El ascenso al poder: De militar a presidente
La historia de Fulgencio Batista comienza en 1933, cuando un golpe de estado conocido como el «Putsch de los Sargentos» lo catapulta al poder. En ese momento, Batista, un simple sargento de la policía militar, demuestra su ambición y capacidad para manejar la situación caótica en Cuba. Su ascenso meteórico lo lleva a la presidencia en 1940, tras la instauración de una nueva constitución que inicialmente prometía reformas progresistas y estabilidad.
Batista ejerce su primer mandato presidencial desde 1940 hasta 1944 con una mezcla de reformas y represión. Durante estos años, implementa políticas que benefician a algunos sectores de la sociedad cubana, pero también enfrenta crecientes críticas por la corrupción y la represión. En 1944, al terminar su período constitucional, Batista se retira temporalmente de la política.
Represión y reforma: El régimen de Batista
De 1934 a 1940, Batista dirige una dura represión contra los movimientos comunistas y socialistas en las centrales azucareras de Cuba. Su mano firme contra la disidencia y los movimientos de izquierda es una característica distintiva de su régimen. Esta represión fortalece su posición de poder, pero también siembra semillas de descontento que florecerán en años posteriores.
Tras culminar su mandato presidencial en 1944, Batista se muda a los Estados Unidos, alegando que allí se sentiría más seguro. Durante estos años, se divorcia de su primera esposa, Elisa, y contrae matrimonio con Marta Fernández en 1945. Dos de sus cuatro hijos nacen en los Estados Unidos, y Batista alterna entre el lujoso Waldorf Astoria en Nueva York y una residencia en Daytona Beach, Florida.
El regreso y la dictadura: 1952-1959
En 1952, Batista regresa al poder mediante un golpe de estado que disuelve el congreso y suspende las elecciones. Su nuevo régimen se caracteriza por una creciente represión, corrupción y una fuerte dependencia del apoyo financiero, logístico y militar de Estados Unidos bajo los gobiernos de Harry S. Truman y Dwight Eisenhower. Esta relación le proporciona un respaldo crucial, pero también lo coloca en una situación precaria cuando la situación interna en Cuba se deteriora.
A partir de 1956, el Movimiento 26 de Julio, liderado por Fidel Castro y con una ideología nacionalista y marxista-leninista, lanza una guerra de guerrillas contra el régimen de Batista. Durante dos años, los revolucionarios enfrentan una feroz represión, pero su lucha culmina con la derrota del dictador en la batalla de Santa Clara el 1 de enero de 1959, a manos de los rebeldes dirigidos por el argentino Ernesto «Che» Guevara.
Batista, al verse derrotado, huye de Cuba con el dinero que había amasado y se refugia en la República Dominicana, donde se encuentra con su aliado, el dictador Rafael Trujillo.
En su discurso final antes de huir de Cuba, Batista expresó: «Teniendo en cuenta las pérdidas de vidas, los daños materiales a la propiedad y el perjuicio evidente que se viene haciendo a la economía de la República y rogando a Dios que ilumine a los cubanos para poder vivir en paz, resigno mis poderes de Presidente de la República entregándolo a su sustituto constitucional. Ruego al pueblo que se mantenga dentro del orden y evite que lo lancen a ser víctima de pasiones que podrían ser desgraciadas a la familia cubana».
El exilio y la muerte: El final del dictador
El exilio de Batista no le proporciona la tranquilidad que buscaba. Tras abandonar Cuba, vive en la República Dominicana bajo la protección de Trujillo, luego en la isla de Madeira (Portugal) y por último en la España de Francisco Franco, aún cuando Batista se había referido al dictador como «fascista» en diciembre de 1942. Sin embargo, su vida en el exilio se vio marcada por la inseguridad y la pérdida de influencia. Batista murió de un ataque cardíaco el 6 de agosto de 1973 en Marbella, España, en relativa oscuridad, alejado del poder que alguna vez tuvo.
El legado de Fulgencio Batista es un tema de debate intenso. Su vida y gobierno han dejado una marca indeleble en la historia de Cuba. Desde su ascenso como presidente hasta su caída y exilio, Batista personifica las complejidades del poder y la política en Cuba durante el siglo XX, no podemos olvidar que su vida y su gobierno están entrelazados con los eventos que definieron la Cuba moderna.
Con información de: Wikipedia / Britannica / PBS | Foto: getarchive
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