En la década de 1930, Selwyn D. Collins, un estadístico del servicio de salud pública de Estados Unidos, describió por primera vez la relación entre las epidemias de gripe y el aumento de muertes por accidente cardiovascular. Desde entonces, un creciente número de estudios ha identificado esa infección vírica tan frecuente como un posible desencadenante de eventos cardiovasculares agudos como el infarto de miocardio y el ictus.
Las investigaciones realizadas hasta la fecha habían concluido que el período con mayores probabilidades de sufrir un accidente cardiovascular serían las dos semanas siguientes a los casos más graves de gripe (en su mayoría hospitalizados). Un trabajo reciente que hemos realizado en el Área de Investigación en Vacunas (AIV) de la Fundación Fisabio extiende hasta dos meses el lapso de aumento de riesgo tras los casos más severos de la infección.
Además, nuestro estudio destaca por primera vez el riesgo de infarto e ictus isquémico durante los 14 días siguientes a los episodios de gripe más leves en personas con menos factores de riesgo.
Un estudio revelador
Pero ¿qué tiene de especial este trabajo? En primer lugar, que hemos analizado las bases de datos del sistema valenciano de salud, uno de los mejores sistemas digitales de información sanitaria que existen. En ellas se registran desde 2010 datos sociodemográficos y sanitarios de casi toda la población de la Comunidad Valenciana, que asciende a unos cinco millones de habitantes (el 10 % de la población española y el 1 % de la europea).
Gracias a los datos de más de 2 300 000 personas mayores de 50 años, pudimos observar una fuerte correlación entre los casos de gripe y los eventos cardiovasculares agudos entre 2011 y 2018.
En segundo lugar, el diseño de la investigación (llamado serie de casos autocontrolada) disminuye la confusión típica de los estudios observacionales provocada por las diferencias individuales entre sujetos infectados y no infectados.
Concretamente, comparamos diferentes periodos de tiempo del mismo individuo: los de riesgo (justo después de la gripe) y el basal (que abarca el resto del tiempo de seguimiento disponible para la misma persona). De este modo, seleccionamos sujetos que hubieran sufrido tanto una gripe como un accidente cardiovascular, y comparamos el número de eventos cardiovasculares en los periodos de riesgo con la cifra registrada en los periodos basales.
Por último, a diferencia de otras investigaciones, analizamos casos de gripe con distintos niveles de gravedad. La asociación encontrada en trabajos previos solo se puede atribuir a los casos más severos de la infección. Sobre todo, correspondían a pacientes hospitalizados, a quienes se suele realizar la prueba de confirmación en laboratorio. En cambio, nuestro trabajo también evalúa la posible vinculación con episodios menos graves, atendidos en centros de atención primaria y sin pruebas de laboratorio asociadas, basándose en diagnósticos clínicos.
Las dos primeras semanas, las más críticas
El estudio arroja grandes diferencias basales entre las personas con cuadros de gripe de distinta gravedad. Así, los individuos hospitalizados con la enfermedad confirmada por laboratorio eran de mayor edad, presentaban tasas más elevadas de mortalidad y tenían cuatro o más patologías crónicas en mayor proporción que los casos diagnosticados en atención primaria.
Según los datos obtenidos, la probabilidad de sufrir un infarto agudo de miocardio o un accidente cerebrovascular isquémico es más de cuatro veces superior durante los 14 días siguientes a los casos graves de gripe en pacientes con peor estado de salud. Además, este riesgo sigue siendo más del doble durante los dos meses posteriores a la infección.
Y en lo que se refiere a los casos de gripe más leves en personas con menos factores de riesgo, las posibilidades de sufrir infarto e ictus isquémico se elevan a más del doble durante los 14 días siguientes a la infección.
Los mecanismos exactos responsables de esta relación siguen siendo desconocidos. Una de las hipótesis apunta a que podría estar implicada una desestabilización de las placas ateroscleróticas (acumulaciones de grasa, colesterol, calcio y otras sustancias que se forman en las paredes de las arterias) causada por las citoquinas inflamatorias. Estas son proteínas que produce el sistema inmunológico a modo de señales para coordinar la respuesta del cuerpo frente a lesiones, enfermedades o infecciones como la que produce el virus de la gripe.
Nuestros resultados no solo refuerzan las recomendaciones oficiales de prevenir la gripe mediante la vacunación en grupos de riesgo, sino que también deberían aumentar la concienciación sobre las posibles complicaciones de los casos más leves en la población general.
Cintia Muñoz Quiles, Doctora en Biología, Investigadora en el Área de Investigación en Vacunas, Fisabio
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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