Nacida bajo el seno de una familia sometida por sus creencias, Rosa Luxemburgo se transformó en una líder revolucionaria y defensora de las minorías. Sus ideales se mantuvieron firmes hasta el día de su muerte. Hoy es recordada como una de las teóricas marxistas más importantes de la historia. ¿Quién fue Rosa de Luxemburgo? ¿Cómo fue su vida? ¿Cuál era su causa? Aquí te contamos todo.
Una niña con sueños muy grandes para su país
Nacida en el seno de una familia polaca y judía, conoció las limitaciones desde muy pequeña. Rusia gobernaba Polonia y las políticas antisemitas la dejaban con muy pocas posibilidades.
Rosa Luxemburgo fue una estudiante brillante y al terminar el colegio entendió, que quería formar parte de reformas políticas. Sabía que el mundo podía cambiar si las masas se unían. Con solo 19 años se sumó al partido revolucionario Prolerariat.
Su personalidad contestataria y revolucionaria, la volvían un peligro tanto para su familia, como para ella misma. Huyó de los rusos hacia Suiza, en donde logró entrar a la Universidad de Zúrich. Se preparó en filosofía, historia, política, economía y matemáticas.
Fue la primera mujer en realizar un doctorado enfocado en ciencias políticas. Su tesis doctoral fue sobre el desarrollo industrial de Polonia y la culminó con honores.
“Quien no se mueve, no siente las cadenas” Rosa Luxemburgo
En la universidad, conoció a grandes socialistas como Anatoli Lunacharski y Leo Jogiches. Ambos, fueron un pilar fundamental en su formación como socialista. Rosa entendía que la educación era vital para poder iniciar una revolución, por lo que se preparó en oratoria. Era excelente en retórica y rápidamente se transformó en un ícono de las masas.
Era la única mujer que lograba conquistar a las multitudes con su liderazgo. Sus compañeros marxistas le tenían cierto recelo. Ella luchaba en pro de hacer entender al proletariado, que la revolución solo se lograría si trabajaban unidos.
Su fama crecía cada vez más. Rosa era reconocida como líder teórico del Partido Socialdemócrata de Polonia y Lituania. Se mudó a Alemania por la efervescencia del movimiento obrero. Manteniendo su visión de que la educación era la clave del éxito de toda revolución, comenzó a escribir para Die Neue Zeit, el periódico marxista más importante de la época y así se transformó en toda una enemiga para el Estado.
Amada por muchos y odiada por otros
Luxemburgo con su visión, se había transformado en una de las líderes del Partido Socialdemócrata Alemán. Ella aseguraba que Alemania sería la casa de la revolución, pero para su sorpresa, Rusia comenzó primero. «Su respeto por lo que estaba pasando en Rusia y su crítica a lo que ocurría con la socialdemocracia alemana, el partido la empezó a detestar”, cuenta una de sus biógrafas Jacqueline Rose.
«Entre más la odiaban sus copartidarios, más popular se volvía en las calles, más famosa, más bienvenida era en mítines del proletariado. Ella representaba la capacidad del espíritu revolucionario de exceder los sistemas organizacionales fijos que querían mantenerlo en un solo lugar», explica Rose.
Sorprendida con los cambios en Rusia, viajó a Varsovia para ver cómo las teorías revolucionarias eran puestas en práctica. Quedó sorprendida por “el sentimiento de solidaridad, hasta hermandad” de los trabajadores rusos, según escribió en una carta privada al teórico marxista Karl Kaustky.
Al regresar a Alemania, comenzó una crisis de identidad, provocada por el partido al que militaba.
Una derrota casi la lleva al suicidio
Tras ver cómo los rusos se habían organizado al punto de ser una hermandad, llegó a Alemania triste y desmotivada. Comprendió que el Partido Socialdemócrata Alemán no iniciaría la revolución e incluso, pensó en suicidarse cuando sus compañeros votaron a favor de las municiones para la guerra. Estaba devastada, Luxemburgo era pacifista, su depresión fue tan grave, que consideró quitarse la vida.
Abandonó el partido y se dedicó a protestar en contra de la Primera Guerra Mundial. Fue enviada a prisión en numerosas ocasiones por organizar protestas en contra de Lenin, quien la catalogó como peligrosa.
En contra de las políticas de los otros partidos, decidió crear el suyo, con el apoyo de sus compañeros Karl Liebknecht, Franz Mehring y Clara Zetkin. Lo titularon la Liga Espartaco. Tuvo que trabajar en pro de sus causas desde la cárcel.
Al salir de prisión, peleó en contra de los bolcheviques por la disolución de la Asamblea Constituyente y la supresión de los partidos rivales. Rosa era fiel creyente de la libertad de expresión y de ahí nace una de sus frases más icónicas:
«La libertad solo para los partidarios del gobierno, solo para los miembros de un partido, por muy numerosos que sean, no es libertad en absoluto. La libertad es siempre y exclusivamente libertad para aquel que piensa de manera diferente«.
Desde ese momento, dejó de sentir admiración por los avances revolucionarios que habían hecho los rusos.
Su visión se cumplió: Alemania luchó, pero no como Rosa Luxemburgo quería
Alemania vivió una huelga general del 5 al 12 de enero de 1919. Históricamente se le conoce como el Levantamiento Espartaquista, aunque realmente la Liga Espartaco no tuvo nada que ver. Para ser sinceros, Rosa Luxemburgo no estaba de acuerdo con lo que sucedía, pero se vio obligada a participar.
¿Por qué no estaba de acuerdo? Aseguraba que Alemania y Rusia se encontraban en momentos completamente diferentes de su historia y que Alemania no contaba con los recursos ni la preparación educativa para derrocar al gobierno.
Rosa nunca se imaginó que un grupo de paramilitares terminaría con la rebelión y con su vida.
Un ataque catastrófico, le puso el fin a su lucha
Los Freikorps, un grupo de paramilitares de la izquierda, fueron los encargados de ponerle un fin a la revolución. En 1919, Rosa junto a Karl, fueron detenidos y desaparecidos.
Ambos fueron humillados, torturados y demacrados. Uno de los paramilitares, rompió el cráneo de Luxemburgo con el mango de un fusil, pocos minutos después, fue encerrada en un auto en donde la destrozaron a balazos. Su cuerpo fue lanzado al río Landwehrkanal, uno de los canales de Berlín y apareció cuatro meses después.
Completamente desfigurada, fue reconocida por sus guantes. Hoy, es recordada como una gran teórica y revolucionaria del marxismo, y una de las representantes más aguerridas del movimiento comunista y socialista internacional.
Su vida está resumida en más de 15 libros que escribió. Algunos de los títulos más famosos son: Reforma o revolución (1899), Huelga de masas, partido y sindicatos (1929), Introducción a la economía política (1912), La crisis de la socialdemocracia (1915) y Cartas de la prisión (1896-1918).+
Con información de: TheGuardian |BBC | RosaLux |ABC.es
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