Olivia de Havilland fue la última actriz con vida de los años de oro del cine, entre 1930 y 1950. Falleció el 25 de julio de 2020 a los 104 años de edad, fue una artista con muchos méritos, tanto dentro y fuera de la pantalla…
Nacida en Tokio, al igual que su hermana Joan Fontaine, el 1 de julio de 1916. Sus padres eran ingleses, Walter de Havilland y Lilian Fontaine. Walter ejercía de abogado en el país nipón, mientras que la madre, Lilian, era una actriz poco conocida.
Olivia se mudó muy joven con su hermana y su madre a California, debido al divorcio de sus padres. De Havilland empezó a hacer teatro desde muy temprano, y en 1935 hizo su primera película producida por Warner Bros., El sueño de una noche de verano.
Este filme le permitió ganar un contrato con el estudio y realizar sus primeras apariciones en la pantalla grande, lo que la llevó a tener un papel en la película Lo que el viento se llevó (1939). La interpretación de Melanie Hamilton le ganó una nominación al Oscar en la categoría de Mejor actriz de reparto.
Su hermana también inició su carrera en Hollywood, pero decidió cambiar su apellido para que no la relacionaran con Olivia. Esto inició una rivalidad que duraría 40 años; durante sus primeros años de carrera, Joan Fontaine tuvo mucha actividad cinematográfica. En 1942 ganó el Oscar a Mejor actriz por su papel en Sospecha (1941) dirigida por Alfred Hitchcock.
Ese reconocimiento que obtuvo su hermana impulsó a Olivia de Havilland a exigir a la Warner Bros. papeles más importantes, en una época en la que se trabajaba bajo el “sistema de estudios”.
La ley de Havilland
Durante estos años los estudios de grabación, manejados por las grandes compañías cinematográficas, tenían el control total de los actores, directores y guionistas. Las empresas tenían el poder de sancionar a los actores prohibiéndoles trabajar, también podían limitar su nivel de éxito, obligándolos a hacer papeles perjudiciales para su carrera.
Cuando Olivia de Havilland exigió papeles diferentes tenía un contrato vigente y total con Warner, en este sentido, fue sancionada y no recibió papeles durante años. Cuando el contrato estaba por finalizar, la compañía quería obligar a Havilland a trabajar por el tiempo que duró suspendida, a pesar de que eso superaba el límite de tiempo establecido en el acuerdo.
En 1943 la actriz demandó a Warner Bros. y ganó un juicio que cambiaría la forma de manejar el cine de allí en más. No solo ganó el juicio, sino que salió la “ley de Havilland” que restringía el control que poseían los estudios en aquel entonces, ya que esto iba en contra de la ley antimonopolio de EE. UU. Además, le permitió a los actores mayor libertad creativa, y limitaba el poder y duración de los contratos cinematográficos en California.
Después de su salida de Warner
Tras ganar la demanda, Olivia de Havilland consiguió un contrato con Paramount Pictures, que le aseguraría distintos papeles de relevancia. Gracias a estas interpretaciones Olivia se convirtió en una de las actrices más importantes de la década de los 40, con dos premios Oscar a Mejor actriz en solo cuatro años, uno con La vida íntima de Julia Norris (1946) y otro con La heredera (1949).
Su carrera en Hollywood terminó en los años siguientes, cuando decidió mudarse a París, lugar donde vivió el resto de su vida. Desde Europa siguió involucrada en el mundo del cine, y en 1965 llegó a ser la primera mujer en presidir el prestigioso Festival de Cannes.
Con información de: SensaCine / BBC / La Vanguardia / VanityFair / Foto: Shutterstock
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