Las percepciones de los padres podrían estar muy equivocadas cuando se trata de las cosas a las que sus hijos están expuestos cuando navegan por internet, según un estudio reciente que digitaliza a la persistente brecha generacional.
La encuesta de 456 parejas de padres e hijos reveló que aunque casi un tercio de los niños de 10 a 16 años encuestados dijeron que habían sido acosados en línea, apenas el 10 por ciento de los padres lo sabían.
Los padres también subestimaban la frecuencia con que sus hijos se veían expuestos a la pornografía en línea, halló la encuesta.
Esa desconexión entre padres e hijos resalta la necesidad de una mayor participación de los padres en el mundo cibernético de sus hijos, plantearon los investigadores.
«Como madre, lo he visto en primera persona», aseguró la autora del estudio, Sahara Byrne, profesora asociada de comunicación de la Universidad de Cornell en Ithaca, Nueva York. «Los niños no pueden escapar fácilmente del drama de ser un adolescente con un acceso constante a su red social. También entiendo que hablar con ellos sobre los problemas potenciales puede resultar muy difícil. No desean hablar sobre las cosas que suceden en línea, ya sea porque en ese momento todo va bien o porque creen que no lo entendemos. Y entonces, un día, no está todo bien».
Los padres deben preguntar «cómo les va en línea en el momento en que acceden a internet, y seguir preguntándoles incluso si no quieren compartir o no tienen nada que compartir», añadió Byrne.
Otro experto se mostró de acuerdo en que los padres deben asumir la responsabilidad de las conductas en línea de sus hijos. Pero añadió que las dificultades no son nuevas.
«Me parece que la ignorancia de los padres sobre el acoso y el uso de pornografía podría no ser tan distinta respecto a la época anterior a internet», comentó Michael Gilbert, miembro principal del Centro Annenberg para el Futuro Digital USC de la Universidad del Sur de California. «Los niños han sido acosados desde que se inventaron las escuelas, y el hecho de que los niños obtengan pornografía es tan antiguo como la pornografía misma. Lo que ha cambiado es el medio, y la facilidad con que los niños pueden acceder a ellos. Estas cifras no me sorprenden para nada».
Gilbert añadió que, «en cuanto a la monitorización por parte de los padres, hay filtros, se pueden colocar los aparatos en áreas abiertas, se pueden fijar restricciones sobre el tiempo y el contenido. Pero al final, la responsabilidad de los padres también abarca esta tarea. Hablar abiertamente con los niños e invitarles a navegar internet con usted son formas excelentes de afrontar estos problemas. El medio es muy distinto y la tecnología, sin duda alguna, dificulta las cosas, pero al final del día se trata de la participación y el respaldo de los padres».
Algunos de los hallazgos:
- Mientras más creían los padres que sus hijos eran menos propensos a tener problemas en línea que los demás niños, más probable era que subestimaran si o qué tanto su hijo había sido víctima del ciberacoso y/o abordado por un desconocido en línea.
- Mientras más privacidad tenía un niño en línea, más probable era que los padres subestimaran la exposición al ciberacoso.
- Mientras que el 15 por ciento de los niños encuestados dijeron que habían sido perpetradores de ciberacoso de otra persona, apenas el 5 por ciento de los padres dijeron que eso había sucedido.
- Los padres cuyos hijos dijeron que tenían problemas para hablar con ellos también eran más propensos a subestimar la frecuencia con que los desconocidos se comunicaban con sus hijos en línea.
- La mayoría de los padres encuestados eran mamás, y la mayoría eran blancos. A todos se les preguntó su opinión sobre la conducta en línea de un solo niño.
Entre los temas planteados a padres e hijos: el grado de la exposición a, o la participación en, el ciberacoso del niño; la exposición a propuestas no solicitadas (y quizás sexuales y/o «raras») de parte de un desconocido en línea; y la exposición accidental o intencional al contenido sexual en línea.
También se pidió a los padres que indicaran su estilo de crianza, que iba en general desde relajada hasta estricta. Además, se les pidió que indicaran si consideraban que su hijo era más inteligente que el promedio mientras navegaban por internet, con qué frecuencia accedían a internet en un lugar privado (como su habitación) y qué tan fácil o difícil creían que era discutir la conducta en línea con su hijo.
Por su parte, se pidió a los niños que indicaran con qué frecuencia normalmente entraban a internet, y cuándo.
Los padres que tenían un estilo de crianza más relajado (o «permisivo») eran un poco más propensos a subestimar el nivel de exposición accidental de su hijo al contenido sexual. Pero en general el estilo de crianza no fue un indicador firme de la subestimación de las situaciones arriesgadas en línea por parte de los padres. La encuesta también halló que los padres predecían con una mayor precisión el nivel de exposición que su hijo había tenido al contenido sexual en internet mientras más accedía el niño a internet en un espacio privado.
Mantener la computadora a la vista de todos en el hogar es una recomendación general, pero los autores concluyeron que como grupo los padres deben hacer un mejor trabajo de comunicarse con sus hijos sobre exactamente qué sucede cuando entran en internet.
«Creo que compartir las historias en las noticias sobre las consecuencias de ser cruel en línea o a través de los medios de los móviles resulta útil», apuntó Byrne. «Cada semana hay una historia nueva. Hablamos al respecto».
Ningún niño está a salvo de los riesgos, ni es demasiado inteligente como para estar en riesgo, añadió Byrne. «Y nuestro estudio sugiere que si cree que su hijo es más inteligente que los demás en internet, quizás esté entre los padres que no saben lo que sucede», planteó.
Los hallazgos de la encuesta fueron publicados en una edición en línea reciente de la revista Journal of Computer-Mediated Communication.
Fuente: HealthDay, traducido por Hispanicare
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