Es conocido que en Japón las frutas son mucho más que un simple producto comestible; se puede ver en las subastas de miles de dólares por lo que parece un simple melón. Te explicamos por qué es tan cara y lujosa la fruta en el país nipón…
Japón es un país de mucha tradición, y con el pasar del tiempo hay costumbres que han ido quedando intactas desde épocas muy antiguas. Entre ellas se encuentra la forma de ver la fruta para la cultura nipona.
La fruta, un obsequio a través del tiempo
La fruta es vista como un regalo precioso desde el principio del período Edo (1603 – 1868), para celebrar el paso de las estaciones. De esta forma la fruta solo era ingerida en ocasiones especiales y era obsequiada como un objeto de lujo. Con el paso del tiempo se llevó la producción de la fruta en este sentido y el mercado se adaptó a esta tradición.
Este tipo de presentes se dan en señal de respeto y de agradecimiento, con el fin de entablar una buena relación a través de la cortesía. Por este motivo las frutas que se producen en Japón deben pasar por unos estándares de calidad muy altos, deben verse, oler y saber perfectamente.
Con la globalización y la influencia occidental al país, los japoneses empezaron recientemente a integrar la fruta a sus comidas, más allá de como postre o como un lujo; pero estas frutas, aunque no sean para un regalo, también se producen y empacan como un artículo muy valioso.
Las subastas de frutas
Si bien las frutas de consumo en Japón continúan siendo artículos costosos, no se compara en precio a lo que están dispuestos a pagar en las tiendas de Sembikiya, locales que ofrecen frutas de lujo.
En estos establecimientos hay frutas que llegan a costar hasta 13 mil dólares por pieza, o realizan subastas por las que se han llegado a pagar 27 mil dólares por un par de melones. Estas frutas que tienen precios tan elevados son conocidas como frutas hashiri.
Las frutas hashiri son las primeras frutas de la temporada, las cuales tienen un riguroso sistema de producción que garantiza que sean perfectas. Se plantan en un ambiente controlado, el cual es vigilado en cada etapa para desechar cualquier fruto con defectos.
El caso del melón, por ejemplo, se planta en una tierra con ceniza volcánica y se riega a través de un sistema de un de tipo agua purificada en específico. Solo se deja que crezca un solo fruto por semilla y todos tienen la misma altura, para conseguir una cantidad exacta de sol y de sombra.
Esas frutas hashiri son las que se envían a subastas, y las que no se venden allí, se envían a las tiendas de lujo como Sembikiya. Gracias a estas tradiciones existe en Japón un mercado para personas que están dispuestas a pagar lo mismo por un automóvil que por un melón.
Con información de: BBC / Nippon / República / Foto: Pixabay
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