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¿Nos rejuvenece hablar como los jóvenes?

¿Nos rejuvenece hablar como los jóvenes?

Los jóvenes buscan su propia jerga para distinguirse del resto. Muchas de sus creaciones lingüísticas acaban formando parte del habla general.

Siempre se ha tenido conciencia de que los jóvenes hablan de manera diferente que los adultos, ya sea para repudiar esa forma de hablar o para celebrarla; por lo común, para criticarla.

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Desde hace algunas décadas, sin embargo, los lingüistas nos estamos dando cuenta de la rapidez con que las palabras propias de los argots juveniles son adoptadas por la lengua de los adultos. Este fenómeno coincide con otras tendencias miméticas de lo joven, como la indumentaria o hábitos de entretenimiento.

Fecha de caducidad en revisión constante

No resulta fácil delimitar lo propio o característico del sociolecto de los jóvenes, pues los cambios en las modas lingüísticas en este sector de la población son rapidísimos. El propósito de sus peculiaridades de habla es, precisamente, preservar la propia identidad y la pertenencia al grupo. En cuanto una palabra o expresión se generaliza entre los adultos (y no digamos si queda registrada en los diccionarios), tiende a caer en desuso y a ser sustituida por otra.

Aunque no es fácil hacer una foto fija de la lengua juvenil, una mirada histórica, en cambio, nos permite apreciar que muchas palabras que pertenecieron a la lengua de los jóvenes se han incorporado a la lengua general, sobre todo a su variedad coloquial, y han ingresado en los diccionarios como unidades léxicas del español.

Del cubata al jubilata

En los años setenta del pasado siglo empezaron a extenderse en los ámbitos estudiantiles creaciones léxicas con el sufijo -ata, como bocata, drogata, camarata, jupata, porrata, privata, sociata, tocata, etc. Hoy esas voces, y otras más recientes, de análoga factura (bugata, jubilata, ordenata, pegata) se encuentran en los diccionarios de la lengua que tratan de reflejar el uso real de los hablantes.

Al bar ese solo van jubilatas.

En esa misma década del siglo pasado se comenzaron a difundir acortamientos novedosos de palabras. Si tradicionalmente las formas acortadas tenían dos sílabas (bici, poli, tele), ahora se practicaban acortamientos de tres: anfeta, cátedro, estupa, gasofa, legía (o lejía), manifa, masoca, munipa, paraca, proleta… Todas ellas han pasado a la lengua coloquial adulta. Y no solo eso; más recientemente se acortan también expresiones formadas por varias palabras, como finde, porfa, porsiaca, buenro, simpa (en la expresión hacer un simpa), etc.

La transición y la ‘movida’

Durante la transición política española aparecieron multitud de vocablos en el habla juvenil que hoy lucen en las páginas de los diccionarios de uso del idioma. Desde el verbo currar (o currelar), por ejemplo, que ha generado formas como currante, currelante, curro, curre, currele o currela; hasta el verbo pasar, seguido de la preposición de, que adquirió un nuevo significado: ‘Mostrar desinterés o desprecio por alguien o por algo, desentenderse o despreocuparse’, con el que ha desarrollado derivados como pasota o pasotismo.

Y en la misma época y el mismo sociolecto juvenil se difundieron multitud de palabras y frases que hoy son de curso legal en la lengua, como reflejan los diccionarios: basca, carroza, dabuten, guay, mogollón, molar, movida, peña, pureta, tronco, mover el esqueleto o patinarle a uno las neuronas. Quizá resultado de esa etapa convulsa de agitación social, un buen número de ellas proviene del ámbito de la delincuencia: camello, chorizo, madero, picoleto, pitufo,bofia.

El Diccionario de argot español y El tocho cheli son un buen exponente de este léxico.

El toque humorístico

No faltan los recursos humorísticos en los usos lingüísticos juveniles que luego han hecho fortuna en la lengua general: comercio y bebercio, chupóptero, lolailo, machirulo, pastizal, profesaurio, o, ya en este siglo, metáforas del tipo de asaltacunas, bocachancla o pagafantas.

Existe cierta tradición de formar palabras invariables terminadas en -as aplicadas a personas (aguafiestas, manazas, manitas). Hoy, entre jóvenes y menos jóvenes, constituye un recurso en alza, con formaciones, muchas ya en los diccionarios, como cachas, loqueras, golferas, gordinflas, mazas, notas, reguleras, rojeras

Cada día estoy más cachas.

La tele se estaba poniendo reguleras.

La creatividad híbrida con el inglés

Desde hace algún tiempo vienen llamando la atención palabras híbridas, habituales en el mundo juvenil, con particular empleo en el léxico de los videojuegos. Son cruces de palabras como fekas ‘persona falsa’ (del inglés fake ‘falso’), flipar y flipe, hipioso, mutear ‘silenciar a alguien’ (del inglés to mute ‘silenciar’), hacer un nextazo (del inglés next ‘desatender o mostrar indiferencia a alguien’), ghostear ‘dejar de hablar con una persona sin dar explicaciones’ (del inglés to ghost ‘esfumarse de la presencia de alguien’), balconing, cañoning, machoman, mochilaman

Cómo me ha ghosteado el muy fekas, estoy flipando.

Nuevos sufijos

Recientemente se ha percibido el creciente uso, en los ambientes juveniles, de formas acabadas en -i. Me refiero a palabras como bugui, chati, chuli, chupi, churri, compi, cuqui, holi, mendi (por menda), titi

Este fenómeno concuerda con la aparición, también reciente, de un par de sufijos: -uqui, -inchi, de connotación afectiva. El primero se documenta en formaciones como ambientuqui ‘ambiente’, comiduqui ‘comida’, fotuqui ‘foto’, mochiluqui ‘mochila’, peñuqui ‘peña, gente’, playuqui ‘playa’, vueltuqui ‘vuelta, paseo’, etc.

¿Os apetece dar una vueltuqui esta noche?

Con sufijo -inchi, menos frecuente, encuentro palabras como abuelinchi ‘abuelo -a’, amiguinchis ‘amigos, -as’, coleguinchis ‘colegas’, colorinchi ‘color’, currinchi ‘trabajo’, gordinchi ‘gordo, -a’, pavinchis ‘pavos, euros’, regulinchi ‘regular’ o saludinchis ‘saludos’.

Tráete a tu churri si quieres que la conozcan los coleguinchis.

Una carrera imposible de ganar

¿Tardaremos mucho los adultos en apropiarnos de esos sufijos y formar palabras con ellos? Alguna que otra voz ya aparece en programas de la tele y en tertulias de radio, primer paso para entrar en la lengua general y en los diccionarios. Pero en cuanto se empiecen a utilizar de manera generalizada, dejarán de ser juveniles, por lo que, por más que queramos rejuvenecernos usándolos, la carrera está perdida antes de comenzar.

Hace poco se puso en circulación un término de nuevo cuño, midorexia, para denominar uno de tantos miedos como hoy nos asaltan: el miedo a envejecer. ¿Será este miedo el responsable del influjo de la lengua juvenil en la lengua general, sobre todo coloquial, de los adultos? ¿Nos rejuvenece hablar como los jóvenes? Personalmente, estoy en paz con mi edad.

Manuel Casado Velarde, Catedrático emérito de Lengua Española, especializado en análisis del discurso, innovación léxica, Lexicología y Semántica del español, Universidad de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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