Diana Krall nació el 16 de noviembre de 1964 en Nanaimo, pequeña localidad de pescadores en la isla de Vancouver, en la provincia canadiense de la Columbia Británica. Se crió con su hermana Michelle en un ambiente musical: su abuela era cantante de jazz, y sus padres, Adella y Jim, tocaban el piano.
A los cuatro años, la pequeña Diana empezó a tomar clases de piano. Cada domingo la familia al completo se reunía para interpretar clásicos de Nat King Cole o Frank Sinatra. «Nos turnábamos -recuerda ella en entrevistas-; ni siquiera puedo recordar cuándo no estábamos tocando.» Su primera influencia musical consciente fueron las decenas de discos de Fats Waller que coleccionaba su padre, y que ella intentaba reproducir nota por nota.
De adolescente, Krall se unió a la banda de jazz de su escuela superior, y a los quince años logró su primer trabajo remunerado: tocaba el piano tres noches a la semana en un restaurante local. Por entonces, empezó a atraerle cada vez más el papel de cantante-pianista, a imitación de sus admiradas Roberta Flack o Nina Simone, aunque sólo se sentía del todo cómoda como instrumentista.
En 1981 ganó una beca del Festival de Jazz de Vancouver para estudiar en la prestigiosa escuela de música Berklee, en Boston, Estados Unidos. Allí residió durante un año y medio de riguroso aprendizaje, tras lo cual volvió a cruzar la frontera canadiense para regresar a su pueblo natal.
Una noche, el reconocido bajista Ray Brown la escuchó tocar en un pequeño local de Nanaimo. Impresionado, se presentó en el camerino y le propuso ser su mentor y manager. Krall aceptó encantada, iniciando una relación profesional que se mantendría hasta el fallecimiento de Brown, en julio de 2002.
Siguiendo el consejo de Brown, Diana se mudó a Los Ángeles. Allí, con una beca del gobierno canadiense, prosiguió sus estudios bajo la tutela del pianista Jimmy Rowles, director musical de la legendaria sala de conciertos Hollywood Bowl. Rowles la animó a complementar su habilidad al piano desarrollando del todo sus posibilidades vocales, de las que todavía se sentía insegura.
Tras residir una temporada en Toronto, a principios de los años noventa se mudó a Nueva York, donde formó su propio trío. Después de hacerse un hueco en la escena local, publicó en el pequeño sello discográfico Justin Time, con base en Montreal, su primer álbum: Stepping out (1990). En este prometedor debut participaron prestigiosos músicos como Jeff Hamilton o John Clayton.
Tras emprender su primera gira internacional por Estados Unidos, Canadá, Europa y Japón, en 1996 presentó All for you, un delicioso homenaje a la música de Nat King Cole, publicado por el clásico y renovado sello de jazz Impulse! No sólo recibió críticas excelentes (el diario The New York Times lo eligió entre los diez mejores discos del año), sino que además obtuvo unas ventas sorprendentes para su género y una nominación a los Premios Grammy.
Su siguiente disco, Love scenes (1997), la situó definitivamente entre los grandes del jazz. Participó en eventos de prestigio como las galas de ese año de tributo a Ella Fitzgerald (en el Carnegie Hall) y a Benny Carter (en el Lincoln Center), y durante semanas fue la atracción de la Oak Room, la prestigiosa sala de conciertos del Algonquin Hotel de Manhattan.
Hoy Diana Krall cumple 49 años de edad y lo celebramos con este tema:
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