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Claves para evitar el dolor de espalda durante la lactancia materna

Claves para evitar el dolor de espalda durante la lactancia materna

La postura es un factor clave en la experiencia del amamantamiento.

La lactancia materna es una práctica ancestral con innumerables beneficios tanto para el bebé como para la madre. La Organización Mundial de la Salud recomienda dar el pecho en exclusiva durante los primeros seis meses de vida del recién nacido, seguido de una alimentación complementaria adecuada.

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Amamantar no solo fomenta el vínculo madre-hijo, sino que también proporciona nutrientes esenciales y defensas contra diversas enfermedades. Además, reduce el riesgo de determinadas patologías en la progenitora, como la diabetes tipo 2 o distintos tipos de cáncer, y acelera su recuperación después de dar a luz.

También ayuda a reducir la incidencia de depresión posparto, ya que genera hormonas como la oxitocina, que mejora el bienestar de la madre.

A pesar de estas grandes ventajas, el hábito de la lactancia está disminuyendo en todo el mundo. Una de las razones es el dolor de espalda, especialmente en la zona lumbar y cervical. La postura es un factor clave en estas molestias, y saber cómo evitarlas puede marcar la diferencia en la experiencia del amamantamiento.

Factores como el tamaño del bebé, si el parto fue por cesárea y la experiencia de la madre influyen en la elección de la postura. Además, el estado físico general de la madre, como el tono muscular y la flexibilidad, puede hacer que algunas posiciones sean más cómodas que otras.

Sentadas o tumbadas

La Asociación Española de Pediatría recomienda dos posturas principales para dar el pecho: sentada y tumbada de lado. Dentro de las opciones sedentes, las madres pueden optar por colocar al bebé sobre su vientre, apoyarlo lateralmente a su cuerpo (debajo de la axila) o recostarse ligeramente hacia atrás mientras el lactante se alimenta.

La elección de una u otra depende fundamentalmente de la comodidad y de las particularidades individuales de cada lactancia, siendo mucho más frecuente la posición sentada.

El problema es que mantener esta postura por periodos prolongados aumenta la presión sobre la columna vertebral, especialmente si la espalda se encorva hacia adelante. Incrementa la carga en los discos intervertebrales y puede generar acumulación de metabolitos, lo que contribuye al dolor.

Aproximadamente el 70 % de las mujeres optan por amamantar sentadas, y de ellas, casi la mitad experimenta dolor lumbar, sobre todo cuando la espalda no está bien alineada.

También se ha comprobado que las posiciones en las que la madre inclina la cabeza hacia adelante están asociadas con molestias cervicales, debido a la tensión acumulada en el cuello. Esto se observa con frecuencia en madres primerizas, que suelen adoptar posturas más forzadas debido a la falta de experiencia, o cuando hay un mal agarre del bebé al pecho.

Adoptar la mejor postura

Con el fin de averiguar cuál es la mejor postura durante la lactancia, hemos llevado a cabo un estudio biomecánico en situaciones reales. Para ello analizamos las posiciones más comunes, estudiando la colocación de la espalda y la pelvis y la actividad de los músculos lumbares.

Así observamos que la postura tumbada de lado reduce significativamente las demandas musculares, lo que puede minimizar la fatiga y el dolor. Esta posición permite a la madre relajarse, mejorando su experiencia de lactancia. Sin embargo, es fundamental asegurarse de que el bebé esté bien colocado para evitar un mal agarre que cause incomodidad a la madre.

Y aunque no hay una postura “ideal” para dar el pecho, sí sabemos que mantener la misma durante mucho tiempo incrementa las molestias. El cuerpo humano está diseñado para moverse, no para permanecer estático.

En este sentido, incorporar pequeños movimientos de ajuste mientras se amamanta resulta útil. Por ejemplo, modificar la inclinación de la espalda o ajustar la posición de las piernas puede aliviar la presión acumulada.

Recomendaciones para evitar el dolor

Para las madres que prefieren dar el pecho sentadas, una silla con un buen respaldo y el uso de almohadas en la zona lumbar pueden ayudar a reducir el dolor, ya que permiten mantener la espalda alineada.

Por su parte, las guías de práctica clínica materna recomiendan utilizar cojines de lactancia. Estos permiten ajustar al bebé a la altura correcta, reduciendo la tensión en la espalda, brazos y cuello. Así se evita que la madre tenga que inclinarse hacia delante y se sobrecargue la columna.

Otra manera de aliviar la tensión acumulada es dar paseos, practicar ejercicios de movilidad y realizar estiramientos sencillos para la espalda y el cuello. Además, los ejercicios de fortalecimiento del suelo pélvico y de la musculatura abdominal previenen el dolor lumbar en el posparto.

En general, reanudar la actividad física rápidamente, siempre en función de las capacidades de cada mujer, resulta de gran ayuda para aliviar las molestias articulares y el dolor de espalda durante el periodo de lactancia.

Para obtener un asesoramiento más personalizado, es recomendable que las madres consulten tanto a su matrona como a un fisioterapeuta especializado. Ambos profesionales pueden ofrecer un enfoque integral, que aborde tanto las necesidades generales de la lactancia como la prevención y tratamiento del dolor musculoesquelético asociado.

Gemma Biviá Roig, Bióloga y Fisioterapeuta. Profesora e investigadora, Universidad CEU Cardenal Herrera

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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