Las obras de Millet siempre llamaron la atención de Van Gogh; ya desde su juventud le interesó como el maestro que más había aportado al arte francés contemporáneo, incluso más que el propio Manet. No en balde, las primeras obras de Vincent realizadas en Nuenen – Dos campesinas cavando, por ejemplo – siguen la temática rural de Millet. En este caso, Van Gogh busca la inspiración de su querido maestro en el primer mes de 1890, continuando una amplia serie iniciada en el otoño.
Basándose en las estampas que poseía, realizará una reelaboración o «traducción» como él mismo llama, incorporando sus más significativas características.
Quizá con esta escena quiera transmitir la alegría de su hermano Theo, casado felizmente un año antes y a la espera de un bebé. La pareja duerme plácidamente a la sombra de un montón de paja, agotados tras el duro trabajo. A su lado contemplamos las hoces y los zapatos del hombre, mientras al fondo – en otra zona de sombra – se sitúa un carro con un buey.
Vincent se preocupa por reflejar en esta bella imagen el estudio de la luz y de la sombra, heredero del Impresionismo al recurrir a una sombra coloreada. La zona del primer plano adquiere un tono distinto al vivo amarillo del segundo término; los azules y los malvas complementan la composición, creando una atrayente sinfonía de color.
La factura es muy rápida, apreciándose claramente los trazos de pincel en el lienzo mientras las líneas de los contornos se marcan con un color oscuro, recordando al simbolismo de Gauguin y Bernard. Este tipo de escenas indican el aceptable estado de salud que mantiene Vincent por estas fechas, temiendo que una nueva recaída de su desconocida enfermedad – como la sufrida a finales del mes de diciembre anterior – le impida trabajar y desarrollar nuevos conceptos pictóricos.
La Siesta Año: 1890 Medidas: 73 x 91 cm. Técnica: Oleo sobre lienzo Ubicación actual: Museo de Orsay |
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Fuente: www.artehistoria.jcyl.es
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