, que estaba fascinado por las artes, vio la lira y decidió negociarla con el bebé Hermes. El dios de la luz ofreció el ganado que no fue robado a cambio del instrumento, pero el dios del comercio no aceptó.
Luego de negociar muchos aspectos, el trato cerró con que Apolo le daría el resto de su ganado, además del don de la ocularidad por medio de ciencias auxiliares y el símbolo que lo representaría, la vara del caduceo, a cambio del preciado instrumento.
Luego de ese altercado, Apolo y Hermes forjaron una excelente relación y se convirtieron en grandes amigos. Formaban la dualidad de la verdad y la mentira, elementos representativos del dios de la luz y el protector de los ladrones, respectivamente.
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