Nacida en una familia donde la igualdad estaba a la orden del día, Susan B. Anthony se dedicó a luchar en pro de las causas sociales. Hoy, es una de las activistas más reconocidas de Estados Unidos. ¿Qué hacía? ¿Qué logró? Aquí te contamos todo.
Una niña que creció viendo igualdad
Nació en el seno de una familia muy trabajadora. Su padre era granjero y tenía una fábrica de algodón. Su madre, había crecido bajo el techo de una familia que peleó en la Revolución Americana, por lo que el deseo por la justicia estaba en sus venas.
Susan se crió bajo las enseñanzas del grupo Quaker, donde todos tenían derechos por igual, sin importar el género ni la posición económica. Estas enseñanzas marcarían por siempre su pensamiento y la impulsarían a transformarse en todo un ícono de lucha.
DATO CURIOSO: ¿Qué hacían los grupos Quaker? Eran reuniones cristianas espontáneas que se realizaban en cualquier lugar en el que se encontraran más de dos miembros de la comunidad. En lugar de esperar estar bajo el techo de una iglesia, se reunían fortuitamente a conversar sobre la vida de Jesucristo y a buscar soluciones en conjunto sobre los problemas de la comunidad. “Cuando dos o tres se reúnan en mi nombre, yo estaré entre ellos”, esa era la frase de la Biblia que utilizaban para dar inicio a las reuniones.
El descubrimiento de su destino: perseguir la justicia
Susan comenzó a trabajar como profesora y se fue lejos de su familia. Se reencontraron cuando todos se mudaron a Nueva York, donde entendió por completo el concepto de esclavitud y decidió trabajar en pro de abolirla. Se convirtió en una abolicionista gracias a la tutela de William Lloyd Garrison y Frederick Douglass, dos grandes revolucionarios de la época.
Anthony se caracterizó por ser una mujer rebelde y valiente, no temía romper los tabúes de la época y comenzó a dar discursos en la calle, lo que se consideraba impuro para una mujer. Tenía talento para la elocuencia y sus palabras conmovían. ¿Qué buscaba? Que más personas se unieran a su causa y defendieran la abolición de la esclavitud.
Se había criado en una sociedad en la que todos se respetaban y tenían igualdad de derechos y responsabilidades. Era incomprensible que el mundo tuviera tantas divisiones, por eso comenzó a transformar su vida en pro de hacer que la sociedad fuera justa para todos. Todo cambió cuando conoció a Elizabeth Candy Stanton.
Una lucha por los derechos de las mujeres comenzó
Se conocieron en 1851. Ambas tenían trayectoria como activistas y unieron sus visiones para fundar una sociedad que cambiaría todo. La American Equal Rights Association (AERA), tenía como premisa fomentar la igualdad de derechos para todos, pero su causa principal era lograr que las mujeres pudieran votar.
Sus discursos eran apasionados y energéticos, ambas creían completamente en su causa y tenían el talento como para lograr que muchas mujeres creyeran en sus mismos ideales.
Su visión era llegar a cada vez más público por lo que decidieron fundar un periódico llamado The Newspaper, en donde publicarían sus ideas y próximos movimientos para lograr la igualdad.
Anthony siguió su trabajo como maestra y daba charlas ocasionales en las que enseñaba a las mujeres los peligros de no poder votar y cómo podían actuar en pro de la realización del sueño. Se volvió famosa en todo el país.
Las enmiendas que ignoraron a las mujeres
Dentro de sus causas había tres grandes inconvenientes: el racismo, la esclavitud y los derechos de las mujeres. La última era la más importante. Cuando el congreso estadounidense aprobó las enmiendas 14 y 15, en las que aprobaban que los hombres afroamericanos votaran, Anthony y Stanton iniciaron una revolución en contra del Congreso.
No porque les habían permitido a los hombres afroamericanos votar, sino porque las mujeres seguían sin poder participar en las elecciones. Como medida de presión, iniciaron el National Woman Suffrage Association, un grupo que tenía como propósito forzar al Congreso a permitirle a las mujeres el derecho al voto. No tuvieron respuesta, pero Anthony tenía una carta bajo la manga.
La mujer que votó sin pedirle permiso a nadie
Anthony estaba cansada de luchar sin resultados. Sabía que ya era una figura pública y que el Gobierno no podía hacerle nada sin crear un terrible escándalo, por lo que, como mecanismo de protesta, decidió ir a votar.
En el día de las elecciones presidenciales, de 1872 ella se acercó al lugar de votación y anunció que estaba ahí para votar. Los hombres sorprendidos por su actitud, la dejaron pasar. “Soy ciudadana así que tengo derecho a votar” y fue así como se convirtió en la primera mujer de Estados Unidos en ejercer su derecho al voto, pero no todo sería tan fácil.
Tres días después, un mariscal federal llegó a su puerta para arrestarla por violar la ley al votar. Anthony sabía que sucedería, por lo que caminó tranquilamente junto al guardia.
El discurso más poderoso de su vida
Cuando fue llevada a juicio, dio el discurso más poderoso de la historia. Comenzaba así:
“Amigos y conciudadanos: me presento aquí esta noche acusada del supuesto delito de haber votado en la reciente elección presidencial sin tener el legítimo derecho para hacerlo. Será mi tarea de esta noche probarles que, con ese voto, no solo no cometí una ofensa, sino que simplemente ejercité mis derechos de ciudadana, que se me garantizan a mí y a todos los ciudadanos de los Estados Unidos en la Constitución Nacional y que ningún estado tiene el poder de negarlos”.
Su discurso pasó a la historia. Quedó libre y siguió trabajando incansablemente por el sufragio femenino. Era tan buena líder que logró crear toda una congregación en su nombre, viajaba por todo el país dando discursos sobre sus próximas estrategias.
Anthony murió en 1906, con 86 años y sin ver su sueño cumplir. Pero se despidió del mundo, con una inmensa celebración por su cumpleaños en donde citó su famoso discurso: El fracaso es imposible. Catorce años después, su sueño se cumplió. El congreso sacó la enmienda 19 en la que le otorgan el derecho al voto a las mujeres.
La enmienda se llamó Susan B. Anthony y permite votar a todas las mujeres mayores de 21 años. Toda su lucha dio frutos años después y se convirtió en todo un ícono del movimiento sufragista estadounidense y en una feminista consagrada.
Con información: SusanB / Britannica / WomensHistory / ImagineJournal
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