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Agustín, el filósofo que dejó a un lado su vida lujuriosa y llegó a ser santo

Agustín, el filósofo que dejó a un lado su vida lujuriosa y llegó a ser santo

Un hombre lleno de dudas, enfrascado totalmente en un mundo lleno de drogas y prostitución, decidió cambiar su vida enfocándose en la filosofía. La religión llegó a su vida y tiempo después su fe lo convirtió en una de las figuras más representativas de la iglesia católica. ¿Quién fue Agustín? ¿Cómo llegó a ser santo? ¿Qué tipo de filosofía escribía? Aquí te contamos todo.

¿Quién fue Agustín de Hipona?

Agustín de Hipona mejor conocido como san Agustín (354-430), fue un filósofo, teólogo y santo –por parte de la Iglesia católica- que dedicó su vida a estudiar las diferencias entre el mundo de Dios y el mundo del hombre. Su vida estuvo llena de altibajos que involucraban drogas, alcohol y prostitución, pero logró superarlo y convertirse en un intelectual con ayuda de la fe.

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Sexo, drogas y mucho alcohol

Así inició la vida de Agustín de Hipona. Un joven nacido en la actual Argelia, vivió bajo las enseñanzas cristianas de su madre, quien rezaba continuamente por que su hijo eligiera el camino del bien, pero al parecer él tenía otros planes.

Con talento para las letras y pasión por la literatura, destacaba en el colegio, pero nada parecía satisfacerlo lo suficiente como para hacerlo continuar por el camino intelectual, sentía que le faltaba algo.

Su búsqueda de sentirse completo, lo llevó a consumir drogas, ser adicto al alcohol y visitar con frecuentemente lugares donde se practicaba la prostitución, esto hacía sufrir enormemente a su madre pero él parecía balancear correctamente los dos mundos: lo que para su madre era la perdición y el mundo intelectual.

Le gustaba muchísimo escribir poesía y literatura, sus trabajos eran admirados por sus colegas y decidió estudiar filosofía porque se sentía inspirado por Cicerón, un filósofo romano. En su búsqueda incansable de la verdad, decidió unirse al maniqueísmo, una religión que cree en una lucha constante entre el bien y el mal. Para Agustín, era lo que más tenía sentido, pero su vida cambió de un momento a otro. 

«Todo el que no quiere ver sus pecados, se los echa a la espalda, y los pecados ajenos los pone muy a la vista; no por diligencia, sino por envidia; no para remediarlos, sino para acusarlos; pero de sí mismo se olvida»

San Agustín.
Fue un hombre muy abierto con sus opiniones, desde siempre tuvo facilidad para expresarse y utilizaba estos talentos para enseñar al pueblo a ser mejor. A vivir siguiendo el camino de la moral y la ética.

Un instante mágico cambió su vida para siempre

Sumergido totalmente en el mundo de las drogas, el sexo y el alcohol, Agustín sentía como poco a poco perdía la fe en la vida. Nada lo motivaba, nada lo hacía querer vivir y uno de los pesos que más le preocupaban era que estaba haciendo sufrir a su madre.

De un momento a otro, se vio inmerso en el mundo de la religión católica. Disfrutaba las lecturas y sentía consuelo en las ceremonias. Un día, en el que estaba particularmente desesperado, un niño se le acercó y le dio una Biblia, le dijo sutilmente «toma, lee». Agustín decidió aventurarse y abrió el libro, lo primero que leyó decía:

Nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias. (Rom. 13, 13-14)

Desde ese momento, dejó el maniqueísmo atrás y se convirtió en católico. Su vida dio un giro absoluto y hoy es considerado como una de las figuras religiosas más importantes del catolicismo. Fue nombrado santo el 20 de septiembre de 1295 por el papa  Bonifacio VIII, por sus aportes a la religión católica como maestro.

«El amor es una perla preciosa que, si no se tiene, de nada sirve el resto de las cosas, y si se tiene, sobra todo lo demás»

San Agustín

¿Cuáles fueron sus aportes? ¿Qué pensaba de la vida?

Uno de los conceptos que creó Agustín, fue “el pecado original”, en sus escritos explica que toda la humanidad resulta ser heredera involuntaria de los pecados de Adán y Eva. Según el filósofo, los humanos están condicionados totalmente por lo que él llamó “Libido Dominandi” un deseo inconsciente e incontrolable de controlar el entorno, de ser plenamente autoritarios.
 
¿Qué pensaba de la vida? Su pensamiento se resume en que la vida es incontrolable e impredecible, que los humanos son vulnerables ante todo tipo de situaciones externas y que nada es ni será perfecto, por lo que se deben hacer las paces con los errores y aceptar el destino que está incontrolablemente premeditado.

Su visión del mundo tiende a ser relacionada con la tendencia filosófica del pesimismo, pero lo que Agustín buscaba era consolar a todos aquellos que por alguna razón, se sentían inadecuados. El poder que tenían sus palabras y sus enseñanzas lo llevaron a ser obispo por más de 35 años y la figura más honorable del pueblo en el que vivía.

¿Qué puedes leer de Agustín?

Su libro más importante es «La ciudad de Dios» Agustín para explicar su punto de vista, dividió el mundo en dos ciudades, la ciudad de los hombres y la ciudad de Dios. Si lo quieres leer, haz clic aquí.  

«Confesiones» un libro donde expresa libremente y sin ataduras, todo tipo de comentarios y opiniones que tiene sobre la religión, el amor y los sistemas gubernamentables. Si quieres leerlo, haz clic aquí.

Con información de PlayBuzz / Catholic.Org

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