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El destripador de Yorkshire: La oscura Historia de Peter Sutcliffe

El destripador de Yorkshire: La oscura Historia de Peter Sutcliffe

Durante cinco años, Peter Sutcliffe, conocido como el destripador de Yorkshire, sembró el terror en Inglaterra con una brutalidad escalofriante.

Un comienzo aterrador

La noche del 30 de octubre de 1975, las calles de Leeds se tiñeron de sangre. Wilma McCann, una madre de cuatro hijos, fue brutalmente asesinada mientras caminaba sola. Su cráneo fue destrozado con un martillo y su cuerpo apuñalado repetidamente. Este fue el inicio de una serie de crímenes que aterrorizarían al norte de Inglaterra durante cinco años, dejando un rastro de muerte y miedo que marcó a toda una generación.

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Peter Sutcliffe, conocido como el Yorkshire Ripper, no era el típico asesino en serie. Detrás de su fachada como un hombre común, trabajador y esposo devoto, se escondía un monstruo impulsado por oscuros delirios religiosos y un odio profundo hacia las mujeres. Entre 1975 y 1980, Sutcliffe asesinó a 13 mujeres e intentó matar a otras siete. Sin embargo, las cicatrices que dejó no solo fueron físicas; su caso expuso fallos sistémicos en la investigación policial y reveló los prejuicios sociales hacia las víctimas.

¿Quién era Peter Sutcliffe?

Nacido el 2 de junio de 1946 en Bingley, West Yorkshire, Peter Sutcliffe tuvo una infancia aparentemente normal. Sin embargo, desde joven mostró comportamientos inquietantes. Trabajó como sepulturero, donde comenzó a desarrollar obsesiones macabras e incluso afirmó haber escuchado voces divinas provenientes de lápidas. Estas voces serían la excusa perfecta para justificar sus crímenes más tarde.

A pesar de su personalidad introvertida y su historial académico mediocre, Sutcliffe logró mantener una vida aparentemente estable. Se casó con Sonia Szurma en 1974 y trabajó como conductor de camiones. Pero detrás de esta fachada respetable, alimentaba un odio creciente hacia las mujeres, especialmente hacia aquellas que trabajaban como prostitutas.

El modus operandi del Yorkshire Ripper

Sutcliffe tenía un patrón claro: atacaba a mujeres solitarias durante la noche. Usaba herramientas como martillos, cuchillos y destornilladores para infligir daño brutal a sus víctimas. Su primer asesinato confirmado fue el de Wilma McCann en 1975, pero ya había intentado atacar a otras mujeres años antes. En cada uno de sus crímenes mostraba una violencia extrema que iba más allá del simple asesinato; mutilaba los cuerpos en lo que parecía ser una mezcla de odio y ritualismo.

En 1977, el caso tomó un giro mediático cuando Sutcliffe asesinó a Jayne MacDonald, una joven de 16 años que no era trabajadora sexual. Este cambio en el perfil de las víctimas atrajo la atención nacional y aumentó la presión sobre la policía para capturar al asesino.

Errores policiales y una cacería fallida

A pesar del enorme esfuerzo policial —que incluyó entrevistas a más de 250,000 personas—, Sutcliffe logró evadir la captura durante años. La investigación estuvo plagada de errores y prejuicios. Uno de los mayores tropiezos fue la atención excesiva a un engaño: una cinta enviada por un hombre con acento del noreste que afirmaba ser el destripador. Este despiste llevó a descartar a Sutcliffe como sospechoso porque no coincidía con el acento del falso culpable.

Además, los prejuicios hacia las víctimas —muchas de ellas trabajadoras sexuales— dificultaron la investigación. La policía inicialmente trató los casos con menos urgencia, lo que permitió que Sutcliffe continuara con su racha asesina.

La captura del monstruo

El reinado del terror terminó el 2 de enero de 1981. Sutcliffe fue detenido en Sheffield mientras estaba con una trabajadora sexual en un coche con matrículas falsas. Durante su arresto pidió ir al baño y logró deshacerse temporalmente de algunas herramientas incriminatorias: un martillo y un cuchillo. Sin embargo, los objetos fueron recuperados al día siguiente por uno de los oficiales que decidió regresar al lugar por instinto.

Bajo interrogatorio, Sutcliffe confesó rápidamente sus crímenes. Alegó que estaba cumpliendo una «misión divina» para limpiar las calles de prostitutas. Sus declaraciones dejaron atónitos tanto a los investigadores como al público general.

El juicio y la condena

Sutcliffe fue acusado formalmente por 13 asesinatos y siete intentos de asesinato. Durante el juicio, su defensa intentó argumentar que sufría esquizofrenia paranoide y actuaba bajo delirios religiosos. Sin embargo, el jurado rechazó esta defensa y lo declaró culpable en mayo de 1981. Fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.

A lo largo de los años permaneció en prisión bajo estricta vigilancia debido a múltiples ataques por parte de otros reclusos. Finalmente murió 13 de noviembre de 2020 tras contraer COVID-19.

Impacto en la sociedad

El caso del Yorkshire Ripper dejó profundas cicatrices en la sociedad británica. Además del trauma causado por los crímenes en sí mismos, expuso fallos críticos en el sistema policial y judicial. También abrió debates sobre cómo se trataba a las víctimas según su ocupación o estilo de vida.

A pesar del tiempo transcurrido, la historia sigue siendo objeto de análisis académico y cultural. Documentales, libros e incluso series han explorado los detalles del caso para entender cómo un hombre pudo cometer tantos crímenes sin ser detenido durante tanto tiempo.

Un recordatorio sombrío

La historia del destripador de Yorkshire es más que una serie macabra de asesinatos; es un recordatorio sombrío sobre los peligros del prejuicio y la negligencia institucional. Aunque Peter Sutcliffe ya no está vivo para responder por sus crímenes, su legado oscuro sigue siendo una advertencia para futuras generaciones sobre la importancia de aprender del pasado para evitar tragedias similares.

Con información de: NYT / BBC / STORYTEL / WIKIPEDIA

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