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Opinión: Barcelona, un equipo roto que perdió el rumbo

Opinión: Barcelona, un equipo roto que perdió el rumbo

Por Luis Mejías | La campaña 19/20 está siendo una auténtica pesadilla para el Barcelona. Una crisis deportiva e institucional ha guiado a los catalanes hacia un desastre inminente y todo debido a la pésima planificación tras el triplete de 2015. 

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La era post-Guardiola y el triplete de Luis Enrique

Tras confirmarse la salida de Pep Guardiola en el 2012, el Barcelona cerró su etapa más gloriosa, en la que conquistaron 14 títulos en cuatro temporadas, el primer triplete del fútbol español y el único sextete de la historia. 

Las dos primeras campañas sin Pep en el banquillo fueron muy irregulares. En la 12/13 se logró ganar La Liga con 100 puntos, pero también se sufrió la escandalosa goleada por 7-0 contra el Bayern Munich en la semifinal de la Champions. En la campaña 13/14 fue mucho peor. Con el Tata Martino al mando, el Barcelona no pasó los cuartos de final en la Liga de Campeones, perdió la final de la Copa del Rey contra el Real Madrid y vio cómo el Atlético de Madrid ganó el título liguero en la última fecha y en el Camp Nou.

De cara a la temporada 14/15, el equipo pedía a gritos un cambio de ciclo. Figuras como Puyol y Valdés abandonaron el club, mientras que Xavi había perdido su rol protagonista. Luis Enrique llegó al banquillo y hubo una gran cantidad de fichajes, destacando a Suárez, Ter Stegen, Bravo, Rakitic y Mathieu. 

Luego de una primera mitad irregular, el equipo deslumbró en la segunda parte de la temporada y lo ganó todo, en parte gracias al tridente formado por Messi, Suárez y Neymar. Luego de la renovación del equipo, todo parecía indicar que el Barcelona volvería a dominar el mundo del fútbol.

El éxito condujo al fracaso

En el verano de 2015 se llevaron a cabo las elecciones presidenciales del club. Cegados por el triplete recién conseguido, los socios confiaron en Josep Maria Bartomeu y lo reeligieron como presidente pese a las claras señales de deficiencia que había mostrado la directiva en las tres temporadas previas al triplete de Luis Enrique. 

En el 2016 se obtuvo el doblete nacional, pero ya se empezaba a evidenciar que la plantilla debía ser rejuvenecida. Dani Alves abandonó el club, Iniesta perdió protagonismo y la dupla defensiva de Piqué-Mascherano demostró que sus mejores años habían pasado.

El 2017 fue un año crucial, el punto de no retorno. Varios jugadores jóvenes ficharon por el club, pero solo Samuel Umtiti destacó. El equipo fue humillado en Champions por el PSG y la Juventus. La Liga la ganó el Real Madrid y poco valía el título de Copa del Rey. En el verano, Neymar se marchó rumbo a Francia, Luis Enrique dejó el banquillo y Ernesto Valverde lo suplió. 

Para ese entonces se evidenció la pésima planificación de la directiva presidida por Bartomeu. Tras el triplete de 2015, no hubo un cambio sustancial en el equipo cuando se debió hacer. En el club confiaban en que esa plantilla gloriosa duraría toda la vida y no se tomó en cuenta que dentro del fútbol, nada está escrito. El éxito de hoy no te asegura el de mañana, y mucho menos si cada temporada es un borrón y cuenta nueva. 

La era Valverde, un espejismo 

“Al fútbol siempre debe jugarse de manera atractiva, debes jugar de manera ofensiva, debe ser un espectáculo”

Johan Cruyff

La primera campaña de Ernesto Valverde al mando del Barcelona es el mayor espejismo que se ha visto en el fútbol moderno. Los culés ganaron el doblete, el título liguero casi de forma invicta, pero en un club como el Barça no solo importa el qué… el cómo también tiene un gran peso. 

El funcionamiento del equipo había sido pésimo. En muchas ocasiones, los destellos individuales se impusieron ante los colectivos. Messi y Ter Stegen fueron los pilares, uno en ataque y el otro en defensa. Sobre el final de temporada, cuando el desgaste físico se empezó a notar, también lo hizo el bajo rendimiento colectivo 

La debacle de Roma fue el perfecto resumen de la temporada. En el partido de ida, un 4-1 que, a simple vista, indica que el Barcelona fue muy superior, pero la realidad es que destellos puntuales y errores del rival fueron los responsables del resultado. En la vuelta, el equipo, como de costumbre, no jugó bien, pero ahora tampoco hubo grandes momentos individuales ni capacidad de reacción. ¿El resultado?, un humillante 3-0 contra un equipo “inferior” y la eliminación de la copa más importante de todas, la Champions League. 

