A principios del siglo XX, un médico estadounidense llamado Duncan MacDougall llevó a cabo un experimento para determinar el peso del alma. Según los resultados publicados por el galeno, el alma pesa 21,3 gramos. Sin embargo, ¿qué tan confiable es en verdad este estudio?
Un antecedente importante
Ya en el siglo XVI, Leonardo da Vinci intentó dar con el lugar en el que se encontraba el alma. El florentino, que entre otras cosas era un aplicado observador de la anatomía de varios seres vivos, suponía que el alma se encontraba en la espina dorsal o en el cerebro.
Da Vinci encontró en la disección de anfibios un sustento valioso para su hipótesis. Al diseccionar ranas, el polímata descubrió que estas podían seguir viviendo por algún tiempo más si se les retiraba el corazón o la cabeza, pero morían de inmediato si sufrían alguna incisión en las vértebras.
Da Vinci dedicó buena parte de su vida al estudio de la anatomía del hombre, y aunque no encontró el escondite del alma, sus bocetos del cuerpo humano representan un patrimonio invaluable, tanto para las artes como para la ciencia.
El experimento de MacDougall
En 1907, el médico Duncan MacDougall quiso determinar si el alma humana existía y cuánto pesaba. Para ello llevó a cabo un experimento de medición de masa.
MacDougall se propuso tomar el peso de seis pacientes moribundos, justo en el instante en que muriesen. Con esto lo que el médico buscaba demostrar era que si al momento de fallecer una persona pesaba menos, esa diferencia de masa debía ser el peso del alma.
Uno de los sujetos de la prueba tuvo un descenso brusco en su peso al fallecer; perdió 21,3 gramos. MacDougall se basó en este resultado para sugerir que el alma era una entidad real, con al menos una característica física determinable (la masa).
¿Pesa el alma 21 gramos realmente?
En abril de 1907, los datos reunidos en la prueba de los 21 gramos fueron publicados en la revista American Medicine, pero debido a que MacDougall se basó en un solo resultado para arrojar su conclusión, la comunidad científica determinó que el experimento del médico no tenía valor empírico real.
MacDougall no le dio la suficiente importancia al hecho de que de sus seis sujetos de prueba, dos perdieron peso al morir, pero pocos minutos después perdieron aun más.
De los tres sujetos restantes (quitando al paciente de los 21 gramos), uno perdió peso, pero casi al momento lo recuperó; otro fue descartado del estudio porque al momento de pesarlo, la balanza se encontraba mal calibrada, y el último murió antes de que el equipo de medición pudiese ser instalado.
Con información de: Danaorg / Leonardodavinci / Wikipedia / Foto: Shutterstock
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