A lo largo de la historia, algunos dictadores han muerto plácidamente y sus cuerpos han sido enterrados, incluso con honores, por el mismo pueblo al que sometieron. Sin embargo… el destino no ha sido tan benevolente con otros. Te contamos la historia y el dramático final de Sadam Husein.
«Sé que hay decenas de personas que intentan matarme, y eso no es difícil de entender. Sin embargo, soy mucho más listo que ellos».
Sadam Husein
Sadam Husein Abd al-Majid al-Tikriti, el hombre que gobernó Irak con mano de hierro durante un cuarto de siglo, jugó un rol clave en la historia del siglo XX y del XXI por su forma de gobierno y las múltiples violaciones a los derechos humanos.
Nacido en Tikrit, y descendiente de una familia de campesinos, a la muerte de su padre fue educado por su tío -Khairallah Tolfah- que luego sería gobernador de Bagdad.
A sus 19 años, se adhirió al Partido Baaz Árabe Socialista; ese mismo año tomó parte en un fracasado golpe de Estado contra el rey Faisal II y dos años más tarde, participó en otro atentado contra Abd ul-Karim Qásim, motivo por el cual tuvo que exiliarse durante cuatro años en Egipto.
En febrero de 1963 los baazistas se alzaron con el poder y Sadam regresó a Irak, asumiendo el mando de la organización militar del partido. Aunque el Baaz fue momentáneamente derrocado y Sadam enviado a prisión, protagonizó otro golpe en 1968, y esta vez se hizo con el poder.
La toma de poder de Sadam Husein
El final de Sadam Husein
Hechos durante los 2000
En enero de 2002, tras los atentados terroristas en Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001, el régimen de Hussein se convirtió en uno de los objetivos prioritarios de la administración estadounidense, en el contexto de la lucha internacional contra el terrorismo que lideró el presidente George W. Bush.
Bush acusó Irak de tener armas de destrucción masiva y vínculos con Al-Qaeda -acusados del atentado-, en contra de las resoluciones de la ONU. Husein, negó todo y acusó a su vez a al presidente norteamericano de manipular la “supuesta” amenaza que Irak representaba para el mundo, añadiendo que lo único que EE. UU. buscaba en Irak era el control del petróleo en Oriente Medio.
En abril del 2003, una coalición liderada por Estados Unidos invadió Irak para deponer a Sadam, generando el estallido de la Guerra de Irak, y el gobierno de Hussein cayó el 14 del mismo mes; sin embargo, el dirigente iraquí había desaparecido.
La captura
El dictador estuvo en paradero desconocido durante varios meses, hasta que el 13 de diciembre de 2003, fue arrestado en una operación conjunta entre efectivos kurdos iraquíes y el Ejército estadounidense mientras se encontraba escondido en un sótano en los alrededores de su localidad natal, Tikrit.
El 5 de noviembre de 2006, tras dos años de juicio donde el acusado se mostró orgulloso y sin un ápice de remordimientos, Husein fue condenado a morir en la horca por el Alto Tribunal Penal iraquí -controlado por Estados Unidos-, que lo encontró culpable de haber cometido crímenes contra la humanidad, por la tortura y asesinato de 148 chiítas de la aldea de Duyail en 1982, por el ataque químico a Halabja en 1988, la represión de la rebelión chiíta de 1991, la guerra contra Irán y la invasión de Kuwait.
La condena se cumplió en la madrugada del 30 de diciembre de 2006 en Bagdad. Aquel día, orgulloso, Husein se negó a que le cubriesen la cabeza con una capucha antes del ahorcamiento y comenzó a recitar la profesión de fe musulmana cuando su verdugo tiró de la palanca que abre la puerta bajo sus pies.
El cuerpo del dictador cayó con una fuerza tremenda… Al día siguiente de su ejecución, Sadam Husein fue enterrado en su localidad natal de Al Auya, cerca de Tikrit.
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