El 22 de julio de 1894 tuvo lugar la que podríamos considerar como primera competición automovilística de la historia. La carrera se disputó entre Paris y Rouen con un recorrido de 127 kilómetros y fue organizada por Pierre Giffart del periódico francés Le Petit Journal.
Fueron más de un centenar los participantes inscritos, pero para poder participar primero tuvieron que pasar una serie de pruebas eliminatorias hasta la fecha en que se disputó, por lo que tan sólo 21 vehículos tomaron la salida.
Entre las extrañas normas que se pusieron para poder participar estaba la de que cada vehículo debía tener un mínimo de cuatro plazas que debían estar ocupadas por el conductor, un mecánico (que en la mayoría de casos era el constructor del auto) y dos jueces de carrera.
La competición no premiaba únicamente a quién fuese capaz de ir más rápido sino que se valoraban otros factores como la comodidad de los pasajeros durante el trayecto.
El ganador de aquella primera competición automovilística fue un tractor con motor de vapor conducido por el conde Albert de Dion. En segunda posición llegó el Peugeot alimentado por gasolina de Albert Lemeitre a 5 minutos del Conde. El tercer puesto fue para otro Peugeot a gasolina, el de Auguste Doriot a 10 minutos del primer clasificado. El cuarto puesto fue para el Panhard et Levassor, también con motor de gasolina, conducido por Paul Panhard, a 23 minutos del vencedor. Así hasta un total de 17 clasificados, no habiendo llegado a la meta otros 4 vehículos por diferentes averías.
A pesar de haber obtenido el primer puesto el conde de Dion fue descalificado por los jueces que lo acompañaban, entre otras cosas por tener que emplear un fogonero. Por lo tanto el primer clasificado pasó a ser el Peugeot de Albert Lemeitre.
Un año después, el 11 de junio de 1895, el conde de Dion organizó la famosa carrera París-Burdeos-París, una maratón de 1200 km a la que se apuntaron vehículos movidos por diferentes combustibles, gasolina, vapor, gas o electricidad.
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