Por Pónganse a Leer | Según estudios científicos, todo el conjunto de neuroquímicos asociados con el atletismo, desde la dopamina a la adrenalina a la oxitocina, se desencadenan en un grado similar tanto en los jugadores como en los fanáticos durante un juego, quizá ahí este la razón de por qué hay tanta gente que se vuelve loca con el fútbol.
Aquí en pónganse a leer, estamos siempre a la vanguardia, y a la retaguardia también, hay que decirlo, así que nos vamos a subir a la ola futbolera, de la forma mas descarada posible, porque yo insisto, a mi este deporte me da lo mismo, yo ni veo fútbol, ni me importa un pepino quien gana, ni le voy a ningún equipo de un país que no es el mío, como muchos paisanos, pero si me gusta leer y he leído algunas obras con el fútbol como protagonista y me han acercado a este deporte y me han ayudado a intentar entender cómo es que 22 señores, por 90 minutos, están tan pendientes de una pelota y cómo es que hay otra gente gastándose un dineral en aquello.
La pasión por el fútbol
Según Albert Camus, ese gran filósofo y periodista francés, al que le debemos la gloria de libro que es “El mito de Sísifo”, que solo menciono aquí por no dejar pasar la oportunidad, en el fútbol podemos aprender mucho, así como de la filosofía práctica, porque a partir del fútbol, podemos aprender mucho del comportamiento de los hombres.
Si le preguntamos a un fanático, seguro nos responderán que el fútbol es una pasión. Es un deporte que despierta el interés en las masas, construir nuevos ídolos, cada cierto tiempo. Hacer la vida más placentera, porque es que yo le pregunte a varios amigos y amigas que son fanáticos de hueso colorado de este deporte, y todos coinciden en que el fútbol, hace que los problemas no les agobien, al menos por 90 minutos.
Según un estudio conductual, liderado por Paul Bernhardt, de la Universidad Estatal de Georgia, en Estados Unidos, hay una relación entre la marea de testosterona, (que es una hormona asociada no solo a la sexualidad masculina sino a la autoestima), que experimentaran los atletas, cuando ganan un juego y el estado anímico de los fanáticos del deporte, porque según lo que esta gente probó, es que los fanáticos experimentaba un nivel hormonal similar, al terminar un juego y su equipo es el ganador.
A ver gente, estos científicos, agarraron a unos fanáticos en la final de la Copa del Mundo de Estados Unidos ’94, esos fanáticos eran de los equipos que se enfrentaban, Brasil e Italia. Y el resultado fue que, luego de aplicar una prueba a través de la saliva de los fanáticos, se observó un aumento del 20% en la testosterona entre los fanáticos del equipo ganador, los brasileños, comparado con los tristes fanáticos italianos.
Bernhardt, dijo que “estadísticamente, la correlación es muy fuerte”. Este experimento demostró que la testosterona no necesariamente está únicamente ligada a la fuerza, o a la superioridad. También, se libera luego de un fuerte estímulo, que en el deporte puede ser un gol, una jugada, una victoria. Porque la testosterona se produce en momentos de intensa competencia, incluso si la experiencia es puramente psicológica, es decir, no hay que estar en la cancha para que se produzca esa marea hormonal, de la que les hable hace un ratico.
Nadando en internet, me conseguí con un artículo del portal areacucuta.com, hay 12 razones por las que es genial ser un fanático del fútbol, voy a compartir con ustedes algunas a ver si están de acuerdo.
Primero, según el artículo, el fútbol te hace feliz, de hecho esta gente dice que te da razones para vivir, porque según Simon Kuper y Stefan Szymanski en un libro que se llama “Soccernomics”, la tasa de suicidios en países que asisten a la copa del mundo o directamente en la nación o naciones que alojan a esta, disminuye, sabrá Cristo, cual es la base científica de esta afirmación.
Otra cosa que dicen es que, el fútbol es ideal para relacionarse con nuevas personas, porque cuando la gente descubre que tiene el futbol en común, empiezan a construir vínculos. Bueno mira, para mi este punto de encuentro serían los libros jajajajaja.
También dicen que como hay una gran variedad de opciones actualmente para ver partidos, y muchas de esas opciones son gratuitas, los fanáticos no tienen problemas y preocupaciones para ver a sus ídolos en la cancha.
