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¿Qué evidencias neurocientíficas existen sobre el trastorno de déficit de atención?

¿Qué evidencias neurocientíficas existen sobre el trastorno de déficit de atención?

Despejamos las dudas que rodean a este trastorno de desarrollo neurológico mostrando las evidencias neurocientíficas que respaldan su diagnóstico y tratamiento.

Los niños con trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) no tienen un trastorno de conducta, ni les faltan normas o límites, ni son vagos. Sus cerebros maduran de forma distinta, con patrones diferentes de actividad cerebral y con ciertas diferencias a nivel neuroquímico: es por lo tanto un trastorno del neurodesarrollo.

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Esta base neurológica se manifiesta en dificultades atencionales, desorganización o hiperactividad e impulsividad. Aunque estas condiciones son más notorias en la infancia, donde se estima una prevalencia del 5 %, en ocasiones el TDAH persiste en la edad adulta (donde la prevalencia es el 2,5 % de la población). El TDAH tiene impacto social, académico y laboral .

Además, aunque hay factores de riesgo (por ejemplo, madres fumadoras durante el embarazo o bajo peso al nacer), no se ha demostrado que dichos factores causen en sí mismos TDAH. Los factores genéticos tienen un papel más relevante: un (74 %) de los casos son hereditarios. Este aspecto refuerza el origen biológico del trastorno.

Diagnóstico: más allá de lo conductual

A día de hoy, los diagnósticos de trastorno de déficit de atención e hiperactividad se realizan mayoritariamente a través de observaciones cognitivas y conductuales. Estas pruebas determinan si un niño o una niña tiene dificultades en función de lo que se espera para su edad.

Sin embargo, esta tendencia pudiera ser complementada o incluso sustituida en el futuro por la neurociencia computacional. Gracias a esta disciplina, están emergiendo herramientas que ya no dependen de la observación de la conducta, sino que estudian el patrón de actividad cerebral. Es decir, aportan información sobre si ese patrón es similar al correspondiente a personas con déficit de atención, gracias a algoritmos matemáticos.

Diferencias en el cerebro

Nuestras neuronas se conectan para facilitar las funciones de nuestro día a día (pensar, sentir, caminar…) a través de conexiones sinápticas. Estas conexiones generan actividad eléctrica y se sabe que determinadas ondas cerebrales se asocian a diferentes estados cognitivos.

En casos de TDAH se han encontrado diferentes patrones en las ondas P3B y N200, relacionadas con procesos de atención y de inhibición o autocontrol. En el TDAH, la onda P3B suele ser más débil o retrasada, lo que refleja dificultades en la atención y el procesamiento de información.

Por otro lado, la onda N200 nos ayuda a detectar errores, controlar impulsos y enfocar nuestra atención en lo relevante. En personas con TDAH, un funcionamiento anormal de la N200 podría estar relacionado con problemas de autocontrol y atención.

Neuroimagen y áreas de menor tamaño

Las técnicas de neuroimagen también aportan otras evidencias sobre las diferencias a nivel de neurodesarrollo. Mediante técnicas como la resonancia magnética se han encontrado ciertas áreas de menor tamaño o volumen en casos de TDAH, por ejemplo:

  1. El cuerpo calloso (conjunto de fibras que conecta ambos hemisferios cerebrales).

  2. Áreas frontales (íntimamente relacionadas con el control de la atención y las funciones ejecutivas).

  3. El núcleo caudado, involucrado en la liberación de dopamina, aspecto fundamental para el aprendizaje, la motivación o el sistema de recompensas, entre otros.

También se ha encontrado menor volumen de corteza en regiones como la corteza frontal, temporal, parietal y occipital. Como comentábamos anteriormente, es común en diferentes estudios hallar menor volumen en áreas frontales, en especial en áreas orbitofrontales. Estas zonas están especialmente relacionadas con el autocontrol o la inhibición.

Factores químicos y metabólicos

Otras técnicas como la tomografía por emisión de positrones han detectado menor consumo de glucosa (en comparación con personas sin TDAH) en la circunvolución del cíngulo (área relacionada con la regulación emocional), en ciertos ganglios basales (núcleo caudado), en el hipocampo derecho (relevante en la memoria) y en el tálamo derecho (relevante en el procesamiento sensorial).

También se ha encontrado una disminución de metabolismo en regiones parietales y temporales que se relaciona con el mantenimiento de la atención.

Además, se encuentra menor irrigación sanguínea en la sustancia blanca frontal: las regiones frontales son esenciales para funciones ejecutivas como la atención, el autocontrol y la toma de decisiones. Menos flujo sanguíneo en esta área podría explicar la dificultad para concentrarse y controlar impulsos en personas con TDAH.

Además de ello, se encuentra una menor irrigación sanguínea en el cuerpo calloso (lo que dificulta la integración de información entre ambos hemisferios), en los núcleos basales y el núcleo estriado (estructuras relevantes en la regulación de dopamina, que comentamos anteriormente) y en regiones occipitales, parietales y temporales, lo que puede afectar a la percepción visual, la atención espacial y la memoria verbal.

Por último, a nivel químico, algunos estudios registran una disminución de dopamina en vías dopaminérgicas en TDAH. La dopamina, como hemos comentado, es fundamental en el sistema de recompensa, en la motivación, en la atención y en el aprendizaje.

Acabando con los estigmas: TDAH y éxito profesional

La neurociencia ha aportado suficiente bagaje para que dejemos de considerar a los niños y niñas con trastorno de déficit de atención e hiperactividad como “vagos”, “maleducados” u otros estigmas sociales, pues, como vemos, la neurociencia ha demostrado que se trata de una condición del neurodesarrollo.

Entender este aspecto es fundamental a la hora de detectar falsos positivos (casos que se consideran TDAH y que no lo son), revisando previamente condiciones ambientales y otras posibles explicaciones, así cómo ayudar a las personas con este trastorno de forma adecuada. Es fundamental facilitarles herramientas que les ayuden a “compensar” las dificultades y, sobre todo, a sacar el máximo partido de sus puntos fuertes. Todo ello siempre desde una coordinación escolar, familiar y terapéutica si es preciso.

Es cierto que la escolaridad puede hacerse más dura para muchos niños y niñas con déficit de atención e hiperactividad, pero con el tiempo nos encontramos muchos adultos exitosos. Famosos como Will Smith, Jim Carrey y Justin Timberlake, o empresarios como Ingvar Kamprad (Ikea) o Richard Branson (Virgin Goup), son ejemplos de ello. El verdadero desafío no está en el TDAH, sino en cómo la sociedad lo entiende y apoya.

Teresa Rossignoli Palomeque, Cofounder y CEO de STap2Go.Personal docente investigador., Universidad Nebrija

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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