“¿Desde cuándo tienes problemas de memoria?”. Esta pregunta se la realizó la neurocientífica Suzanne Corkin a Henry Molaison, el cual respondió lo siguiente: “Eso no te lo puedo decir porque no me acuerdo”. Este paciente, posteriormente conocido en el ámbito científico como H.M., pasó a la historia de la neurociencia luego de una cirugía, donde dejaría de crear nuevos recuerdos por el resto de su vida.
Antes de la cirugía
Henry Molaison nació el 26 de febrero de 1926 en Mansfield, Connecticut. La infancia de este joven parecía normal, pero sufrir una fractura de cráneo en relación con un accidente de bicicleta le cambiaría la vida.
Desde ese punto, Henry empezó a tener ataques epilépticos, pérdida del conocimiento y de las funciones corporales. Ante esta situación frecuente y con un resultado nada favorecedor luego de las respectivas medicaciones, se realizó una operación quirúrgica el 1 de septiembre de 1953 de la mano del doctor William Scoville, un famoso neurocirujano del momento.
El resultado inesperado
La operación a Henry Molaison parecía un éxito, ya que las convulsiones desaparecieron e incluso su coeficiente intelectual aumentó. No obstante, se detectó una observación muy particular: Henry presentaba dificultades con la memoria.
Además de una pérdida de recuerdos de su década pasada, Henry no podía formar unos nuevos. Podía conversar un rato con cualquier persona, pero minutos después olvidaba el tema de la charla o con quién lo había platicado; optaba por repetir conversaciones. De igual modo, factores como consumir varias comidas seguidas y olvidar cuál era el día del momento se notaron de inmediato.
El caso llegaría a las manos de otro experto llamado Wilder Penfield, el cual mandaría a una estudiante de doctorado llamada Brenda Milner a estudiar a Henry con la finalidad de obtener las características de su día a día; los estudios fueron dando conclusiones interesantes.
Las observaciones de Brenda Milner
Por ejemplo, se llegó a la diferencia entre lo que hoy conocemos como memoria declarativa (fechas, hechos, nombres, etc.) y memoria procedimental (andar en bicicleta o firmar). Resulta que ya se ha identificado a la memoria procedimental en los ganglios basales y en el cerebelo, sitios que Henry no tenía afectados.
La peculiaridad con Henry Molaison es que, en medio de la operación con el neurocirujano William Scoville, se le había removido el hipocampo, que es una prominencia encefálica que tiene su función en la memoria.
Sin el hipocampo, Henry no tenía la capacidad de procesar los recuerdos a largo plazo; es por ello que tenía conciencia de un tópico (como hacer un juego de números o ver películas clásicas) por unos cuantos segundos, para después ser borrados de su mente.
H.M., una personalidad fundamental en la neurociencia
Durante gran parte de su vida, H.M. fue examinado por más de 100 neurocientíficos. Entre los investigadores se encontraba Suzanne Corkin, con quien H.M. tuvo contacto durante 46 años (un pequeño fragmento de sus conversaciones se vio en la introducción de este texto).
Cuando Henry muere, su cerebro es donado a la ciencia y cortado en más de 2 000 rebanadas, con el propósito de hacer una evaluación a nivel neuronal; este procedimiento se transmitió en vivo con una visualización de 400 000 personas.
Lo que se puede decir con certeza es lo siguiente: H.M. significó un gran avance en el mundo de la neurociencia, donde hubo una mayor comprensión sobre temas como la consolidación de los recuerdos, el aprendizaje de habilidades motoras y la amnesia.
Aunque a Henry Molaison se le podía recordar a cada rato sobre su reconocimiento, a él se le olvidaba, mientras veía películas clásicas varias veces al día y contaba varias veces la misma historia durante minutos. Sin embargo, esto no indicó que la sonrisa en su rostro se quitara a lo largo de su existencia.
Con información de: ScienceDirect / La Vanguardia / BBC / YouTube | Imagen de portada: Shutterstock
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