La extinción de vegetales y animales es perjudicial para nuestra salud. Esa es la conclusión de una nueva investigación realizada por científicos que estudiaron la relación entre la diversidad biológica y las enfermedades infecciosas. La pérdida de especies en los ecosistemas como los bosques o los campos produce un incremento de agentes patógenos, u organismos causantes de enfermedades, según los resultados obtenidos por los investigadores.
La investigación fue financiada por varias entidades estadounidenses: la Fundación Nacional de Ciencia (NSF), los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) y la Agencia de Protección Medioambiental (EPA).
«El cambio global se acelera, y con él, una serie de consecuencias no deseadas», nos recuerda Sam Scheiner de la NSF.
El nuevo estudio muestra otro de los peligros del cambio climático global, al demostrar que la extinción de especies puede llevar al aumento de la incidencia de ciertas enfermedades en seres humanos, animales y plantas.
Las especies hoy más propensas a desaparecer con la disminución de la biodiversidad son mayormente aquellas que amortiguan la transmisión de enfermedades infecciosas. Las que cuentan en la actualidad con mejores oportunidades de sobrevivir son en buena parte las que potencian la transmisión de enfermedades infecciosas peligrosas como la del virus del Nilo Occidental, la enfermedad de Lyme y las provocadas por los virus del Género Hantavirus.
Tal como apunta la ecóloga Felicia Keesing del Bard College en Annandale, Nueva York, se sabe ya de casos específicos de microorganismos, como el virus del Nilo Occidental, y los hantavirus, en los que la disminución de la biodiversidad del entorno aumenta la incidencia de las enfermedades provocadas por ellos.
Y ahora se ha constatado que el modelo es mucho más general: La pérdida de la biodiversidad tiende a incrementar la transmisión de diferentes tipos de patógenos y la incidencia de las enfermedades infecciosas provocadas por ellos. El hallazgo es válido para varias clases distintas de patógenos (virus, bacterias y hongos) y para muchos organismos receptores, ya sean los seres humanos, otros animales o las plantas.
La diversidad biológica mundial ha menguado a un ritmo sin precedentes desde la década de 1950. Se calcula que las tasas actuales de extinción son entre 100 y 1.000 veces mayores que en épocas pasadas, y se prevé que aumenten de manera drástica en los próximos 50 años.
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