Otra es que, y esta me dio mucha risa, el fútbol suele formar parte de tradiciones familiares, digo que me dio risa, porque en mi casa esa tradición familiar es el baseball, porque mi abuelo Peter era fanático de los gloriosos Leones del Caracas, ya podrán deducir ustedes cual es mi equipo, y el tenis, por mi tío Omar Cardona, que es arbitro de la Federación Internacional de Tenis, no te llevo nada.
Pero la verdad es que en la mayor parte de las familias, el amor por el fútbol, se transmite de generación en generación y ver un partido en familia es una experiencia linda.
Tres obras para acercarse al fútbol a través de los libros
Bueno gente, como ya les conté, yo no soy muy amigo del deporte, nunca, mira ni de muchachito, yo toda la vida odie educación física, no le veía sentido a esa materia en la que había que salir del salón, a una cancha a sudarse, ahora bendito sea Dios entiendo que el deporte es necesario para tener una vida sana, es importante para la salud de los seres humanos, hacer algún tipo de actividad física.
El primer mundial de fútbol que yo recuerdo es precisamente el de Estados Unidos, en 1994. Ahí fui consciente de que cada 4 años, el mundo se detenía para asistir, unos en los estadios, otros en sus casas, otros en bares y locales comerciales, a los partidos de futbol y que aquello generaba en la gente una pasión casi irracional.
Luego me enteré que había otros torneos, a ver no me crucifiquen, yo toda la vida he vivido con mi mamá, que tiene y tenia en ese entonces intereses distintos al deporte.
“Dios es redondo” de Juan Villoro
Pero como a mi no me llamaba la atención la cuestión, no les paraba mucho, hasta que llego a mis manos un libro, un libro que me acerco al fútbol, mucho mas que cualquier discurso de alguno de mis amiguitos de la infancia que intentaban explicar que carajo le veían a ese deporte, que, para mi era muy distante, súmale también que, en el oriente de Venezuela, en los 90, los chamos jugaban baseball tradicionalmente.
Ese libro es “Dios es redondo” del escritor mexicano Juan Villoro.
Juan Villoro, es un fanático del fútbol desde niño, pero aparte es un escritor prodigioso, y ha unido ambas pasiones (el futbol y la escritura).
Villoro es hincha del Barça, llegó a jugar en las divisiones inferiores de los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México, es aficionado del Club Necaxa, y ha sido cronista en los mundiales Italia 90 para el periódico El Nacional, Francia 98 para La Jornada, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010.
Toda esta experiencia la pone al servicio de sus lectores en “Dios es redondo”, que es crónica de lo mas vibrante sobre el fútbol, al punto de vendernos el deporte como una religión laica que llena los estadios. En el libro Villoro, nos presenta las mitologías y supersticiones del fútbol, y como los fanáticos han construido una teología del deporte.
Villoro reflexiona en la cancha, y en este libro le, rinde tributo a los ídolos de muchas generaciones, y no es precisamente Guillermo Dávila jajaja, si ustedes no son venezolanos googleen el nombre, aquí nos encontramos con un homenaje a los grandes de la cancha como Diego Armando Maradona.
“Dios es redondo” es un libro para los fanáticos, pero también para los que no lo somos, nos contagia en la medida en la que el lector lo permita de la pasión futbolera. El titulo evidentemente hace referencia a la pelota, al balón que gira por la cancha y concentra las miradas de todos.
Villoro, que escribe tan pero tan bien, parece que nos esta contando el cuento en persona, como si lo tuviéramos al lado mientras vamos leyendo, nos cuenta por ejemplo que la FIFA tiene más agremiados que la ONU, directa sobre el contradictorio esplendor de la liga española, y nos lleva con él, en un viaje en el tiempo, hasta los mundiales del siglo XX.
Villoro, trata al fútbol con el mimo, con el que un buen futbolista trata al balón. Villoro propone una hipótesis super interesante y que es parte de la disertación que les contaba al inicio del episodio, para él, el fútbol sucede dos veces, una en la cancha y otra en la mente del público.
Este es un libro exhaustivo y minucioso, contagia la fiebre del futbol, que cierra con una serie de conversaciones con el exfutbolista y exentrenador argentino Jorge Valdano.
“La guerra del fútbol” de Ryszard Kapuściński
Ahora vamos con un libro que yo leí hace poco, que me lo recomendó un objeto de enamoramiento que era fanático del fútbol y le gustaba leer, que por cierto me dejo muy buenos recuerdos jajaja, me recomendó un montón de libros, para que no se estén haciendo ideas de otro tipo.
