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El amor: mucho más que mariposas en el estómago

El amor: mucho más que mariposas en el estómago

El enamoramiento es intenso, pero no es amor. Conoce los tres pilares que hacen que una relación sea duradera y por qué el amor propio es la clave de todo.

El amor no es lo que crees (o sí)

¿Quién no ha estado enamorado? ¿Quién no ama o ha amado en algún momento? Desde los poetas románticos hasta los científicos más racionales, todos coinciden en algo: el amor es una de las fuerzas más potentes del universo. Hasta Einstein lo dijo: “El amor es la energía más poderosa que mueve el mundo”.

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Pero, ¿y si te dijera que enamorarse y amar son cosas totalmente diferentes? Es más, el enamoramiento no es amor. Según Giorgio Nardone, “el enamoramiento es un estado casi obsesivo, en el que la otra persona se convierte en el centro de nuestros pensamientos”. Vivimos en una especie de trance en el que proyectamos lo que queremos ver, no lo que realmente es.

El enamoramiento empieza y acaba. El amor, en cambio, toma otra consistencia. No es solo un sentimiento, sino una elección, una construcción consciente y diaria.

Más allá del flechazo: los tres pilares del amor según Sternberg

Robert Sternberg, un reconocido psicólogo estadounidense, desglosó el amor en tres pilares fundamentales:

1. Deseo

Es la atracción física y química que sentimos por alguien. Esa chispa que nos hace querer estar cerca, tocar y compartir intimidad. Es la parte más visceral del amor y, sin duda, una de las más intensas. Esta fase está vinculada con la liberación de dopamina y oxitocina, neurotransmisores que nos hacen sentir eufóricos y conectados.

Sin embargo, el deseo por sí solo no garantiza una relación duradera. Es aquí donde entran en juego los otros dos pilares.

2. Complicidad

Este es el ingrediente secreto de las relaciones duraderas. No se trata solo de compartir hobbies o reír con las mismas series, sino de construir una conexión profunda, de cuidar al otro, de hacer cosas por esa persona no por obligación, sino porque queremos verla feliz.

La complicidad se alimenta de pequeños gestos: escuchar sin interrumpir, recordar detalles importantes, celebrar los éxitos del otro y apoyarlo en los momentos difíciles. Esta conexión es lo que permite que una pareja se sienta realmente unida, aún después de que la fase de enamoramiento haya pasado.

3. Amistad y compromiso

El amor sin amistad es un castillo de arena. La amistad es la base sobre la que se construye una relación estable. Es el apoyo incondicional, la confianza y la seguridad de saber que puedes ser tú mismo sin miedos.

El compromiso, por su parte, implica una decisión activa de permanecer juntos, de trabajar en la relación, de priorizar el bienestar mutuo y de construir un futuro compartido. Sin compromiso, incluso las relaciones más apasionadas pueden desmoronarse con el tiempo.

El amor propio: la base de todo

Aquí viene la pregunta clave: ¿Cómo puedes amar a alguien si no te amas a ti mismo?

El amor no se limita a la pareja. Amar es también respetarnos, hablarnos bonito, tratarnos con amabilidad. Es darnos permiso para fallar, ser compasivos con nuestras caídas y aprender a cuidarnos.

Nuestro cerebro está lleno de neuroquímicos como la oxitocina, la dopamina y la serotonina, que se activan no solo con el amor de pareja, sino también con el arte, la naturaleza, la amistad y, por supuesto, con el amor propio.

Desarrollar el amor propio implica aprender a poner límites, rodearnos de personas que nos sumen, darnos tiempo para hacer lo que nos apasiona y aceptar nuestras imperfecciones. Sin amor propio, es fácil caer en relaciones tóxicas o depender emocionalmente de los demás.

Amar sin condiciones: el desafío real

Si aplicáramos más amor en nuestras relaciones, sin expectativas ni condiciones, viviríamos con menos conflictos y menos rabia. No se trata de una filosofía zen, sino de una elección consciente: decidir relacionarnos con los demás desde la compasión y la benevolencia.

El amor incondicional es el que le tenemos a nuestros hijos, a nuestros amigos más cercanos y, en ocasiones, a nuestra pareja cuando hemos alcanzado una madurez emocional. Es aceptar al otro con sus virtudes y defectos, sin intentar cambiarlo o moldearlo a nuestra conveniencia.

El amor, una decisión diaria

El amor no es solo un sentimiento pasajero o una emoción intensa. Es una decisión que tomamos todos los días: amar a nuestra pareja, a nuestros amigos, a nuestra familia y, sobre todo, a nosotros mismos.

Porque, al final, el amor es la energía que mueve el mundo, pero también la que nos mueve por dentro.

¿Y tú, cómo decides amar hoy?

Soy Carmen Sancho, Psicóloga en Barcelona, en Castelldefels. Si no sabes cómo hacerlo, estoy para ayudarte. Escríbeme por Instagram @carmensanchopsicologa o visita mi página web carmensancho.es

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