El cambio climático y sus consecuencias han incrementado exponencialmente la frecuencia e intensidad de desastres naturales como terremotos, huracanes, incendios o inundaciones. Según un informe reciente de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) (2023), los desastres relacionados con el clima han aumentado en un 40 % durante los últimos 50 años, provocando un impacto devastador tanto en vidas humanas como en pérdidas económicas. Estos eventos no solo destruyen infraestructuras, sino que también desestabilizan el tejido social y económico, exacerbando la vulnerabilidad de las comunidades afectadas.
Ante esta realidad, surge una pregunta clave: ¿puede el emprendimiento ser una herramienta eficaz para la recuperación tras estos desastres?
La historia reciente indica que la recuperación y la adaptación están íntimamente ligadas a nuestras competencias, a la habilidad para innovar y a la disposición para desarrollar nuevas soluciones, o lo que es lo mismo, a la resiliencia.
Resiliencia y emprendimiento
Entre las competencias que mayor peso pueden tener en los procesos de emprendimiento se encuentra, pues, la resiliencia, entendida como la capacidad de adaptarse y recuperarse ante la adversidad. Esta puede fortalecerse significativamente a través del propio emprendimiento.
Distintos ejemplos demuestran que la innovación y la capacidad empresarial son una expresión de la resiliencia, desempeñando un papel crucial en la revitalización económica y social de las comunidades afectadas.
Nueva Orleans y el huracán Katrina
El caso de Nueva Orleans, devastada por el huracán Katrina en 2005, ilustra cómo el emprendimiento y la innovación pueden transformar la preparación y la respuesta ante desastres.
El proyecto NOLA Ready, una plataforma digital creada por emprendedores locales, ha sido crucial para mejorar la coordinación durante futuras situaciones de crisis, proporcionando información en tiempo real y facilitando una respuesta más eficiente.
Terremoto de 2015 en Nepal
Un ejemplo significativo es el terremoto de 2015 en Nepal, que causó la muerte de cerca de 9 000 personas y destruyó más de medio millón de hogares. En este contexto las pequeñas y medianas empresas (pymes) adoptaron tecnologías antisísmicas innovadoras, acelerando así la reconstrucción y mejorando la resistencia a futuros terremotos.
Incendios forestales en Australia en 2020
Otro caso es el de los devastadores incendios forestales en Australia en 2020, tras los cuales surgieron startups que desarrollaron drones especializados en reforestación.
Estos drones, capaces de plantar árboles en áreas de difícil acceso, aceleraron la recuperación de los ecosistemas dañados. Este tipo de innovación no solo fue clave para la recuperación inmediata, sino también para la resiliencia futura de las comunidades afectadas. De nuevo, la resiliencia fue clave en el desarrollo emprendedor.
Puerto Rico tras los huracanes Irma y María
En el caso de Puerto Rico, los huracanes Irma y María devastaron el país en 2017. Las tormentas dejaron a la isla sin electricidad durante meses y provocaron pérdidas económicas estimadas en 94 mil millones de dólares.
Sin embargo, en medio de la destrucción, surgieron iniciativas emprendedoras como Resilient Power Puerto Rico, que implementó microrredes solares. Esta iniciativa permitió restablecer el suministro eléctrico en comunidades remotas y no solo ofreció una solución inmediata, sino que también promovió la sostenibilidad energética a largo plazo.
Algunas cuestiones finales
En síntesis y en base a los casos expuestos, se podría afirmar que la capacidad de una sociedad para recuperarse de las catástrofes naturales depende en gran medida de la conexión entre resiliencia y espíritu emprendedor. Los países que invierten en innovación tecnológica y en infraestructuras inteligentes pueden ser significativamente más resistentes a los desastres naturales.
Estas tecnologías permiten una respuesta más rápida y eficaz, minimizando las pérdidas humanas y materiales. El emprendimiento no solo genera innovación, sino que también actúa como un amortiguador ante las crisis, permitiendo una recuperación más rápida.
La evidencia sugiere que el fomento del emprendimiento y la resiliencia como competencia colectiva, desde distintos ámbitos, puede ayudar a proteger vidas y medios de subsistencia, además de asegurar un futuro más estable y sostenible tras desastres naturales.
Piedad Miñarro Casau, Profesora asociada de Sociología. Métodos y técnicas de Investigación Social, Universidad de Murcia y Ángel José Olaz Capitán, Profesor Titular de Sociología, Métodos y Técnicas de Investigación Social, Universidad de Murcia
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
--
--