“La guerra del fútbol” de Ryszard Kapuściński, este autor era periodista, historiador, escritor de novelas, ensayos y poesías, unas glorias los poemas, por cierto. Según Blake Morrison de Bookseller, y aquí voy a citar textual a este caballero “Kapuściński trasciende los límites del periodismo y escribe con el vigor narrativo de un Conrad, un Kipling, un Orwell”. Esto nos da una idea de la calidad literaria de este hombre, al que yo le habría dado un Nobel de Literatura, sin que me quede nada por dentro.
Kapuściński nació en Polonia en 1932, estudió en la Universidad de Varsovia y en su trabajo como periodista, fue corresponsal en algunos de los lugares más curiosos del planeta. Se gano muchos premios literarios en su vida, pero quizá el más significativo para mi es el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003.
Kapuściński era un periodista de esos que se sumergen en la noticia como en un mar, era un tipo andariego que se iba a donde estaba la noticia, y ahí se involucraba de tal forma que por ejemplo cuando estaba en el Congo pensaron que era espía, y estuvo a punto de ser ejecutado por eso. En Nigeria tuvo que escapar de las tropas rebeldes por unas carreteras horrorosas, después de que lo robaran y le dieran un apaliza. Total, que lejos de amilanarse, todas esas experiencias las ponía al servicio de sus cronistas.
Entre 1958 y 1976, Kapuściński estuvo en las zonas más conflictivas del planeta como corresponsal de la agencia de prensa de Polonia. Así cubrió, los levantamientos, golpes de estado, y guerras, pero hubo un enfrentamiento curioso por darle un calificativo, la guerra del fútbol.
Un conflicto de cinco días, en los que Honduras y El Salvador, se sumergieron en cruentas luchas y saqueos, que aparentemente se motivó, por una serie de partidos de fútbol entre los equipos de ambos países buscando la clasificación para la Copa del Mundo.
En esta obra, el autor no se decide por un género en especial, aquí confluyen la autobiografía, el testimonio y el reportaje.
Kapuściński era un fanático del futbol desde niño, de hecho, recordaba en una de sus obras que a los cuatro años, jugaba en el equipo local de Pinsk y que en sus años escolares, lo único que le gustaba era el fútbol, él jugaba de portero en el equipo de escuela, es más este caballero dijo y cito “aquello era un arrebato, un delirio, mi vocación más apasionada”.
Kapuściński llegó en junio de 1969 a Tegucigalpa, el 8 de ese mes y año, se enfrentarían las selecciones de Honduras y El Salvador en partido clasificatorio para el Mundial de México 70. El autor dice en el libro que “en América Latina, la frontera entre el fútbol y la política es tan tenue que resulta casi imperceptible”. Y esa frontera se violentó ese día, cuando la muerte llego al campo de fútbol.
La cosa se empezó a poner candente desde el día anterior, cuando los hinchas hondureños, se pusieron belicosos, reperperosos decimos los orientales, y asediaron a sus rivales salvadoreños, empezaron a lanzar todo tipo de objetos e insultos contra la fachada del hotel donde estaba la concentración.
Al día siguiente, El Salvador perdió el juego, gracias a un gol de José la Coneja Cardona, en el último minuto. Aquel gol fue el causante también de que una jovencita salvadoreña, llamada Amelia Bolaños, se suicidara de un disparo en el corazón, no pudo con la derrota de su equipo.
El 15 de junio, se jugaría el partido de vuelta en el estadio Flor Blanca, en San Salvador. Entonces los hinchas locales, en recuerdo de Amelia Bolaños, pagaron con la misma moneda a los jugadores de Honduras. Los prensa local, le echó más leña al fuego y los salvadoreños estaban desquiciados, al punto que los jugadores hondureños tuvieron que ser escoltados por carros blindados del ejército hasta el estadio. Ese día Honduras perdió.
El gobierno de El Salvador rompió toda relación diplomática con Honduras. La locura se había desatado a ambos lados de la frontera, el fútbol había desatado los ánimos de chovinismo y de histeria seudopatriótica, y la guerra llegó. Pero la cosa es mucho más compleja.
La cuestión es que, en realidad, estos dos países se tenían tirria desde hacía tiempo. Resulta que El Salvador, que es el país más pequeño de América Central, y que tenía la densidad de población más alta de todo el continente americano. Honduras, por su parte, es 6 veces más grande que su vecino. Entonces durante los años 60, miles de salvadoreños habían cruzado la frontera para trabajar y poder alimentar a sus familias. En 1969, los hondureños crearon la Mancha Brava, que fue un grupo paramilitar clandestino que se dedicó a expulsar a los campesinos salvadoreños, aquello provocó que las relaciones entre ambos países se tensaran. Kapuściński dice que, para más inri, en ambos de la frontera, los periódicos llevaban a cabo una campaña de odio, calumnias e insultos.