Temporada 2018/2019, una promesa que no pudo ser

Luego del final de la campaña 17/18, el equipo llegó inspirado para encarar la temporada 18/19. Messi, que afrontaba su campaña debut como primer capitán tras la marcha de Iniesta, prometió a la afición que darían todo por ganar la Champions. El equipo contó con buenos fichajes, jugadores de primer nivel como Arthur o Arturo Vidal, pero fallaron en el puesto que más necesitaba un cambio… el banquillo. 

Ernesto Valverde había traicionado la filosofía del equipo, aquella implementada por Johan Cruyff y perfeccionada por Josep Guardiola. El Barça practicaba un fútbol vistoso que maravillaba a todo el mundo; un juego de toque y posesión que los llevó a sus años gloriosos. Con Valverde al mando, lo único que importaba era el resultado y el funcionamiento otra vez dejó mucho que desear.

Pese al mal juego del equipo, los resultados llegaron, en parte gracias al excelente estado de forma de Messi. En abril, el título de liga ya estaba asegurado, el equipo había clasificado al partido decisivo en la Copa del Rey y un resultado de 3-0 en la semifinal de la Champions los dejó con pie y medio en la final. Solo faltaban tres juegos para lograr otro histórico triplete.

En el partido de vuelta de la semifinal de la Liga de Campeones, los culés vivieron uno de los episodios más oscuros de su historia. El Liverpool les remontó en Anfield. El Barcelona perdió 4-0. Por segundo año consecutivo, los catalanes sufrieron una debacle que plasmó todas las carencias del equipo, el pésimo funcionamiento colectivo y la nula capacidad de reacción. La guinda del pastel fue perder la final de la Copa del Rey contra el Valencia. 

Equipo roto y sin rumbo

La temporada actual fue una decepción desde los inicios. El cambio generacional del equipo era más urgente que nunca y siguen sin reforzarse las posiciones necesarias. El recambio de Neymar, que partió en 2017, todavía no llega. No se fichó a un centrodelantero para suplir a Suárez. La cantera siguió sin tener el peso necesario en el primer equipo y la plantilla era peor que la de la campaña pasada. 

El peor error fue darle continuidad a Ernesto Valverde en el banquillo, un técnico que ya había demostrado no estar capacitado para dirigir al Barcelona y mucho menos en los momentos clave de la temporada. 

Desde el inicio de la campaña, el equipo mostró el peor juego en años y ya ni los resultados acompañaban a Valverde. Sí, se clasificó a octavos de Champions y se estaba luchando por el liderato de La Liga, pero todo  de una forma paupérrima que avecinaba una catástrofe inminente.

En enero de 2020 se evidenció como nunca la pésima gestión y planificación de la directiva. Vendieron y cedieron a varios jugadores, debilitando aún más la plantilla, despidieron a Valverde a mitad de temporada cuando debieron hacerlo luego de lo sucedido en Anfield y por último, todos los cambios llegaron en la parte cumbre de la temporada.

Quique Setién fue elegido para suplir a Valverde y llegó a un equipo que no pudo moldear a su gusto, en donde los ánimos estaban por los pisos luego de todos los episodios sufridos y con un funcionamiento irreconocible ante la filosofía de fútbol atractivo que representa al Barcelona. 

Sumado a la crisis deportiva están todos los roces entre la plantilla y directiva. Abidal, director deportivo, acusó a los jugadores de no haber trabajado duro con Valverde y se han filtrado documentos en donde se plasma que Bartomeu ha contratado medios de comunicación para hablar mal de sus rivales y fortalecer su imagen. También está el hecho de que muchos futbolistas ven su puesto asegurado debido al inexistente cambio generacional y, al no sentirse amenazados, no se esfuerzan en dar su mejor versión. 

“Més que un club”

El Barcelona necesita una reconstrucción general para regresar a sus años de gloria. La directiva debe marcharse y muchos jugadores deben abandonar el club, no importa qué tan importantes fueron en el pasado. 

Ahora mismo, el Barça es una institución rota y sin rumbo, pero así como el éxito de hoy no te asegura el de mañana, una pésima temporada no implica que las cosas serán así siempre. Solo se necesita una buena planificación y cumplirla mientras se trabaja con directivos y jugadores que amen y den todo por el equipo, haciendo justicia a su identidad, filosofía y lema de que son mucho más que un club de fútbol.

El himno del equipo reza lo siguiente: “jugadores, seguidores, todos unidos hacemos fuerza. Son muchos años llenos de afanes. Son muchos los goles que hemos gritado y se ha demostrado, se ha demostrado, que nunca nadie nos podrá doblegar”. Es hora de que el club regrese a sus raíces y haga honor al «Cant del Barça». 

Foto: Shutterstock

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