Durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética usaron todo tipo de estrategias para demostrar su poder y superioridad. Uno de los episodios más recordados tuvo lugar en el plano deportivo.
La realidad antes de los juegos
La década de los 70 había sido muy turbulenta en los Estados Unidos. La Guerra de Vietnam, el escándalo de Watergate y una crisis social que afectaba la economía y el campo laboral. Aunado a ello estaba el constante conflicto con la Unión Soviética, su rival en todos los aspectos desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
La década de 1980 se mostraba como un año de cambio en muchos aspectos, pero en lo deportivo, todo indicaba que sería el año de la Unión Soviética, reyes absolutos de los Juegos Olímpicos de Invierno y organizadores de la edición veraniega del evento. En enero, la tensión entre ambas naciones aumentó debido a los roces en el plano deportivo. En diciembre de 1979, los soviéticos invadieron Afganistán y los estadounidenses amenazaron con no ir a los Juegos Olímpicos de Verano si no se retiraban las tropas.
De cara a febrero, la rivalidad entre los Estados Unidos y la Unión Soviética era más grande que nunca… ambas naciones tuvieron la ventana de los Juegos Olímpicos de Invierno para usar el deporte como propaganda y demostrar su poderío.
La «Red Army»
Los juegos tuvieron lugar en Lake Placid, Nueva York, entre el 13 y 24 de febrero de 1980. La competencia que más interesaba en el evento era el hockey sobre hielo. En Estados Unidos, este deporte es de los más populares, mientras que en la Unión Soviética eran los reyes en el tema.
Las cuatro ediciones previas del evento culminaron con los soviéticos colgándose el oro olímpico. Poseían un récord de 27 victorias, un empate y una derrota. Su supremacía los llevó a ser apodados como la «Red Army» o «Armada Roja». El plantel estaba integrado por estrellas de clase mundial e iniciaron el campeonato con cinco triunfos al hilo, todos por goleada.
Por su parte, los Estados Unidos no poseían tanto ímpetu. Su plantel estaba integrado por jugadores universitarios y su primer partido no fue muy alentador, empatando a 2 contra Suecia. Los anfitriones se recuperaron con cuatro triunfos al hilo y clasificaron a la fase final.
El «milagro sobre hielo»
La última instancia del torneo estuvo constituida por Finlandia, Suecia, la Unión Soviética y Estados Unidos. El 22 de febrero se enfrentaron las naciones de la Guerra Fría. El ambiente no era alentador para los norteamericanos y ni los más optimistas creían en lo que iba a ocurrir.
«A menos que el hielo se deshaga se espera que la URSS consiga su sexta medalla de oro olímpica”, publicó The New York times. El partido fue vibrante en todo momento, los soviéticos estuvieron adelante en el marcador en dos ocasiones, las cuales Estados Unidos logró empatar. Antes de finalizar el primer tiempo, los comunistas lograban el 2-3 momentáneo y todo parecía indicar que se quedarían con la victoria.
En el tercer período, los americanos hicieron lo imposible y se adelantaron por 4-3. El resultado se mantuvo y los anfitriones lograron el milagro. Para la posteridad quedó la narración de Al Michaels para la ABC en los segundos finales.
“¡Once segundos, quedan diez segundos, la cuenta atrás va a terminar ya! Morrow, pasa para Silk. ¡Quedan cinco segundos! ¿Creen en los milagros?… ¡SÍ! ¡Increíble!… ¡No hay palabras para describirlo, perdónenme!”.
Tras la victoria, el júbilo y algarabía invadió a los Estados Unidos y sus ciudadanos, quienes consiguieron la presea dorada tras haber vencido a Finlandia en el partido decisivo. Si bien los soviéticos estuvieron en la cima del medallero -10 doradas, seis de plata y seis de bronce contra seis, cuatro y dos de Estados Unidos-, lo cierto es que nada pudo superar la hazaña norteamericana y su «milagro sobre hielo».
Con información de: Libertad Digital / Mundo Deportivo / El Comercio / Foto: Amazon
--
--