Por Álvaro Vito | En cualquier situación de enfermedad, la fiebre entra como uno de los síntomas más comunes. Pérdida del apetito, debilidad muscular, dolor de cabeza, escalofríos… La sensación resulta molesta y complicada. ¿Pero por qué el cuerpo reacciona con tal aumento de la temperatura? ¿Sabías que tiene relación con una defensa contra las infecciones? Quédate para conocer la ciencia detrás de la fiebre.
El mecanismo del cuerpo
El hipotálamo es un área del encéfalo que tiene protagonismo en el proceso de la termorregulación. La temperatura común del cuerpo humano se encuentra cerca de los 37 ºC, y el hipotálamo se encarga de vigilar ante el mínimo cambio, enviando señales al organismo con sus respuestas correspondientes.
En el caso del calor, las glándulas sudoríparas se activan y hay una dilatación de los vasos sanguíneos. Por otro lado, si la persona tiene frío, los vasos sanguíneos se contraen y empezarías a temblar, lo que generaría calor.
La ciencia detrás de la fiebre tiene mucho que ver con una respuesta infecciosa; un mecanismo de defensa del cuerpo. Cuando las células infecciosas invaden el organismo, el hipotálamo procede a incrementar la temperatura (más de 38 ºC). Se da una vasoconstricción y unas contracciones musculares con la finalidad de conservar y producir calor respectivamente; he ahí el motivo de por qué sientes escalofríos con la fiebre.
Asimismo, el cuerpo tiene una determinada regulación para evitar que llegue a los 41 ºC, ya que una temperatura superior a la mencionada provocaría daños en los órganos. Si un paciente se encuentra en esta posición, la causa no sería por una infección sino por una alteración en la función del sistema nervioso central. A los 42 ºC un paciente cae en coma, mientras que a los 43 ºC se da la muerte del paciente.
Una lucha contra la infección
Cuando las células se exponen a altas temperaturas, liberan proteínas de choque térmico; estas surgen en condiciones de estrés. Gracias a la aparición de esta familia de proteínas, los linfocitos toman la ventaja de ser más veloces al presentar una especie de viscosidad, por lo que alcanzan las zonas donde la infección es complicada.
En las infecciones virales, las proteínas de choque térmico condicionan a las células a disminuir la producción de proteínas y a proteger en caso de que el virus intente romper a las células. Todo esto marca un cerco que rodea al virus y evita su camino de destrucción.
Por otro lado, la temperatura tiene mucha relación con el ciclo circadiano. Es común que muchas personas experimenten un aumento de la fiebre en la noche, ya que a esas horas la temperatura corporal siempre aumenta, a comparación de la mañana donde es algo menor.
Ahora bien, el combate contra la fiebre depende de muchos factores, tales como la edad, la duración e intensidad del síntoma y el estado inmunológico; no hay una regla definitiva sobre si es mejor disminuir la fiebre o dejarla subir. En caso de que se tome una decisión de no suministrar medicamentos al paciente, se va a recomendar reposo e ingesta constante de líquido para evitar la deshidratación; la fiebre desaparece al cabo de unos días.
Por supuesto, si la fiebre viene acompañada de otros síntomas o molestias, es de suma importancia asistir a un especialista médico para detectar a tiempo otra posible patología.
Con información de: Mayo Clinic / TED-Ed | Imagen de portada: Shutterstock
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