La lucha por los derechos de la mujer es de larga data. Uno de ellos, consagrado como un derecho político y constitucional es el de votar a los cargos públicos electos así como a ser votado. La constitución de La República Oriental del Uruguay, reformada en el año 1917 y que permite que las mujeres ejerzan el derecho al voto, convierte a este país en el primero de América Latina en reconocer el sufragio femenino.
Así fue como el 3 de julio de 1927, en un plebiscito local organizado por la comunidad de Cerro Chato, en el centro del país, por primera vez las uruguayas pudieron votar, sin embargo no fue hasta el 27 de marzo de 1938, mucho tiempo después, que pudieron participar en una elección nacional.
En la labor porque este derecho fuera reconocido destaca el nombre de Paulina Luisi, feminista reconocida por su trabajo a favor de los derechos de las mujeres, y la primera de ellas en graduarse de bachiller en el Uruguay y obtener el título de médico ginecólogo en la Facultad de Medicina de la Universidad de la República. Luisi, además se convirtió en la primera delegada gubernamental femenina de América Latina en la Sociedad de las Naciones.
La legislación internacional, reconoció el sufragio femenino a través de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, cuyo artículo 21 establece entre otras normas, que la voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto. De este modo, quedó establecido en la Convención sobre los derechos políticos de la mujer, que fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1952 y que entró en vigencia el 7 de julio de 1954, que las mujeres tendrán derecho a votar en todas las elecciones en igualdad de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna.
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