Este término se aplica a las personas a las que les gusta mantener relaciones íntimas vestidas con disfraces de animales o tener encuentros eróticos con personas que llevan ese tipo de ropa.
En algunos casos, puede ocurrir que lo que más produzca excitación sea masturbarse con muñecos de peluche.
Se trata de una parafilia tan desconocida como poco habitual. De hecho, solo es mencionada en los medios de comunicación cuando sale a la luz algún caso escandaloso, como el del estadounidense de Cincinnati Charles Marshall, de veintiocho años, que fue detenido en cuatro ocasiones por practicar sexo en público con un oso de felpa.
Hay varias razones que explicarían esta irresistible atracción. Por una parte, se encontrarían las texturas. Algunos tejidos, como el algodón, resultan agradables al tacto para muchas personas. Por otra, lo que atrae a numerosos ursusagalamatofílicos es la combinación entre la dulzura que transmiten los peluches y el morbo sexual.
En todo caso, es importante distinguir esta parafilia de la zoofilia, es decir, de la cópula con animales. En lo que se refiere a la ursusagalamatofilia, no se trataría de tener sexo con perros, pandas u ovejas, sino de fantasear con seres humanos caracterizados de alguna de estas criaturas.
Con información de: Agencias / Muy interesante
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