El perro no siempre fue el mejor amigo del hombre. Hubo un tiempo en el que los cánidos eran salvajes y no se relacionaban con los seres humanos. Ahora, un equipo internacional de científicos ha identificado el momento de la historia en el que los lobos fueron domesticados, un proceso que ocurrió en Europa hace más de 19.000 años.
El trabajo, portada esta semana de la revista Science y en el que participan varios investigadores españoles, señala que los cazadores recolectores que habitaron el viejo continente fueron los responsables de amaestrar y domar a las especies de lobos salvajes de las que descienden los perros actuales.
“Hemos demostrado con evidencias genéticas que el centro de domesticación del perro fue, sin duda, Europa hace entre 19.000 y 32.000 años y que la población de lobos que dio origen a los perros modernos está probablemente extinta”, explica a SINC Olaf Thalmann, autor principal de la investigación.
“Otros estudios anteriores localizaban esta domesticación en regiones como Eurasia, en Oriente Próximo o Asia oriental. Sin embargo, estos nuevos datos indican que fue en el viejo continente”, aclara Jennifer Ann Leonard, investigadora de la Estación Biológica de Doñana del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Para comprobar el origen de los perros actuales, los científicos compararon las secuencias genéticas de muchas razas de cánidos contemporáneos con las extraídas de los fósiles en Asia, Europa y otros regiones del mundo. Los resultados concluyeron que los perros modernos están muy estrechamente ligados a la cadena genética de los antiguos lobos europeos.
Una domesticación gradual
Este adiestramiento fue un proceso largo y gradual en el que confluyeron varios acontecimientos. “La protección de otros depredadores puede haber desempeñado un papel importante en el inicio de la relación entre el perro y el hombre, aunque más tarde se produjeron actividades como el pastoreo y la caza; y cambios morfológicos como el color del pelaje y el tamaño de los animales”, indica Thalmann.
Según los expertos, en el origen de esta relación ambas especies se beneficiaron de una coexistencia inicial. Por un lado, los lobos aprovecharon los restos de comida que dejaban los humanos en los lugares de caza o cerca de sus asentamientos. Por otro, los humanos se beneficiaron de la protección y defensa frente a otros depredadores que les ofrecían los lobos al merodear en las proximidades de sus poblados.
Este nuevo estudio contradice las teorías anteriores que señalaban que los lobos acudían a los asentamientos humanos por el olor de la comida y los campos de cultivo, entre otras hipótesis.
Además, los científicos señalan que, una vez se produjo este acercamiento entre especies, los cazadores recolectores comenzaron a alimentar con plantas y restos de animales a los lobos salvajes. Se iniciaba en ese momento, hace más de 19.000 años, la domesticación canina. “Esta cercanía provocó una interacción más intensa, el adiestramiento y la incorporación de estos animales a los asentamientos”, detalla Thalmann.
La clave del almidón
En esta línea, un estudio publicado a principios de año en la revista Nature señalaba que una dieta rica en almidón fue fundamental para que las especies de lobos salvajes prosperaran junto a los hombres.
En este trabajo los científicos identificaron 36 regiones que contienen los genes implicados en el desarrollo del cerebro y la asimilación del almidón y que, según los expertos, estuvieron detrás de la selección evolutiva de los perros.
“Esto indica que la domesticación del perro puede estar relacionada con el desarrollo de la agricultura”, apuntaba Erik Axelsson, investigador de la Universidad de Uppsala.
Fuente: Tendencias21
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