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¿Por qué la lobotomía es tan controversial?

¿Por qué la lobotomía es tan controversial?

Ha sido uno de los procedimientos médicos más criticados de la historia. La lobotomía tuvo sus primeros pasos desde 1936 por el neurólogo Egas Moniz, el cual, aunque no lo creas, recibió un Premio Nobel en 1949 «por su descubrimiento del valor terapéutico de la leucotomía en ciertas psicosis”. ¿En qué consistió la lobotomía (también llamada leucotomía)? ¿Por qué ocasionó consecuencias graves? ¡Quédate hasta el final para conocer todos los detalles!

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Tratar las enfermedades mentales en el pasado

Es bueno pensar por un instante en las posibles vivencias de los pacientes con enfermedades mentales a mediados de los años 30, ya que los antipsicóticos no existían.

¿Cuáles prácticas se usaban para aquel entonces? Un ejemplo es el de la terapia de la malaria, la cual fue introducida en 1922 para el tratamiento de la esquizofrenia. Consistía en inocular el parásito que causa la malaria, para que así la fiebre resultante funcionara en contra de los síntomas psiquiátricos; esta práctica también se empleó en su momento para combatir la sífilis.

La terapia de choque con insulina también fue otra práctica de aquel entonces para la esquizofrenia. Introducida por Manfred Sakel en 1933, se utilizaba en pacientes que eran inducidos a un coma hipoglucémico luego de una administración de grandes cantidades de insulina.

Es claro que este tipo de prácticas no son las más pertinentes en la actualidad, y entre esas se ubica la que se va a hablar a continuación: la lobotomía.

El inicio de la lobotomía

En 1936, Egas Moniz, neurólogo, presentó sus primeros resultados de la lobotomía. La técnica estaba basada en la documentación de dos neurocientíficos americanos llamados John Fulton y Carlyle Jacobsen, los cuales habían experimentado para hallar la pérdida de la neurosis en chimpancés luego de la remoción del lóbulo frontal.

¿En qué consistía la lobotomía? El procedimiento causaba un daño en el lóbulo frontal del cerebro de la persona, con el propósito de tratar enfermedades mentales. La idea en ese momento era que las neuronas tenían malas conexiones en ciertos pacientes, y remover esas conexiones marcaría un alivio con respecto a la patología.

Cabe destacar que el lóbulo frontal está asociado, en condiciones normales, con el comportamiento y con la personalidad – Imagen: Pixabay.-

Estas fueron las enfermedades que entraron en el uso de la lobotomía: esquizofrenia, desorden bipolar, ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo, depresión, etc.

Los primeros procedimientos de lobotomía de Moniz se basaron en hacer un agujero en el cráneo e inyectar etanol en el cerebro para destruir las fibras que conectaban el lóbulo frontal con otras partes del cerebro. Posteriormente, Moniz desarrolló un instrumento quirúrgico llamado leucótomo.

Luego de este inicio, médicos en Francia se mostraron escépticos con el anuncio y la Segunda Guerra Mundial detuvo el desarrollo de esta técnica, pero volvería a empezar a utilizarse luego del final del conflicto bélico en 1946; momento en el que el número de personas en hospitales psiquiátricos de Francia había vuelto a aumentar.

Walter Freeman, el ‘doctor picahielo’

El psiquiatra Walter Freeman y el neurocirujano James Watts llevarían la lobotomía a Estados Unidos – Imagen: Wikipedia.-

Aunque Walter Freeman y James Watts al principio habían utilizado la técnica descrita por Moniz, después la modificaron para romper aún más las conexiones entre los lóbulos frontales y el resto del cerebro.

Pero ¿por qué Walter Freeman es conocido como el ‘doctor picahielo’? Debido a la lobotomía transorbital, que fue desarrollada en 1945. El psiquiatra italiano Amarro Fiamberti empleó un método que involucraba el acceso a los lóbulos frontales a través de la órbita del ojo, y de aquí Walter Freeman tomaría inspiración.

En la lobotomía transorbital se usaba un instrumento conocido como orbitoclasto, el cual fue modelado a partir de un picahielo. Este orbitoclasto se insertaba a través de la órbita del ojo del paciente usando un martillo. Luego, se movería el instrumento lado a lado para separar los lóbulos frontales del tálamo, una parte del encéfalo que recibe y transmite información sensorial.

Las lobotomías transorbitales no requerían quirófano ni anestesia. De tal modo, los cirujanos de Europa y América realizaron decenas de miles de estos procedimientos durante las siguientes dos décadas.

Walter Freeman viajó alrededor del país, haciendo múltiples lobotomías en tan solo un día. Se sabe que su última lobotomía fue en 1967 a una mujer llamada Helen Mortensen, que murió por una hemorragia cerebral poco después. El propio Freeman ejecutó al menos 3000 lobotomías.

Los resultados desafortunados de la lobotomía en los pacientes

Si bien un pequeño porcentaje de los pacientes mostró mejores condiciones mentales o ningún cambio en especial, el hecho es que muchos pacientes sufrieron los efectos negativos de la lobotomía. Estas personas no volverían a ser las mismas, ya que no podían vivir de forma independiente y experimentarían cambios (para mal) en su personalidad.

Uno de los casos más famosos es el de Rosemary Kennedy, hermana del expresidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy. Esta mujer recibió una lobotomía por parte de Freeman y Watts para controlar sus “cambios de humor”, cosa que la llevaría a quedar incapacitada.

Afortunadamente, las lobotomías decayeron en popularidad a principios de los años 50, principalmente porque sus problemáticos efectos secundarios se hicieron más notorios, así como por el advenimiento de los antipsicóticos; incluida la clorpromazina. Los medicamentos resultaron superiores tanto por su efectividad como porque eran de naturaleza no invasiva.

En la actualidad

Actualmente, las enfermedades mentales son tratadas con medicación y psicoterapia. La lobotomía rara vez se realiza, y es que, si se hace, se trata de un procedimiento modificado y reservado para casos excepcionales. La psicocirugía está reservada para pacientes en los que han fallado todos los demás tratamientos.

Con información de: ScienceDirect | AAAS | Live Science

Imagen de portada: Shutterstock

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