Tiberio Julio César, nacido con el nombre de Tiberio Claudio Nerón, nacido el 16 de noviembre de 42 a. C., fue emperador del Imperio romano desde el 18 de septiembre del año 14 hasta su muerte, el 16 de marzo del año 37. Fue el segundo emperador de Roma y perteneció a la dinastía Julio-Claudia.
Hombre de notables aptitudes militares, destacó por su papel en las campañas germánicas. Reorganizó de nuevo el ejército, reformando la ley militar y creando nuevas legiones. El tiempo en filas ascendió a veinte años (16 años para un pretoriano o guardia imperial). Tras cumplir el tiempo de servicio, los soldados recibían una paga cuyo importe provenía de un impuesto del 5% sobre las herencias.
Posteriormente Tiberio se enemistó con el emperador Augusto, y se vio obligado a exiliarse en Rodas. Sin embargo, tras la muerte de los nietos mayores de Augusto y previsibles herederos del Imperio, Cayo César y Lucio Julio César, unidos al destierro por traición de su nieto menor, Agripa Póstumo, fue llamado por el emperador y nombrado sucesor.
Los historiadores romanos interpretaron su etapa como gobernante de forma ambivalente: por un lado se le reconocieron su capacidad administrativa y su habilidad de gobernante, pero por otro, su personalidad difícil y desconfiada, que le llevó a desencadenar persecuciones contra todos aquellos que podían enfrentarse a él, generó a su alrededor la imagen de un tirano cruel.
La muerte de Germánico, acaecida en extrañas circunstancias, la persecución de la que fueron objeto otros notorios miembros de la familia imperial y los procesos de lesa majestad abiertos contra la élite senatorial, atrajeron sobre él una gran impopularidad, agravada por su decisión de abandonar Roma y gobernar desde su lugar de retiro en Capri.
La ausencia del emperador otorgó gran poder a Sejano, el prefecto del pretorio, que utilizó su posición para reprimir duramente a sus enemigos políticos e incluso asesinar a Druso, el hijo de Tiberio, para facilitar así su propio camino al trono. Desenmascarado por Tiberio, Sejano cayó en desgracia y fue ejecutado. Al morir, Tiberio dejó a su sucesor, su nieto Calígula, una institución imperial consolidada, con las arcas llenas y las provincias en paz.
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