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Horrores Humanos: Masacre en la escuela Nº1 de Beslán

Horrores Humanos: Masacre en la escuela Nº1 de Beslán

Era una mañana soleada y calurosa del primer día de septiembre de 2004. Como es de tradición en Rusia, el inicio de clases es un día alegre y festivo. Los niños y jóvenes asisten entusiasmados a la escuela vistiendo su ropa nueva, contentos de reencontrarse con sus amigos luego del verano, mientras sus padres los despiden con orgullo y sus maestros los reciben cariñosamente. Lo que nadie podía predecir es que, aquel día donde todo parecía marchar bien, se desataría uno de los horrores mas grandes de los últimos años.

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La escuela № 1 de Beslán sería tomada por terroristas chechenos con más de 1.000 rehenes en su mayoría niños y adolescentes, quienes aterrorizados y amenazados con pistolas y bombas, estuvieron hacinados en el gimnasio durante 51 horas y 50 minutos; con uno de los desenlaces más tristes y traumáticos de la historia de Rusia.

Día 1: el terror irrumpe en un “día feliz”

Un grupo de aproximadamente 30 hombres y mujeres armados y encapuchados llegaron en camiones militares GAZel y GAZ-66 e irrumpieron en el colegio a eso de las 9:00 am. La mayoría de los atacantes llevaba pasamontañas negros y unos cuantos llevaban cinturones explosivos. La mujeres vestían burkas -después se supo que se trataba de las llamadas “viudas negras”, que no son más que terroristas suicidas que se embarcan en misiones portando explosivos-. Entre amenazas y tiros al aire, condujeron a los rehenes al gimnasio, un edificio de 10 metros de ancho y 25 de largo. Una vez allí confiscaron sus pertenencias, en especial cámaras y celulares, e instalaron una serie de bombas y trampas explosivas.

La matanza no tardó en empezar. Cuando la policía corrió al patio para ayudar a los pocos padres y niños que habían hecho un intento desesperado de fuga, los terroristas abrieron fuego desde las ventanas del gimnasio. Luego procedieron a fusilar a varios profesores varones dentro del colegio y ordenaron a los niños quedarse cerca de las ventanas como un escudo humano.

Finalmente y luego de llegar a lo que parecía un punto muerto, los terroristas declararon sus exigencias: Rusia debía retirar su Ejército de Chechenia, liberar a los detenidos por los atentados del 21 de junio en la contigua república de Ingushetia y que, como mediadores, acudieran el pediatra ruso Leonid Roshal, el presidente de Osetia del Norte, Alexandr Dzasójov y su homólogo de Ingushetia, Murat Ziázikov. Además amenazaron con hacer volar el edificio si los atacaban.

Día 2: entre la sed, el terror y la incertidumbre

El 2 de septiembre, las negociaciones entre Roshal y los secuestradores fracasaron, y éstos se negaron incluso a permitir la entrada de comida, agua y medicamentos para los rehenes, o a retirar los cadáveres del colegio.

Las condiciones de vida dentro del colegio empeoraron con rapidez. Muchos rehenes, especialmente los niños, se quitaron la camisa y otras prendas de vestir para aliviar el insoportable calor que hacía dentro del edificio.

Por la tarde, 11 enfermeras y 15 niños pequeños fueron liberados por los secuestradores tras unas negociaciones con el ex presidente ingusetio Ruslán Aushev.

El periódico Los Angeles Times escribió que a algunas de las madres con varios hijos se las obligó a elegir a uno de ellos, dejando a los otros. Aproximadamente a las 15:30, se produjeron en un lapso de unos diez minutos dos explosiones que resultaron provenir de granadas disparadas por los secuestradores aparentemente con la intención de mantener a las fuerzas de seguridad lejos del edificio.

El calor era cada vez más intenso. Los terroristas cortaron el suministro de agua y los rehenes se vieron obligados a beber su propio sudor y orina. Cuando los más pequeños lloraban, los secuestradores disparaban al aire para asustarlos hasta hacer que se callaran.

Los rehenes pasaron una segunda noche entre el miedo, la inmundicia y la angustia. Durante la mañana del tercer día los ánimos cambiaron y la violencia estalló a las 13:05.

Día 3: el desenlace fatal

Por la tarde del 3 de septiembre, los secuestradores aceptaron la entrada de un equipo médico para que retiraran los cadáveres del exterior del colegio. El equipo empezó a aproximarse a la escuela, pero en unos segundos de confusión, sobre las 13:04, los secuestradores abrieron fuego y se oyeron dos fuertes explosiones.

Dos trabajadores del equipo médico murieron y los demás se pusieron a cubierto. Parte del gimnasio se hundió, lo que permitió huir a un grupo de unos treinta rehenes, pero los secuestradores les dispararon; algunos de los fugitivos murieron.

En ese momento, las fuerzas especiales rusas activaron su plan de acción inmediato de asaltar el colegio para rescatar a los que quedaron en el interior. Estalló una batalla caótica mientras las fuerzas especiales intentaban entrar en la escuela al tiempo que protegían la huida de los rehenes.

La contundencia de la intervención fue enorme; además de las fuerzas especiales, también participó el ejército regular y tropas del Ministerio de Interior, así como helicópteros de combate (varios Mil Mi-24 y Mil Mi-8) y, por lo menos, un tanque. Muchos civiles también se unieron a la batalla portando sus propias armas.

Los secuestradores provocaron más explosiones, destruyendo totalmente el gimnasio e incendiando buena parte del edificio, mientras los comandos de las fuerzas especiales perforaban las paredes para permitir la huida a los rehenes. Aproximadamente a las 15:00, dos horas después de que se iniciara el asalto, las tropas rusas declararon que tenían bajo control casi todo el colegio. Sin embargo, la lucha seguía y tres terroristas fueron localizados en el sótano con varios rehenes. Fueron abatidos aunque antes asesinaron a los rehenes.

No se pudo empezar a evaluar el alcance de la matanza hasta que se disipó el humo. Las autoridades dieron por finalizadas la operación de las tropas rusas. Todos los secuestradores murieron, excepto tres que fueron detenidos.

El balance final dio un lamentable número de 333 rehenes fallecidos, de los cuales más de la mitad eran menores. Luego de estos terribles hechos El presidente ruso, Vladimir Putin, afirmó en un mensaje a la nación televisado por todos los canales nacionales que la toma de rehenes fue una intervención del «terror internacional» contra Rusia y que no cedería al chantaje.

Días después El ministro del Interior de Osetia del Norte, teniente general Kazbek Dzantíev, presentó su dimisión al cargo.

Putin ordenó un luto nacional de dos días los días 6 y 7 de septiembre. El 7 de septiembre, 135.000 personas se manifestaron contra el terrorismo en la Plaza Roja de Moscú.

A 13 años de esta tragedia, el pueblo ruso aun lucha por sanar la heridas que dejó el sangriento ataque a la escuela de Beslán.

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