Este señor cuenta de manera fascinante, este episodio turbio y vergonzoso para los latinoamericanos, la historia de una guerra a la que le echaron la culpa al futbol, pero que realmente, el deporte, si se hubiera empleado de forma más efectiva, hubiera podido ayudar a resolver aquel estropicio.
Yo la verdad es que me quedé subyugado por este autor gracias a este libro, he leído otras obras de él, pero este es el que más me gusta, esto hay que leerlo gente, tanto como que les guste el futbol o como que no.
“Puro fútbol” de Roberto Fontanarrosa
Ahora vamos con algo mucho más ligero, con unos cuentos con tema central evidentemente “el fútbol”, y han sido escritos por uno de mis cuentistas favoritos en todo el mundo, el negro Fontanarrosa.
La antología se llama “Puro fútbol” del escritor y humorista gráfico argentino, Roberto Fontanarrosa.
Fontanarrosa, era hincha de del equipo Rosario Central, el equipo de su ciudad natal. Él, se enamoró de la pelota cuando tenía 10 años, desde ahí, se convirtió en un fanático empedernido del futbol.
Empezó su trabajo, al frente de la página de humor de la revista Boom. Trabajó también en el diario Clarín y su revista dominical.
En “Puro fútbol”, Fontanarrosa reúne sus cuentos relacionados con el deporte favorito de los argentinos, yo que estuve en Argentina hace mil años, fui testigo de cómo esa gente vive el futbol con una pasión visceral, y no los juzgo, yo que no soy nada futbolero, fui a la bombonera, el estadio del Boca Juniors, y la energía que se siente ahí es indescriptible.
Los cuentos que encontramos en esta antología, habían sido incluidos en otros libros del autor, pero aquí se concentran para la gloria del lector, en cada cuento, el negro Fontanarrosa, nos comparte su jerga futbolística y retrata los distintos estereotipos de los hinchas y de los periodistas deportivos, y hace ejercicios muy bien logrados de escritura.
El lenguaje que utiliza Fontanarrosa en los cuentos es muy coloquial y propio de los argentinos más llanos, es lenguaje de calle en Argentina, lenguaje de barrio, de estadio, de potrero dicen ellos.
En estos cuentos, se alejó un poco de la ficción en textos como “No te vayas, campeón”, en el recuerda a jugadores y equipos memorables. También en “Piñeiro”.
Hizo un aporte importante y con mucha calidad para los relato de fútbol. Al punto de que un periodista deportivo argentino dijo que: “Al Negro hay que leerlo más allá del entretenimiento. Siempre guarda en sus relatos una mirada poética, política y social”.
Pedro hay un cuento en particular, que a mí me gusta muchísimo y que fue adatado al cine, «Memorias de un wing derecho», que en la gran pantalla se transformó en película animada con el nombre de “Metegol”.
En este cuento de Roberto Fontanarrosa, nos mete en un juego de futbol pero como parte de un futbolín o futbol de mesa, que son estos juegos de mesa con los dos equipos y unas varas distribuidas a los lados para que dos jugadores maneje a los pequeños muñequitos jugadores de fútbol.
Es un relato tierno y divertido, yo diría también trepidante, Fontanarrosa lo mantiene a uno al borde la página.
Despedida
Bueno gente, antes de que nos agarre el sereno, vamos a despedirnos, yo espero haberles picado la curiosidad y que estas obras les sirva para acercarse al futbol o para alimentar la visión o la pasión si es el caso de ustedes.
Aquí les dejé una crónica, una antología de relatos y un ensayo luminoso para acercarnos al deporte que mueve más emociones entre los seres humanos.
La verdad es que insisto, yo no soy seguidor del futbol, pero estas obras me hicieron ver este deporte con ojos distintos, en algunos casos logre empatizar con mis amigos más fanáticos.
Échenme el cuento de qué les parecen estos textos, estos autores, han leído esto antes o se están enterando de su existencia gracias a este episodio, escríbanme a través de mis redes @pedrocedenoa en instagram y twitter.
Bueno gente, ahora si nos vamos, pero antes les recuerdo la consigna, ya la saben ustedes, pónganse a leer.
Imagen portada: Shutterstock
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