En América Latina tenemos una especie de fascinación con la figura del “Hombre Fuerte que va a salvar al país”, estos mesías bananeros aparecen de manera espontánea cada cierto tiempo, logran llegar al poder sea por los votos o por la fuerza. Lo que es una constante es que no dejan el poder de buena manera, el 3 de enero de 1989 el “Hombre Fuerte de Panamá” se entregó a las fuerzas norteamericanas, cabizbajo y derrotado, subió a un transporte militar norteamericano rumbo a la ciudad de Miami, donde lo esperaba una vida tras las rejas.
¿Quién era Manuel Antonio Noriega?
Manuel Antonio Noriega Moreno, nació en Guachimango, Panamá en 1934, tuvo su formación militar en la prestigiosa Escuela Militar de Chorrillos, en Lima Perú, graduándose como Sub Teniente del arma de ingeniería, e ingresó a la Guardia Nacional (GN) al cumplir los 22 años.
Luego de 6 años dentro del cuerpo castrense, ya con el rango de Mayor, es designado jefe de la zona militar de Chiriquí, fronteriza con Costa Rica, muchos historiadores creen que estando a cargo de Chiriquí comenzó a trabajar con el Cartel de Medellín.
En 1968 formó parte del golpe de estado dado por Omar Torrijos Herrera, a raíz de su participación en el golpe, es ascendido a Teniente Coronel y nombrado Jefe del Servicio de Inteligencia G2.
También se maneja la teoría de que Noriega fue captado por la CIA desde sus comienzos y que el servicio de inteligencia norteamericano fue primordial en su ascenso al poder.
Llegada al poder
Para hablar de la llegada al poder de Noriega, tenemos que hacer hincapié en el mandato de Omar Torrijos. Este llegó al poder en 1968 a través de un golpe de estado y en 1972 llamó a una asamblea constituyente, apoyado en el artículo 277, se autoproclamó “líder máximo de la revolución panameña”, su gobierno fue de un carácter populista representado por una parte en la redistribución de tierras, construcción de escuelas y obras públicas, y una política económica liberal que convirtió a Panamá en un centro bancario internacional, y por otra en la persecución implacable de la oposición.
Torrijos trabajó con Estados Unidos durante su mandato y en 1977 firmó el tratado Torrijos-Carter que establecía la neutralidad del Canal de Panamá y básicamente le dio legalidad a la presencia norteamericana en el país, a cambio del retorno de la propiedad del Canal en 1999.
Sin embargo las condiciones eran que en Panamá debía instaurarse una democracia, aunque todo esto cambió en 1981 cuando Torrijos murió en un accidente aéreo, que se creé fue arreglado por la CIA.
Gracias a su cercanía con Estados Unidos, Noriega llegó finalmente al poder en 1983, a cambio extendió el rango de operaciones de las fuerzas americanas en la región y sirvió de frente al movimiento izquierdista en Centroamérica.
En 1984 se celebraron elecciones presidenciales por primera vez en 16 años y cuando el expresidente y opositor Arnulfo Arias ganó por barrida, el ya entonces General Noriega mandó a detener las elecciones y dando por ganador al candidato de Noriega: Nicolás Ardito Barletta Vallarino.
En medio del descontento por el burdo fraude electoral, un opositor al régimen Hugo Spadafora, anunció su regreso a Panamá acusando a Noriega de tener lazos con el narcotráfico. Este fue raptado en la frontera con Costa Rica y su cuerpo apareció decapitado y metido en sacos del servicio postal.
Este clima y la posterior renuncia obligada del presidente Barletta (quien era considerado intocable por sus lazos con Estados Unidos, solo por haber declarado que el asesinato de Spadafora iba a ser investigado), llevó al bloqueo económico de Panamá.
Debido a la crisis económica la situación se tornó cada vez más desesperada en Panamá, y el descontento se fue haciendo cada vez mayor, mientras que Noriega se burlaba de la oposición llamándolos ‘rabiblancos’ por su supuesto origen europeo, mientras que él representaba a la raza mezclada que era la mayoría de la población en Panamá.
Durante esta etapa de conflicto, todas las marchas pacíficas fueron atacadas por los llamados “batallones de la dignidad” que operaban bajo la sombra de Noriega, los manifestantes fueron golpeados salvajemente, encarcelados y muchos inclusive asesinados por estos grupos paramilitares y por las fuerzas armadas.
Cada vez que se organizaba a una marcha, Noriega a su vez llamaba a una contramarcha en la que en muchos casos los ciudadanos eran obligados a marchar para defenderlo.
La caída y la cárcel
En mayo de 1989 se realizaron elecciones, el partido de Noriega (PRD) lanzó a Carlos Duque editor del periódico más antiguo de Panamá, “La Estrella de Panamá”, como candidato y la oposición formó una alianza y fueron con Guillermo Endara miembro del partido de Arnulfo Arias.
La oposición, a sabiendas de que las elecciones iban a estar arregladas, encontraron un vacío en la ley y con apoyo de la Iglesia Católica, montaron un centro de conteo de votos en cada uno de los 4000 centros electorales, y así verificarlos antes de ser mandados al centro de conteo oficial. De esta manera dieron los resultados antes de que los miembros del partido de Noriega, cambiaran las papeletas.
Los resultados fueron arrasadores y el candidato de Noriega perdió 3 a 1 en las votaciones, Noriega en vez de pedir un recuento, anuló la elección. Al día siguiente mientras los candidatos de la oposición realizaban una caravana celebrando el triunfo, éste mandó a sus grupos paramilitares a que golpearan a los candidatos.
Noriega nombró a Francisco Rodríguez como presidente encargado, mientras que la comunidad internacional reconocía a Endara como el auténtico presidente electo.
La situación se fue recrudeciendo hasta que el 15 de diciembre de 1989, Noriega abolió la constitución y se declaró a si mismo Jefe de Gabinete de Guerra y le declaró la guerra a Estados Unidos.
El 20 de diciembre de 1989 el ejército de EE. UU. invadió Panamá, capturando al general Noriega quien fue llevado ante los tribunales estadounidenses marcando el fin de la dictadura militar en Panamá.
Las encuestas llevadas a cabo posteriormente determinaron que un 92% de la población aprobaba la invasión y un 76% hubiese preferido que se hiciese antes.
El 29 de mayo de 2017, Manuel Antonio Noriega, el que fuera hombre fuerte de Panamá, murió a los 83 años como lo han hecho pocos dictadores latinoamericanos del pasado siglo: condenado por la justicia y después de pasar casi tres décadas en distintas prisiones.
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