Según sugiere una nueva investigación científica, el sadomasoquismo, básicamente el disfrute sexual al provocar o recibir dolor, parece provocar un estado alterado de conciencia similar a las experiencias del yoga o la meditación. Con este punto de partida, te propongo que hoy conozcamos el estudio y analicemos cómo funciona el sadomasoquismo y sus curiosos efectos a nivel cerebral.
Este nuevo y peculiar estudio científico se desarrolló en la Universidad del Norte de Illinois y estuvo a cargo del psicólogo norteamericano James Ambler, presentándose en la Sociedad de Personalidad y Psicología Social en Austin, Texas. El mismo se basó en una experiencia en la cual participaron 14 “switches”, personas que disfrutaban tanto recibir como provocar dolor, cuyos roles se decidían mediante el lanzamiento de un dado.
Antes y después de la experiencia sexual, los participantes completaron una prueba cognitiva de acuerdo al efecto de Stroop o efecto de Jaensch, que consta básicamente en hacer coincidir palabras y colores y que es ampliamente empleada para conocer las capacidades o habilidades cognitivas de cada individuo. Además, los participantes también completaron cuestionarios para cuantificar los flujos de goce y concentración durante la experiencia.
Resultados: el sadomasoquismo y el placer del sufrimiento
Los resultados demostraron que aquellos participantes que se desempeñaron como receptores del dolor, registraron calificaciones más bajas en las pruebas. Según el señor Ambler, esto se traduce en una reducción a corto plazo de las funciones cerebrales localizadas en la llamada corteza prefrontal dorsolateral.
Esta región del cerebro es aquella vinculada al control ejecutivo, la memoria de trabajo y funciones similares de alto nivel. Para Ambler, el dolor desarrollándose conjuntamente con el sexo puede estar desviando los flujos de sangre de estas regiones y por tanto, un estado de conciencia alterado que puede explicar el atractivo de los miembros del BDSM en sus prácticas con una base fisiológica. Además, Ambler también sugiere que al ser tan extremas algunas de estas actividades, ciertos niveles en las prácticas sadomasoquistas son particularmente efectivas al momento de enviar o desviar flujos sanguíneos al cerebro.
No obstante, aquellos participantes que se encontraron en el rol de provocar dolor durante la actividad sexual, también reportaron bajos flujos sanguíneos direccionados a estas regiones del cerebro. Por otra parte, hay que señalar también que estas partes del cerebro son las mismas que se activan con algunos de los efectos provocados por las endorfinas, mientras se sueña, bajo el efecto de ciertas drogas o bien cuando se realizan ejercicios de concentración y se desarrollan estados elevados de la conciencia como en el caso de la yoga.
Desde las más simples a las más interesantes, ¿es acaso el sadomasoquismo la nueva yoga? ¿Tiene esta práctica sexual sus beneficios? ¿Cuánto sabemos de nuestro cerebro y las formas en las que desarrolla nuestras preferencias sexuales realmente? Sin duda alguna, aún queda mucho por descubrir, pero estas son algunas de las tantas interrogantes que surgen a partir del estudio. Lo que una vez fue considerado una patología y hoy se clasifica como una simple parafilia, quizá sea mucho más interesante y complejo de lo que podemos pensar.
Como lo hemos visto en varias oportunidades, sobra evidencia de que el dolor y el sexo van de la mano, así como también de lo delgada que es la fina línea que separa el placer del dolor, muchas veces cruzándose y provocando sucesos que a distintos niveles nos llaman mucho la atención.
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Fuente: Ojo Científico
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